lunes, 4 de diciembre de 2017

¿SE AGOTÓ EL RENTISMO PETROLERO O DESGUAZARON A PDVSA? ¡CÓMO NOS VOLVIERON LEÑA!

ELIGIO DAMAS

            -“Lo volvieron leña”.
            Al robusto árbol lo derribaron. Le cortaron las ramas,  estas las deshojaron y luego cortaron en pequeños pedazos. El robusto tallo fue cortado en forma de cilindros desde arriba hasta llegar al límite con las raíces y a ellas las dejaron allí para que languideciesen. Quizás como un hito o un desagradable recuerdo, muro para lamentaciones. Las hormigas y los bachacos se llevaron hojas y migas de madera que dejaron ellos, quienes arrastraron con aquella para venderla en el aserradero y nos dejaron sin sombra, frutos y oxígeno.
           -“Le volvieron leña”.
            Le golpearon tan fuerte que apenas le dejaron un hálito de vida. Un solo respirar. Le volvieron chicha.
            Lo desguazaron con hacha y con madero; lo rompieron con saña  reforzado con odio como para no retoñase.
            Desguazar prefería decir el cumanés de mi tiempo en lugar de “volver leña”. Parecía como una manera de describir lo acontecido con más acento o rasgo de tragedia.
             -“Anoche, en la riña del bar de putas de Punta de Mata, a Eleazar lo desguazaron a golpes dos policías”. “Uno de ellos es el cabrón de la niña de los rizos amarillos, quien la celó con Eleazar.”
             “Volver leña o desguazar a alguien”, y hasta “volverlo chicha”, es ni más ni menos lo que le hicieron a PDVSA. Por eso el título; no hallé mejor manera de decir lo que pasó.
            Entonces, a nosotros nos han mentido o quizás hablando con conmiseración, nos quisieron ocultaron la verdad. Porque ellos, quienes manejan desde el gobierno y hasta de la oposición, todavía creen que el venezolano es aquel mismo a quién se le cambiaba pepitas de oro y perlas por espejitos.
            Como suelen decir propagandistas del gobierno, “tal recurso sirve para darle tal cosa al Poder Popular”; pero esa concepción pareciera referirse no a un poder, sino a un indigente a quien hay que darle y a quien de paso nada le concierne, no sabe ni tiene por qué saber. El Poder Popular es una mentira más, un recurso de la propaganda.
            Por eso, un buen día, cuando los precios del petróleo se derrumbaron, uno de los magnates políticos, ese que ahora es “protector”, nos vino con un discurso barato según el cual el modelo rentista petrolero habíase agotado, como si fuese Arquímedes, acabando de descubrir por qué los cuerpos flotan en el agua y salía de la bañera gritando ¡¡Eureka!!
         Olvidó que, el pueblo les llevó al poder a él y todos los demás, por haber ofrecido en 1998 que harían realidad una política para acabar con el rentismo como se venía clamando desde el instante mismo que se comprobó que el petróleo nos impuso su dictadura y decrepitud, por lo que Pérez Alfonzo, años más tarde, pero muchos también antes que quienes ahora gobiernan, le llamó “Excremento del Diablo”. Habían pasado más de 15 años en el gobierno y nada hicieron. Por eso aquel grito de “se agotó el rentismo”, dicho en tono doctoral, no fue más que una morisqueta.
           Pero el rentismo es malo desde el mismo momento que se impone. Lo es porque todo especializado es débil, concepto tan viejo como la vida misma. Es tan malo el rentismo que destruyó toda nuestra economía, cambió nuestra cultura y hasta vida. Nunca se ha agotado, porque nunca ha sido una opción estratégicamente valedera. Lo que en verdad anunció el hoy protector, ocultando la verdad (no sé de quién ni cómo, pues antes nunca lo ha sido), fue la brusca caída de los precios del petróleo y del ingreso en divisas por esa razón y otra de la cual se guardó los detalles por complicidad con la gerencia que aquello causó, que la producción petrolera, en los tiempos de cuando Ramírez era el jerarca o visir de la economía venezolana toda, venía en picada por un muy mal manejo y estrategia productiva. Cuando Chávez arribó al poder, el  barril de petróleo sólo valía en el mercado internacional siete dólares y así subsistimos, sin hablar de precios anteriores. Venezuela fue acusada por los países de la OPEP, en los tiempos de la IV República, de violar la cuota, es decir, producir por encima de lo que le correspondía, para con ello, entre otras cosas, contribuir con los grandes consumidores a deprimir los precios. Casi desde los mismos días del golpe petrolero del 2002, según los expertos, nuestra producción comenzó a declinar y las instalaciones a deteriorarse. Han sido muy sonadas las denuncias de cómo se ha descuidado la inversión y hasta el mantenimiento de las instalaciones; como se ha perdido lo invertido costa afuera, tanto que hay quienes vaticinan un fatídico momento para 2018. A ello se le unen que las políticas anti rentistas anunciadas por años, sobre todo de hace cuatro para acá, parecen dudosas; esas relacionadas con una “Venezuela Potencia”, supuestamente impulsada por unos presuntos motores a los que  no se les escucha el ronronear.
            El rentismo siempre ha sido negativo. Eso no lo descubrió el “Protector” ni tampoco Maduro, lo sabemos desde que estábamos chiquitos. No fue necesario llegar a universidad alguna para saber del mal del cual ya nos estábamos muriendo. Por eso, desde temprano, aquí se empezó a gritar contra él y clamar por una política que se expresó en la frase “sembremos el petróleo”. Aquí hubo muertos, asesinados, torturados y desaparecidos por luchar para que se sembrase el petróleo y eso hubo, porque los gobiernos anteriores fueron enemigos fingidos y declarados de derrotar al rentismo, porque es justo lo que conviene a la política imperial. 

            Lo más triste, es que quienes creímos enemigos del rentismo y le dimos nuestro aval, por años se las echaron encima, se valieron de los falsos y altos precios del petróleo para repotenciar la fiesta importadora y la cultura dilapidadora y de paso esguazaron a PDVSA con el rentismo atrás. ¿Cómo sembrar el petróleo si la renta que produce se esfuma? Porque se la robaron y dejaron que la industria decayese. Ese balance, al margen de las culpas específicas de los gerentes investigados, detenidos y los hasta ahora evadidos, nada tiene que ver con el tan clamado antiimperialismo, nacionalismo y menos con el interés de romper con el rentismo. Quizás, pensaron muchos de ellos, se acabó o acabamos con la renta petrolera, entonces: ¡Muera el petróleo y viva el Arco Minero! ¡Qué nos desguace el rentismo! ¡Cómo nos volvieron leña!

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