ELIGIO DAMAS
“¡Aló! ¿Me escucha?”.
La llamada entró cuando el “dirigente” hacía su programa radial de los sábados, dirigido especialmente a los “viejitos” pensionados. La hizo alguien sometido a la tortura de verse obligado a “visitar” todos los días el banco para que, de su esmirriada pensión, cada vez retirar un mendrugo.
El conductor del programa, “dirigente” dentro de ese universo, quien recibe las llamadas al aire, respondió:
“¡Sí! ¡Cómo no! Le escucho perfectamente. Por favor identifíquese y exponga lo que motiva su llamada.”
Del otro lado de la línea, de algún lugar del país, un señor, después de saludar, expuso su motivo o mejor queja:
“¡Buenos días camarada! Quiero denunciar a usted, para se haga portavoz de nuestro reclamo, pues somos muchos, que el Banco tal, nos paga la pensión por retazos. Alegan que carecen de efectivo.”
Es una tormenta, un aluvión, por todas partes eso se comenta, en todo banco eso sucede. Es un hecho público y notorio que por serlo, la dirigencia ya debe tener un reclamo también aluvional y hasta una respuesta contundente.
El denunciante, observe usted lector, trató al conductor del programa, dirigente del sector de pensionados y hasta Constituyente como “camarada”, lo que quiere decir que estaba bien centrado y por eso busca a ese medio y personaje para depositar un reclamo esperando la ayuda, respaldo pertinente y hasta una respuesta ya solicitada al ente competente. Dicho de otra manera, el señor no llamó a un programa cualquiera donde se hacen denuncias de todo tipo, sino a uno precisamente para que él y todo los tipos como él, denuncien sus calamidades y el receptor del reclamo, como dirigente que es de ese universo, tome la denuncia, la procese, gestione la solución y hasta denuncie y demande a quienes afectan a la gente bajo su conducción y hasta protección. Y hasta para recibir una respuesta que le indicase se ocupaban de su angustia. No llamó pues sólo para quejarse.
El “dirigente” o mejor conductor del programa, porque es la calificación exacta que le cabe, ante el reclamo de aquel anciano respondió de esta manera:
“Camarada, anote este teléfono” y de seguidas le dictó los números correspondientes. Luego como sintiéndose satisfecho y el deber cumplido, agregó:“Llame a ese número y presente esa denuncia y cualquier otra regularidad que usted observe en el banco”.
Así le habló, como triturando las palabras que parecían salidas de un congelador y se lo sacudió más rápido que inmediatamente. Como si tal asunto no fuese de su competencia y las autoridades respectivas no conociesen el asunto.
Imagino que el conductor del programa o mejor locutor, respiró hondo después de decir aquello y se sintió feliz de una vez más haber cumplido cabalmente con su deber de “revolucionario”. Aún sabiendo bien lo que hizo. Pero para él era ese su deber, hasta allí debía llegar, primero está todo, la dirigencia, el Estado y hasta la revolución que la gente. Lo que sé, porque eso dijo, que todo eso de pagar por retazos a los viejitos y a todo el mundo forma parte de un plan de la banca para sabotear al gobierno. Desconozco, no pude descifrarlo, si escuchó bien cuando el denunciante mencionó el nombre del banco como para enterarse que es uno de la banca estatal. Aunque escuchar aquello no le sirviría de mucho, sabe bien lo que pasa en todo el sistema bancario y hasta el por qué.
Pero lo que conviene resaltar es como el “dirigente” y conductor de un programa destinado a ser vocero de los viejos pensionados, además Constituyente, se limita a escuchar la denuncia, sin volverse portavoz del denunciante, menos identificarse con la gente anciana víctima de aquel proceder, pero sí cuidadoso en mostrarse en sintonía con SUDEBAN, quien pide a la gente que haga eso mismo, para lo cual también ofrece números de teléfonos, sabiendo bien lo que está sucediendo y por qué en todo el sistema bancario nacional, lo que se aplica no sólo a los viejitos, sino a todo el mundo o mejor a casi, menos a la señora Tintori.
Es decir, el “dirigente revolucionario”, además Constituyente, se vuelve portavoz, pues asume el mismo papel del Poder Constituido, en este caso de SUDEBAN y se limita a solicitarle al denunciante, su dirigido, como si fuese igual, que dirija su denuncia al ente bancario estatal y no a él. Cómo si no fuese la denuncia de un asunto por demás denunciado y evidente lo que falta hace ¡Ni de vaina se va poner a denunciar lo que sabe, sobre todo la ineptitud de las autoridades y poner en riesgo su status! ¡Cada quien se las arregle cómo pueda!
De eso hay varias lecturas no excluyentes. El “dirigente revolucionario” sabe bien que, en gran medida, no se trata que la banca conspire, por lo menos la estatal, pues es un hecho público, lamentable, que ese “dirigente” no lo sepa, que a los bancos las remesas que llegan no satisfacen la demanda. Muchas veces, los bancos, hablo de los del Estado, a los cuales siempre acudo, soy testigo y sufriente, tanto que ayer me dieron sólo una pequeña cantidad, muy por debajo de lo que necesitaba y en billetes de cien, deben pagar a los solicitantes de dinero, incluyendo los pensionados, con lo que el mismo público deposita al instante. Aunque él si lo sabe. Conoce bien, como uno, lo que pasa. Pero sucede que se trata de esos “dirigentes”, quizás él no lo sepa, pese ser además Constituyente, burocratizados y más identificados con el Estado que con la gente que se supone dirige o cree representar. Lo que no lo diferencia mucho de quienes optan por defender al patrón privado o al capital y no al trabajador. Por eso, en lugar de tomar la denuncia y reclamar ante la instancia competente, reclamar a través del micrófono al gobierno ponga coto a esa anomalía, que de hecho se convierte en algo cruel, opta por evadirse y limitarse a dar un número de teléfono para que el “dirigido” se las arregle como pueda. El no va a arriesgar su programa, prebendas y hasta la confianza que lo hizo “dirigente” y Constituyente por volverse genuino portavoz de una denuncia presentada por alguien que en él creyó.
Hasta desconoce el poder del cual fue ungido, Constituyente, como para ante esas denuncias, plantear al Poder Originario del cual forma parte, abrir una investigación que ponga las cosas y la gente en su sitio.
Entre las grandes tragedias de que ha sido víctima esto que llaman “el proceso”, desatado por Chávez cuando dijo “por ahora”, tanto como tener que enfrentarse al capital imperial y sus enormes poderes, es la burocracia en general y haberse rodeado de “dirigentes” de esa estirpe, para quienes lo primero es el Estado, la gente que a este maneja y los “camaradas” que controlan el partido. Aunque debo reconocer que ese “camarada”, como me dijo mi compañera, “si hace mal, pero el pobre no sabe lo qué hace”. La rosca se hizo para la tuerca. DIOS LOS CRÍA.
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