ELIGIO DAMAS
Todos o casi todos los personajes del gobierno, funcionarios o simples propagandistas, están empeñados en creer que, aparte de ellos, el resto de los venezolanos somos muy poco inteligentes. En eso en nada se distinguen de la oposición. Algunos, más ilusos que otros, llegan hasta negar que aquí esté creciendo el hambre como la hierba con las primeras lluvias. Esta práctica parte de la misma idea que, por brutos, somos fáciles de manipular y convencer, como para llevarnos a la inmolación. Por ejemplo, Elías Jagua, días atrás negó la pertinencia de hablar de hambre en Venezuela. No hizo como Meléndez, porque cada uno de ellos tiene su estilo para negar lo mismo, quien suele usar cifras del pasado, sino que habló de unos anaqueles vacíos porque el pueblo compra con avidez. El no ha visto nada de eso porque no hace mercado y además anda como demasiado distraído y ocupado, sino que le dijeron. Desconoce que los anaqueles vacíos son los de los abastos del gobierno, como el Bicentenario donde si acaso, los llenan con una sola cosa. Los privados revientan, sólo que allí el pueblo, que es como decir casi todos nosotros, no entra o no tiene para entrar.
Pero hay otros que, por razones desconocidas para uno, pudieran ser deseos como urgentes o manera ilusa de diferenciarse, han optado en los últimos días por reconocer la gravedad de lo que sucede, como que la brecha entre salarios y precios es descomunal, lo que es lo mismo que el hambre cunde. Pero como para tranquilizar a ellos mismos y nosotros, pues nos creen cortos de mente, perezosos y manipulables, se contentan con explicarnos los motivos de la crisis o mejor tragedia. Solo que para ellos, es como una moneda de una sola cara o para ser más realistas, la misma figura en los dos lados, anverso y reverso. Solamente hay una explicación y un culpable, aquel que hace lo indebido, nos roba, agrede y nos esconde la comida. No hay Estado o este carece de autoridad, nadie se la dado, para evitar aquello y siendo así lo admiten como algo lógico y hasta inevitable. No piensan que si el arma que portas no sirve para nada para qué llevas ese peso o te cuelgas ese escapulario. ¿Sólo, como dice una canción margariteña, por ser guapo pa´ cargá?
Anoche, sábado 07 de abril, como tantas veces, estuve observando un programa que arriba mencioné sólo por razones muy pragmáticas, no lo voy a negar, donde quienes allí estaban, no siempre son los mismos, se explayaron en explicarnos cómo, agentes extranjeros o desde el más allá, el gobierno de Estados Unidos y empresarios aquí adentro que, como dijeron, “ni siquiera hablan castellano”, hacen de todo para acabar con nuestra vida, pese reciben “montones de dólares preferenciales de buena fe”. Es decir, hablaron de la guerra económica. E insistieron en convencernos de algo que muchos sabemos, no lo negamos, hay de eso. Por cierto, muchos comerciantes, hasta “chavistas”, participan en ella por el solo lucro o eso que llamamos la cruel lógica del capitalismo o hay que ganar y ganar más hasta reventar. No es que quieran tumbar al gobierno sino que no hallan motivos para hacerlo si es tan fácil ahora ganar bastante real, tomando en cuenta que aquél está desarmado y como la “gallinita ciega”. No sé si se podría decir, porque parece, que el gobierno baila al mismo son y hasta pegao con esos personajes.
Es más, uno hasta ha llegado a suponer que ahora en Venezuela hay una seria contradicción entre distintas fuerzas económicas, de un lado quienes quieren salir del gobierno, como el señor Trump y su camada, para ponerle manos a nuestras incalculables riquezas y las que ahora hacen descomunales negocios y les conviene lo contrario. Un gobierno que a ellas pongan en cintura no conviene. ¿Cómo recibir dólares a precio preferencial para importar y luego vender como se hubiesen apelado al mercado paralelo con un gobierno nuevo o el mismo con otra conducta? ¿Cómo vender a un precio en efectivo y al doble del mismo por pago electrónico con un gobierno que no se haga el loco o haya perdido la autoridad? ¿Cómo querer se vaya un gobierno que permite a multitud de comerciantes cobrar cada cosa a su antojo?
