La pujante
economía boliviana
Por
Hedelberto López Blanch
Cuando por
América Latina soplan aires extremos de neoliberalismo que imponen desempleo,
privatizaciones y rebajas de programas sociales, Bolivia aparece como faro de
luz para las grandes mayorías de la región.
Impulsadas
desde Estados Unidos con pleno apoyo del Fondo Monetario Internacional, el
Banco mundial, las oligarquía nacionales y los medios de comunicación
capitalista, Latinoamérica ha sufrido en los últimos años un retroceso
significativo en aras de la integración regional y en detrimento a las personas
menos favorecidas.
Grandes
programas de austeridad han adoptado varios gobiernos como Brasil, Argentina,
Honduras, Paraguay, Guatemala que elevan los índices de pobreza y el hambre
entre la población, mientras son favorecidas las minorías adineradas del país y
las compañías transnacionales.
Por eso
resulta notorio el caso de Bolivia que a partir de 2006 cuando el primer
mandatario indígena en su historia alcanzó la presidencia tomó una serie de
medidas para nacionalizar empresas y riquezas productivas, mineras y de
servicios, en aras de mejorar la precaria vida de la población.
Desde
entonces, la situación en la nación andina dio un vuelco de 180 grados pues
anteriormente las características eran la pobreza, hambre, falta de educación y
de atención a la salud del pueblo, mientras que la economía sufría el saqueo
por parte de las transnacionales y el resto del capital paraba en manos de unos
pocos nacionales.
La economía de Bolivia es la de mayor crecimiento en los últimos cinco
años y se ha convertido en la más sólida y estable de América Latina.
al esfuerzo del pueblo, al aporte del sector productivo y a la
política de nacionalización que se implementó para recuperar los recursos
naturales y las empresas estratégicas de país.
de madera, oro, aviación, telecomunicaciones,
electricidad, telefonía, transporte público, minería, hidrocarburos y
metalúrgicas.
Esa política resultó en un cambio radical del
sistema neoliberal que existía anteriormente, que mantenían a esa nación, según
organismos internacionales, como el tercer país más atrasado y pobre de América
Latina.
Según el
listado que anualmente publica el FMI Bolivia se ubicaba en 2005 en el número
117 por el Producto Interno Bruto (PIB) entre los países a nivel mundial y
ahora aparece en el puesto 75. Es decir, avanzó 42 puestos en solo 11 años. En
2006, el PIB era alrededor de 6 000 millones de dólares y ahora es de 37 000
millones.
También la adopción de una política financiera
inteligente, le ha permitido pasar de una reserva monetaria de 700 millones de
dólares a 20 000 millones de dólares.
Por toda la
nación andina surgen nuevas fábricas de papel, cartón, pintura, sal,
almendra y derivados; la agricultura aporta soya, azúcar, maíz, quinua, se
construyen carreteras, puentes, almacenes, lo que ha permitido que el Estado tenga
una de las tasas de
desempleo más bajas de Latinoamérica, de solo 5,1 %.
Antes de la llegada de Evo Morales al poder, nueve de cada 10 bolivianos de origen
campesino se hallaban en la extrema pobreza, sin tener acceso al agua potable,
electricidad, salud, educación y alimentación.
Cifras de organismos financieros
internacionales señalan que el Gobierno ha logrado disminuir la pobreza
moderada del 59 % al 28
%, entre 2005 y 2016, y el coeficiente Gini de desigualdad bajó de 0,60 a 0,41.
Fundamentalmente han sido los programas
políticos-sociales instaurados por el Estado Plurinacional los que han
posibilitado esos adelantos.
Con la
utilización del método cubano Yo Si Puedo se eliminó el analfabetismo al
aprender a leer y escribir 850 000 bolivianos, que hoy estudian para alcanzar
el sexto grado.
Se estableció el pago de rentas vitalicias de entre
1 800 y 2 400 pesos a la población mayor de 60 años (Renta Dignidad), y de 1 820 pesos a mujeres en
estado de gravidez y madres puerperal (Bono Juana Azurduy) hasta que sus hijos cumplan dos años,
lo cual ayuda a combatir los índices de morbilidad infantil y de féminas
gestantes.
programas sociales
para niños, mediante el cual el Estado abona 200 pesos anuales a 1,7 millones de estudiantes entre el primero
y octavo grado que han revertido los índices de deserción escolar en el país.
En el plan diseñado hasta el 2020 se establecieron cinco ejes principales:
elevar las inversiones en el sector petrolero; exportar energía eléctrica;
desarrollar la petroquímica; expandir el agro, e industrializar el litio, donde
el sector privado y la inversión extranjera directa están llamados a jugar un
importante papel.
Como pocos
países de la región, la nación andina ha ir solucionando en solo 11 años, una
deuda social de 500 años que padecía debido a siglos de colonialismo,
neocolonialismo y neoliberalismo.
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