El tio tiene colmillos atómicos
Traducido desde el más allá por Max Lesnik
La verdad no se puede negar ante los hechos que están ahí. El mundo está patas arriba desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos.
Punto de confrontación atómica con Corea del Norte, malas relaciones con China y Rusia, desavenencias con la Unión Europea, mala sangre con México por las declaraciones ofensivas de Trump sobre el muro que quiere con construir en la frontera y que lo paguen los mejicanos, a lo que se añade sus amenazas con una guerra invasora de Venezuela, algo que rechazan por irracionales hasta los más notorios enemigos del gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Y hasta con Cuba se han enfriado las relaciones por culpa de la extrema derecha de Miami.
Y para rematar la complicada situación internacional, dentro de los propios Estados Unidos se aviva la confrontación racial por causa de la tibieza del Presidente Trump por no condenar duramente en su momento la violencia racista de los extremistas supremacistas blancos desatada por estos en un pueblito sureño del país que todavía parece añorar los tiempos de la esclavitud anteriores a la Guerra Civil norteamericana.
La unidad nacional en Estados Unidos parece resquebrajarse día por día, llegando la división de la sociedad norteamericana a extremos nunca vistos antes, con lo que tanto por lo uno como por lo otro, la imagen de Norteamérica se sigue deteriorando ante los ojos del mundo.
Pero eso no quiere decir que Estados Unidos haya dejado de ser la primera potencia mundial tanto en lo económico como en lo militar. Es cierto que el mundo está patas arriba y que el Tío Sam no anda bien de salud con Donald Trump en la Casa Blanca.
Alguien me dice que no hay mal que por bien no venga. A lo que yo respondo a los extremistas de izquierda que proclaman victoria: ¡Cuidado que ese tío tiene colmillos atómicos!
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.
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