Nov 12, 2017 10:23 am
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ELIGIO DAMAS
Días atrás, muchos no son, Elías Jaua, quien entre tantas cosas es Ministro de Educación, pues es de los funcionarios del gobierno que, como “Fantomas”, el de “Los vampiros multinacionales” de Julio Cortázar, está casi al mismo tiempo en distintas partes del mundo combatiendo el mal, anunció que había detectado que un buen número de canaimitas estaban siendo utilizadas en casas o sitios de juegos de azar. Cuando hice el comentario de lo dicho por ese relancino funcionario en el seno de mi familia, produje el efecto de quien hace un chiste inocente. Las risotadas fueron estentóreas y, lo más curioso, fue que quienes más rieron fueron mis dos nietas en edad escolar y con una canaimita cada de ellas en el dormitorio que comparten. En primer término, como suele suceder me percibí haciendo el ridículo, pero luego entendí el motivo, no di la noticia bien, tanto que creyeron estaba sorprendido, no por Jaua, sino por la noticia misma. Por lo demás, creí se reían por pensar que no es nada difícil hacerle camonina a Fantomas, no el de Cortázar sino de Maduro.
Rieron porque eso fue como denunciar que “los conquistadores españoles se están llevando el oro para España o que Franco, no Rajoy, está fusilando gente en el frente de Madrid y buscando escrupulosamente al general Modesto. O que “nuestros ríos corren a la mar que es el morir”. Claro, pidiendo perdón antes a Jorge Manrique.
Quizás hasta pudiéramos decir que es una noticia en un periódico de ayer. ¡Qué tarde te enteraste ministro o mejor ministerio! Digo esto por respeto, pero pudiera haber dicho como Luis Herrera a Lusinchi, ¡que tarde piaste pajarito! Eso lo sabe todo el mundo desde tiempo atrás y hasta hubo quienes lo denunciaron y no hubo autoridad que lo tomase en cuenta. Pero no sólo en eso de los juegos de azar, están en una multitud de actividades que nada tienen que ver con el fin para las que ellas fueron destinadas. Métase ministro en ese espacio que llaman Mercado Libre y hallará ofertas de esas pequeñas y valiosas maquinitas. ¿Sabía usted que sus discos duros son buscados con demasiado interés?
Pero no es eso lo fundamental ni, como hubiese dicho Chávez, la raíz del asunto. La causa del problema. ¿Alguna vez el ministerio y quienes allí llegan de pasada, porque ministros en ese mundo de la educación en poco tiempo ha habido por gandolas, han revisado a conciencia, ayudados por verdaderos educadores, expertos y formados en la escuela y el aula, donde de verdad como en toda actividad, así lo hubiese dicho Simón Rodríguez, se aprende? Porque es cierto, como en todo, las teorías pedagógicas son por demás útiles, pero sin suficiente practica o para decirlo como gusta a los revolucionarios afiebrados, la indispensable “vinculación de la teoría con la práctica”, el mandado queda incompleto.
¿Acaso es cierto que el gesto generoso, como tantos del gobierno, lo que no dudo, de dotar con ese instrumento a diestra y siniestra a nuestros muchachos tiene sentido sin vincularlo a un plan, una estrategia pedagógica? Lo dudo por varias razones. Soy abuelo, tengo cerca dos niñas que recibieron en la escuela sus respectivas canaimitas. También docente que me pasé más de treinta años en al aula, mañana, tarde y noche. Hasta sábado y domingo, para poder subsistir hube de trabajar en el sector universitario. Pero con orgullo digo, que lo aprendido en asunto de metodología y pedagogía que no es poco, se lo debo a la escuela secundaria y mis contactos estrechos con los maestros de la primaria. Repito, no fueron dos días ni una breve pasantía sino más de tres décadas.
En el primer instante en la aplicación del programa, lo que duró unos años, se le entregó de esas computadoras a los niños, más no al maestro. Eso denunció que el interés estaba en que el niño tuviese computadora y se metiese en ese mundo, lo que es en cierto modo o en mucho acertado.* Pero no hubo claridad en cuanto a vincular ese recurso tecnológico con el aprendizaje en el aula. Si no hubiese sido así, haber entregado una de ellas al maestro hubiese sido primordial. Simplemente el primer paso.
