domingo, 23 de julio de 2017

LA LUPE

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La Lupe
Ciro Bianchi Ross • digital@juventudrebelde.cu
22 de Julio del 2017 20:10:42 CDT

La Lupe, esa canción con aire de ranchera que se considera una joya de
la creación musical de la Isla, fue escrita en México, por el cubano
Juan Almeida Bosque en vísperas de su regreso a Cuba a bordo del yate
Granma, como parte de la expedición comandada por Fidel Castro para
iniciar en las montañas la lucha armada contra la tiranía de Fulgencio
Batista. La pieza, que su autor clasificó como un bolero y que en la
partitura original lleva el título de Guadalupe,al que se añade entre
paréntesis La Lupe, es una canción de amor y también un homenaje a la
mujer mexicana que acogió en su exilio a los futuros integrantes del
Ejército Rebelde mientras hacían su entrenamiento guerrillero. Y es
asimismo testimonio de devoción por la Virgen de Guadalupe, patrona de
México.

Ya me voy de tu tierra,
mexicana bonita,
bondadosa y gentil,
y lo hago emocionado
como si en ella quedara
Un pedazo de mí.
Ya me voy, linda Lupe,
y me llevo contigo
un rayito de luz
que me dieron tus ojos,
virgen guadalupana,
la tarde en que te vi.


Juan, ¿te vas?
Almeida conoció a Guadalupe una tarde en el Bosque de Chapultepec. La
muchacha, quien iba acompañada por su hermana, deslumbró al cubano.
Fue un flechazo que inició un romance llamado a no vivir mucho tiempo.
Corría ya el año de 1956 y Almeida, como parte de las huestes de Fidel
Castro, debía regresar a Cuba. Era uno de los históricos de aquella
gesta. Tres años antes, el 26 de julio de 1953, había acompañado al
Jefe de la Revolución en su intento de apoderarse del cuartel Moncada,
en Santiago de Cuba, y sufrió prisión junto a él. En esos días, en
México, Fidel proclamaba la voluntad de los suyos de ser «libres o
mártires» antes de que concluyera el año. Decía además: «Si salgo,
llego; si llego, entro; si entro, triunfo».
El yate Granma sale del puerto de Tuxpan con destino a Cuba a fines de
noviembre. Antes, en un día no precisado de ese mismo mes, Almeida y
la muchacha se encuentran en el templo de la Virgen de Guadalupe. Es
la hora de la despedida.
—¿Qué le has pedido a la Virgen? —pregunta ella.
—Nada… ¿Y tú?
—He pedido por ti, porque siempre todo te salga bien.
—Pues ya eso es bastante.
—Juan, ¿te vas? —a la pregunta de Guadalupe siguió un largo silencio.
—Sí, nos estamos preparando.
—¿Cuándo?
—No sé, pronto. Hemos dicho que volveremos este año a Cuba y ya se
está cumpliendo el plazo.
—¿Escribirás?
—Sí, tan pronto pueda.
—Eso me consuela. Todo saldrá bien, se lo pedí a la Virgen. Te
comprendo. Entiendo el camino que has elegido y me gustaría
acompañarte. Sé que es tu vida. Te admiro. Te quiero.
Escribía Juan Almeida años después: «Ese deseo sublime que quise que
fuere indeleble, agarrarlo, grabarlo, escribirlo para que no se fuera
como el viento o el agua. Decirle: Ya me voy de tu tierra,/ mexicana
bonita, y decir todo lo que siento por México, pero hay algo más
fuerte que me llama a gritos: el deber para con mi patria».

Golondrina sin nido
era yo en el camino
cuando te conocí.
Tú me abriste tu pecho
con amor bien sentido,
yo me anidé en ti.
Y ahora que me alejo
para el deber cumplir
Que mi tierra me llama
a vencer o a morir,
no me olvides Lupita
Acuérdate de mí.

