Crisis en la colonia puertorriqueña
Por Hedelberto López Blanch
Puerto Rico esta envuelto en un enorme laberinto
pues por ser colonia de Estados Unidos, solo puede aspirar a que la metrópolis
le ayude a salir de la desastrosa situación que padece tras el paso de los
huracanes Irma y María.
Los dos fenómenos atmosféricos han posibilitado que
muchos habitantes de la Isla y numerosos países del mundo comprendan realmente
las grandes ataduras que la nación caribeña padece con respecto a la metrópolis
desde que en 1898 Washington se adueñó de ese territorio y lo controla
política, económica y financieramente.
Antes del
paso de Irma y María, la colonia estadounidense ya padecía una enorme crisis
económico-financiera que Estados Unidos no ayudó a resolver.
Hace unos
seis meses, este país se declaró en una especie de quiebra, pues la deuda exterior
se fijaba en más de 73 000 millones de dólares y el gobernador, Ricardo
Rosselló, declaró que tomó la decisión de solicitarle a la Junta de Supervisión
Fiscal (JSF) impuesta por el Congreso de Estados Unidos desde junio 30 de 2016,
que se acogiera a la protección del Titulo III para trabajar en forma
estructurada e intentar cancelar los pagos bajo los parámetros del plan fiscal.
La JSF fue creada por el entonces
presidente de Estados Unidos, Barack Obama debido a la crisis de la deuda
pública puertorriqueña con el objetivo de reestructurar las cuentas de la
colonia, denominada eufemísticamente Estado Libre Asociado (ELA).
El Título III de la Ley para la Supervisión, Administración y
Estabilidad Económica de Puerto Rico, preveía el inicio de un proceso
supervisado de reestructuración en caso de que los acreedores y el Gobierno no
lograran acuerdos para los pagos de deuda.
Como esa solución no
se logró porque tras terminar la congelación de litigios varios inversionistas
de bonos demandaron al ELA, el Estado deberá reestructurar parte de su deuda en
los tribunales.
Un 45% de los
ciudadanos vive por debajo de la línea de pobreza y sólo el 40 % de la población adulta trabaja o
busca empleo, el resto no aporta o lo hace en la economía sumergida.
El cerco colonial es tan férreo y
amplio que a las autoridades, sin ningún poder, y al pueblo puertorriqueño se
les prohíbe pertenecer a cualquier organización regional como por ejemplo, la Asociación
de Estados del Caribe (AEC).
Tras los desastres provocado por María
el 20 de septiembre, y con los servicios eléctrico y telefónico caídos en casi toda
la isla, con carencia de agua potable, combustible y alimentos, más de 15.000
evacuados, aumento de los saqueos y la criminalidad, varios países y
organizaciones internacionales manifestaron el interés de enviarles suministros,
pero todos se han enfrentado con un insólito obstáculo: sus barcos no pueden
atracar en la isla.
En 1920 el Congreso norteamericano aprobó la Ley de la Marina Mercante,
conocida como Ley Jones, la cual estipula
que únicamente los barcos estadounidenses pueden llevar mercancías y pasajeros
de un puerto a otro de Puerto Rico.
O sea, en el
estado de desastre que vive esa nación toda ayuda debe llegar primero a
territorio continental de Estados Unidos para, una vez allí, ser transportada
en barcos con bandera estadounidense hasta esa isla.
El presidente Donald Trump, que ha
sido fuertemente criticado por la desidia demostrada hacia el pueblo
puertorriqueño, al que muchos afirman lo considera como ciudadanos de segunda
clase, autorizó eximir a Puerto Rico de la Ley Jones durante solo 10 jornadas
para facilitar la llegada de recursos.
Además, el presidente se regodeó con
la asfixiante situación que viven los habitantes de la isla al lanzar varios de
sus acostumbrados twitter electrónicos.
En el primero, después de cinco días
del desastre natural, escribió que Puerto Rico está en graves problemas y sus
miles de millones de dólares en deudas con los bancos de Wall Street deben ser
afrontados.
A todas luces, primero esta el señor
dinero en el sistema capitalista y después la atención de las personas
afectadas y desesperadas ante la tragedia.
La realidad es que las subsidiarias norteamericanas
han extraído del país, solo en la última década, 330 000 millones de dólares
anuales, prácticamente sin pagar impuestos.
Un informe preparado por la Junta de
Planificación boricua asegura que esas corporaciones le prestaron dinero al
gobierno, mediante bonos en el mercado de Wall Street que conllevó a la deuda.
El documento explica que desde 1972
hasta la fecha, las subsidiarias de las corporaciones estadounidenses se han
llevado de la Isla más de 716 000 millones de dólares de los cuales el 46 % ha
sido repatriado en los últimos 10 años.
Trump, a través de otro Twitter,
volvió a la carga el sábado 29 de septiembre a pocos días de su anunciado viaje
a San Juan,, y criticó a las autoridades puertorriqueñas por su “pobre
liderazgo” en la respuesta al paso del huracán y enfatizó: “quieren que se les
haga todo y no logran que sus trabajadores ayuden”.
Al fin, el pasado 3 de octubre, a casi
dos semanas de que el huracán María devastara Puerto Rico, llegó Trump a ese
país y lo primero que dijo fue: “Han desquiciado nuestro presupuesto… Gastamos
mucho dinero”, en relación al costo de los trabajos de emergencia, que ha
incluido el envío de miles de marines, personal de la Administración Federal de
Manejo de Emergencias, ingenieros.
Además, señaló que lo ocurrido no
podía llamarse catástrofe pues solo murieron 16 personas. Al final de su efímera
jornada, realizó un recorrido aéreo y aterrizó en el buque USS Keasarge para
saludar al personal militar.
Los pobladores comprenden que por
varias semanas no dispondrán de servicio eléctrico ni de agua potable, dependerán
de poco combustible y de alimentos, pero sí dispondrán de numerosos militares
estadounidenses en el territorio y una enorme deuda financiera que no podrán
pagar.
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