En segundo término, en ese mismo instante, a los niños, eso pasó con mis nietas, se le entregaron los libros, con los programas, objetivos y contenidos, asunto que parece también como muy loable. Pero luce o lució aquello como pagar la misma cuenta dos veces. Las canaimitas debían estar alimentadas con lo que tenían o tienen esos libros, aparte del recurso de internet para acceder a otras informaciones. Se hubiesen ahorrado el enorme costo de los libros.
Además, a partir de ese valioso recurso, debió entrenarse a los maestros, a todos los incorporados al programa a través de sus alumnos, que han sido hasta ahora casi todos, no sólo en el manejo del recurso o “material de apoyo”, sino en las estrategias metodológicas pertinentes para sacar el mayor provecho en el proceso de aprendizaje.
Por no haber procedido de esa manera, se dio el caso, eso lo sabe todo el mundo, si el ministro o los ex ministros no, eso no es culpa de los niños, maestros, representantes y hasta vendedores de vende y paga, sino de ellos. De todos los niños que conozco y sé han sido beneficiados con una canaimita, ni siquiera la llevan a la escuela, porque en esta no se usa ni menos abundan los maestros que exijan a sus muchachos aquello como obligación, no para cargar un bulto, sino como un recurso fundamental, valioso para trabajar en el aprendizaje. Los niños las dejan en sus casas y en casos, se convierte en un instrumento inútil o “muy útil” para que alguien en la familia resuelva un problema “importante”. Por eso, las canaimitas están donde no deben y habiendo sido al inicio un recurso para algo noble termina en la basura. Y cuando dijo esto no blasfemo, pues termina vendiendo lotería.
Por mi experiencia docente, no por hablar paja como dice el personaje aquel que de todo sabe, sé de lo valioso que sería ese recurso en la escuela. ¡Cuánto podría hablar sobre ese tema! ¿Cuántas dificultades confrontamos en el aula por niños que no tenían libros, cuadernos y el docente, entre ellos el suscrito, tenía que, como dicen en Cumaná, “hacer malabares” o inventar para afrontar las carencias? Por esto mismo aprendimos mucho y valoramos lo que ese recurso significa. ¡Cuánto hubiera querido tener ese recurso en el aula!
Por eso, Jaua no ha descubierto a América. Es una maña vieja. Viene sucediendo desde los primeros días que nació el programa y uno lo sabe porque no anda en la luna. Como también sabe que el programa estuvo mal diseñado. Lo dice quien tiene experiencia sobre eso y quien conoce que, entre otras enormes fallas del sistema educativo, una de las fundamentales es la ausencia de supervisión y de funcionarios con conocimiento del asunto y otros de la escuela; no hablo de burócratas, ni gente de nómina para cobrar sin la adecuada formación. Llamo la atención de aquel gesto de los primeros días del gobierno de Chávez, cuando se intentó crear el supervisor itinerante, usando para ello educadores con experiencia aun siendo jubilados, plan satinado por la oposición y por ello olvidado. Esa idea que no fue original de quien se la propuso al presidente sino que es una de las experiencias de la vieja escuela, los adecos, por iniciativa del Dr. Prieto la usaron, sique vigente.
Sabemos cómo implementar un plan sobre eso; para sacarle el máximo provecho a ese recurso y que no quede como un gesto generoso más de un gobierno que se preocupa por poner en las manos de la gente, en la medida de lo posible, lo que cree para ella necesario. Lo sabemos porque en eso nos pasamos la vida y por muy bruto que uno sea, a fuerza de hacer por años, algo aprende. Saldría mucho menos costoso y permitiría abordar, con los recursos sobrantes, con holgura, los tantos problemas de la escuela y del sistema todo.
*Hay quienes sostienen que primero se vio como un negocio y una forma de hacer propaganda.
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