Sudáfrica,
una apuesta económico-social
Por
Hedelberto López Blanch
Si bien el
pueblo sudafricano alcanzó la independencia el 10 de mayo de 1994 después de la
derrota de régimen del apartheid considerado por Naciones Unidas como de lesa
humanidad, el gobierno que tomó posesión presidido por Nelson Mandela, quien
había sufrido 27 años de encarcelamiento, nació con varias ataduras.
Para llegar
a la obtención de la independencia se impusieron tres puntos fundamentales: la
ley de reconciliación, el mantenimiento del sistema económico y la anulación del
programa nuclear de Sudáfrica.
El punto 2 le
ha impedido al país avanzar aun más en los programas sociales que favorezcan a
las grandes mayorías pese al apoyo que el gobierno ha tenido en el Parlamento, del
Partido Congreso Nacional Africano (ANC) y del pueblo.
Recordemos
que antes de 1994, el 93 % de las tierras, las industrias, minas, museos,
teatros, comercios, eran propiedades y aún lo son de la minoría blanca que
colonizó el país, mientras que las diferentes etnias originarias estaban
relegadas a los llamados bantustanes, sitios solo para los negros que eran
tratados como esclavos.
Mandela
durante su mandato intentó avanzar en algunos elementos como la educación, la
salud y un leve ajuste en la tenencia de tierras.
En la
actualidad existe un 40 % de desempleo y 15 % de los habitantes viven en condiciones
precarias sin acceso a agua potable y alcantarillado.
El pasado 15
de febrero al no poder superar en el Parlamento una moción de censura, por varios
cargos de corrupción, impuesta por su propio partido de gobierno ANC, el
presidente Jacob Zuma debió renunciar a su cargo y fue sustituido,
provisionalmente por el vicepresidente Cyril Ramaphosa, quien es considerado
uno de los líderes obreros más importantes en las luchas contra el defenestrado
régimen del apartheid y que está considerado entre las personas más ricas de
Sudáfrica. El próximo año se realizarán elecciones generales.
El nuevo presidente ha prometido ante el Parlamento, devolver parte
de las tierras que los granjeros blancos poseen desde el siglo XVII, a los nativos
ancestrales del país.
Ramaphosa afirmó que contempla realizar "la expropiación de
la tierra sin compensación" para acelerar la redistribución del territorio
a los sudafricanos negros", una medida que definió como "una
oportunidad y no una amenaza".
Aunque no se conoce la fórmula que aplicará para llevar a cabo
ese objetivo, sí enfatizó que no se permitirán saqueos ni repetir errores del
pasado, sino asegurar que "nuestra gente tenga un acceso equitativo".
Avanzar en
un cambio estructural y superar los problemas de corrupción endilgado al
anterior gobierno es fundamental pues Sudáfrica aparece como la principal
economía del continente con un Producto Interno Bruto (PIB) de 595 700 millones
de dólares que la ubican en el lugar 26 a nivel mundial.
Su riqueza
se basa en los sectores agrícolas, mineros y financieros, a la par que representa
el 25 % del PIB continental.
Primer
productor y exportador mundial de oro, platino, cromo y manganeso, y el cuarto
de diamantes; posee el 80 % de las reservas mundiales de platino y el 70 % de
las de carbón. Se estima que hay reservas de petróleo y gas frente a las costas
del Océano Índico.
Es
integrante de las naciones emergentes del Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India,
China, Sudáfrica) y con amplio respaldo internacional entre las naciones
progresistas del mundo que la ven como un ejemplo a seguir en las luchas por la
independencia y soberanía.
Asimismo
juega un importantísimo rol a nivel regional y mundial con enorme prestigio
ganado en su lucha de liberación y que después de 1994 ha ayudado a varios
países africanos y también ha establecido empresas en lugares diferentes de ese
continente: Mauricio, Ghana, Nigeria, Mozambique, Namibia, etc.
Por su
Importancia geoestratégica y geopolítica es la puerta de entrada del sur del
continente convirtiéndola en enclave comercial por sus límites con los océanos
Atlántico y el Índico que se unen a la relevancia de sus puertos Durban y
Richard Bay.
Cuenta con
una superficie de 1 219 912 kilómetros cuadrados, divididas en nueve provincias
y con 55 620 000 habitantes.
Tres
ciudades integran su capital: Pretoria, sede administrativa; Bloemfontein,
judicial; y Ciudad del Cabo, la Legislativa.
Ramaphosa,
de 65 años, nació en Soweto en 1952, una de las poblaciones que enfrentaron con
fuerza al apartheid. De la etnia zulú, se convirtió en hombre de confianza de
Nelson Mandela. Creó y dirigió de 1985 a 1991 el poderoso sindicato de la Unión
Nacional de Trabajadores de la Minería, cargo que dejó al ser electo secretario
general del ANC.
Durante el
sistema de segregación racial sufrió varias veces prisión bajo acusación de las
leyes de terrorismo aplicadas por el apartheid.
En 1997 se
postuló como candidato a la presidencia, pero fue derrotado por Thabo Mbeki,
tras lo cual se retiró de la escena política para dedicarse a los negocios. En
2012 retornó a la política y dos años después, se convirtió en vicepresidente
del país y del ANC.
Innegablemente
que Pretoria resulta un factor primordial en la búsqueda regional e
internacional de un nuevo orden económico, y para lograrlo deberá seguir el
legado de Nelson Mandela y de las luchas protagonizadas a lo largo de decenas
de años por el pueblo, dirigido por el gobernante Partido del ANC.
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