Renegociar el
TLCAN o anexionarse a México
Por
Hedelberto López Blanch
Obligados por
Estados Unidos a sentarse en la mesa de negociaciones para discutir y
actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, (TLCAN) México y
Canadá se encuentran en la disyuntiva de acogerse a nuevas imposiciones del
gigante norteamericano o aceptar que se cumplan las amenazas del presidente
Donald Trump de “revisarlo” a su forma o “romper el Tratado”.
Con ese fin,
las tres partes se reunieron del 17 al 20 de agosto en Estados Unidos y resultó
sintomático que el único comunicado fuera emitido por la Oficina del Representante de Comercio Exterior de
esa nación al decir que "La amplitud y volumen de las propuestas durante
la primera ronda de negociaciones refleja el compromiso de los tres países por
un ambicioso resultado y reafirma la importancia de actualizar las reglas que
gobiernan el área de libre comercio más grande del mundo".
Trump,
primero cuando era candidato y después de llegar a la Casa Blanca, ha insistido
en que México se aprovechó de la firma del Tratado porque se ha llevado puestos
de trabajo e industrias norteamericanas hacia su territorio, además del
desequilibrio comercial que favorece a la nación azteca.
La próxima cita tendrá lugar entre el 1 y el 5 de septiembre en
México, la otra será en Canadá a finales de septiembre y para su posible
conclusión, los negociadores regresarán a Estados Unidos en octubre.
Recordemos
que el TLCAN entró en vigor en 1994 pero desde 1992, el ex presidente Carlos
Salinas de Gortari, un millonario promotor del neoliberalismo, había iniciado los
pasos para privatizar el país, al reformar primero el artículo 27 de la
constitución que protegía la propiedad colectiva de la tierra lo cual propinó
un duro golpe a los sectores campesino e industrial.
Le siguieron
tres antinacionales leyes, la Minera, de Aguas y de Biodiversidad, que pusieron
esos recursos mexicanos en las manos de las dos más grandes economías de la
zona: Estados Unidos y Canadá.
Tras la firma del TLCAN,
México se convirtió en un apéndice del vecino del norte que lo utiliza para
obtener mano de obra barata, extraer su petróleo a precios preferenciales,
exportar el exceso de producciones norteamericanas, y contar con un gobierno
afín a sus intereses.
Alrededor
del 85 % de las importaciones mexicanas provienen del Norte, mientras que el 70
% de sus exportaciones van hacia ese mercado, que las limitó durante la grave
crisis económica que padeció.
Los acuerdos
de libre comercio tripartitos abrieron las puertas a las compañías
transnacionales y al capital privado los que han comprado a bajos precios
empresas productoras, de servicios, minas y tierras agrícolas a cambio de una
supuesta inversión y creación de empleos.
De forma
inmediata, el desarrollo desigual entre las tres naciones se puso de manifiesto
y la dependencia económica de México respecto a Estados Unidos se amplió
progresivamente en todas las ramas de la industria, la agricultura y los
servicios.
El sector agrario ha sido objeto de
un desmantelamiento sistemático a causa de la radical asimetría en el
tratamiento que las naciones firmantes dan a sus respectivos productores.
Mientras en Estados Unidos la agroindustria disfruta subsidios de hasta un 30 %,
en México no rebasan la tercera parte de esa cifra.
Los campesinos
emigran en masa hacia las grandes ciudades donde les resulta sumamente difícil
hallar trabajo y pasan a engrosar las filas de los vagabundos, o los más
jóvenes tratan de cruzar las custodiadas fronteras norteamericanas en un vía
crucis de inmigrantes clandestinos que en muchas ocasiones los llevan a la
muerte.
Antes de
1994, los agricultores aztecas abastecían a la nación de arroz, frijol, leche y
maíz, entre otros productos pero en la actualidad esas mercancías entran
procedentes de la nación vecina libres de aranceles y acaparan el mercado.
Un estudio
de la Organización
para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE) informó que el 54 % de los habitantes, unos 60
millones de personas, viven en situación de pobreza y el 10 % (unos 12
millones) en pobreza extrema.
El 48 % de las escuelas públicas carecen de acceso a drenaje, 31 % no
tienen agua potable, 12.8 % no cuenta con baños sanitarios y 11.2 % no poseen
energía eléctrica. A lo que se suma que debido a la necesidad de ayudar
económicamente a sus familiares, los niños trabajan a edades tempranas y no
concurren a las aulas.
Las compañías transnacionales con sedes en Estados Unidos y Canadá han
ido adquiriendo las principales industrias y tierras del país y las ganancias
adquiridas son extraídas de la nación azteca sin que la mayoría de la población
pueda ver esos beneficios.
En 2016, la economía mexicana creció 2,5 % del Producto Interno Bruto
(PIB), mientras que la pobreza y la desigualdad tomaron nuevos impulsos. Como
de desprende, el crecimiento del PIB no mide la realidad económica y social que
viven sus habitantes.
El año 2017 se inició con mayores incertidumbres para los pobladores
pues se decretó un denominado tarifazo en el combustible que elevó el precio de
la gasolina entre 14 y 20 %, con lo cual aumentó el valor de todos los
productos, tanto del agro como de la industria.
El
coordinador general del Centro de Investigación Laboral y Asesoría sindical de
México, Héctor de la Cueva denunció recientemente a la prensa que con las
medidas aplicadas en 1992 por Salinas de Gortari, el TLCAN vino a consolidar la
estrategia del Gobierno hacia la nefasta política neoliberal y por eso México
entró a negociar de rodillas el Tratado.
Al concluir la primera ronda de
renegociaciones, el gobierno norteamericano aseguró que no será suficiente que
el TLCAN sea “retocado pues el pacto ha fallado a muchos estadounidenses”
La interrogante ahora será: ¿permitirá
México que su incontrolable vecino se acabe de adueñar de la soberanía
económica y hasta política de su país? Esperemos que eso no ocurra para bien
del pueblo azteca y de América Latina en su conjunto.
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