Es decir, para ellos, el todo está en la guerra económica y no hay nada por hacer. Eso casi lo dijeron y lo dicen persistentemente quienes hacían el programa de marras. Ella no se puede combatir deduce uno al oírles, como al presidente mismo, no mencionar nada por hacer. Como un ejército al que se le acabó la pólvora y energía para embates de caballería e infantería y no le queda más que resistir los ataques del enemigo hasta que muera el último hombre. No dicen qué hacer, como abordar la estrategia enemiga. Pero nos llaman a reelegir al presidente. ¿Para qué?
Me sé bien poco inteligente. Pero entiendo que si el enemigo me agrede siempre habrá algo por hacer. Pese toda su fortaleza debo defenderme y, de no poder hacerlo, le pido a la esquina que tire la toalla. No puedo esperar que el adversario me aniquile y hasta me cause la muerte y menos se produzca un genocidio a causa de mi orgullo. Tampoco puedo esperar que el árbitro, sin suspender la pelea, le pida a mi contrincante que deje de golpearme duro. La respuesta debe estar en mí. Si no la tengo no puedo contentarme con decirme a mí mismo y a los míos como aquel tipo me apabulla. Los grandes generales alguna vez se vieron a punto de perder una batalla y prefirieron una retirada honrosa para ahorrar vidas y asegurar el regreso triunfante. Esto es preferible al exterminio, sobre todo si nada tengo por hacer.
El venezolano, desde cualquier rincón, porque estamos arrinconados, no pide que le expliquen las razones de la crisis, bien las conoce. Sabe de las dos caras porque las ha visto, hay una en el anverso y otra al reverso. Por eso, ya le cansa le sigan hablando de lo mismo. Que unos señores, convencidos que brutos somos, intenten distraernos con explicaciones sobre nuestra desgracia y nada dicen para revertirla, pese están en el mando. Solo parece interesarles seguir en el poder. Se dice, no podrán acabar con la “Revolución” y parecieran decirnos, “aunque aniquilen a todos”. Ante esto me pregunto, ¿cuándo eso suceda dónde se hallará cada quién?
Me recuerdan a un viejo amigo, técnico en electrónica, a quien una vez llevé un televisor para me lo reparase y cada vez que acudía a retirarlo, creyéndolo reparado, me explicaba, hasta en lenguaje incomprensible para mí, el daño que sufrió mi aparato y me volvía a invitar volviese otro día para darle la misma explicación.
Eso mismo hace la gente que gobierna y sus empleados publicistas. Actúan como mi amigo técnico o el médico que diagnostica pero no atina con la medicina o la cura pertinente.
Nos sugieren que la solución a todo será el Petro y unos motores supuestamente encendidos desde años atrás de los que nadie escucha sus rugidos y menos que pongan en movimiento nada y como para reforzar a la moneda encriptada, apelan a las minas de oro, cuya explotación pusieron en manos de una empresa extranjera, pese que ellos mismos han venido cantando un réquiem al modelo rentista. Nada de planes y programas. De agricultura, cuanto más, como quien nos cuenta una infantil historia para dormir, nos hablan de la urbana.
Entonces no hay hambre, hambre no tenemos. Barriga llena corazón contento y todo lo que pasa, que no nos pasa, es culpa de quien nos agrede y culpa de él también, tengamos las defensas por el suelo. Según ellos, solamente nos queda resistir y reelegir a quienes no saben por dónde vienen los tiros y menos hacia dónde y cómo dirigir la contraofensiva. Pareciera que la sola meta es resistir hasta la aniquilación colectiva y salvar el orgullo. Dicho así porque no tengo vocación para pensar en cosas malas.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/09/2018 11:05:00 a. m.
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