Como Amelita, nadie
Los versos viajan a Cuba con su autor. Durante la travesía marítima,
el papel donde se escribieron se moja y deteriora. Hay mal tiempo. Uno
de los expedicionarios cae al agua y Fidel ordena que el barco detenga
la marcha para rescatarlo, lo que consiguen. Llegan al fin a las
costas cubanas, desembarcan en la playa de Las Coloradas. El ejército
y la aviación de la tiranía persiguen a los expedicionarios, que se
dispersan tras el combate de Alegría de Pío. Los instan a la
rendición. «Aquí no se rinde nadie, cojo...», responde Almeida. De los
82 hombres llegados en el Granma, solo un puñado se reagrupa al cabo
de los días, es el núcleo inicial del Ejército Rebelde. Ya en la
Sierra Maestra, Almeida reconstruye la letra de La Lupe. Fidel no
demorará en ascenderlo a Comandante, el grado más alto del Ejército
Rebelde, y confiarle la jefatura del III Frente de guerra. Sus
compañeros se saben La Lupe de memoria.
Triunfa la Revolución, el 1ro. de enero de 1959. El comandante Juan
Almeida asume el mando del importante campamento de Managua, en las
afueras de La Habana. Hasta allí, con machacona insistencia, llegaba,
una semana sí y la otra también, la cantante Amelita Frades. Nada con
la música ni el arte tenían que ver aquellas visitas. Acudía en un
empeño que ya le iba pareciendo inútil: cobrar los honorarios por los
muebles cuya confección había encargado la jefatura del campamento a
la carpintería propiedad de su esposo y cuyo pago quedó pendiente al
desplomarse el Gobierno de Batista. Los oficiales rebeldes a los que
reclamaba la liquidación del negocio, daban largas al asunto. En
definitiva, decían, era cosa del Ejército derrotado y nada tenía que
ver con ello el nuevo Ejército.
Cansada de dilaciones y evasivas, Amelita pidió ver al Comandante
Almeida. El militar escuchó a la mujer, comprendió la justeza de su
pedido y ordenó que se le liquidase lo suyo de inmediato. Claro que él
la conocía, la había escuchado mucho por radio. Sabía que cantó con la
orquesta de Arcaño y sus Maravillas y luego con la de Obdulio Morales,
y que estuvo en México de gira en 1956, en los días de su exilio.
—Mire qué cosa… yo escribo canciones —se atrevió a confesar Almeida, y
Amelita se interesó por conocerlas.
—Bueno, tengo escritas las letras, no la música… La música la
memorizo. De ellas, hay una que me gustaría que usted valorara. Se
titula La Lupe y la escribí en México hace tres años.
Almeida silbó la melodía y el pianista Enrique Lasaga la transcribió.
Amelita Frades aprendió la letra y cantó la pieza en un programa de
Radio Progreso. Enseguida la difundió CMQ y entró en el catálogo de la
disquera Víctor, y el acetato fue todo un éxito. Compitió en la
Pizarra Verde, de Radio Progreso, con la canción El pájaro chogüí,
interpretada por el venezolano Héctor Cabrera.
«El pájaro... —decía Almeida— se le metió encima a mi canción como si
fuera una tiñosa, como el gorrión al pitirre, más o menos así fue el
lanzamiento de La Lupe. Mi canción la grabó Amelita Frades, como ella
nadie pudo darle
esa interpretación especial. Después la cantaron otros, pero nunca
superaron a Amelita. A ella le tuve mucho afecto y mucho cariño».
Amelita Frades Llira falleció en 1984, a los 56 años de edad. En el
mismo año de su muerte hizo su segunda gira por México.

Mi más bello recuerdo
Juan Almeida Bosque nació en La Habana, el 17 de febrero de 1927, y
murió en la misma ciudad, el 12 de septiembre de 2009. Fue miembro del
Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Las
Fuerzas Armadas le confirieron el grado honorífico de Comandante de la
Revolución.
Compuso mucho. Al final del camino, A Santiago, Dame un traguito, Es
soledad, Cómo le explicó yo a mi corazón y Tiempo ausente son solo
unos pocos títulos de las decenas y decenas de canciones que compuso
casi siempre en la línea de la canción romántica y el bolero. Beatriz
Márquez ha sido una de las mejores intérpretes de su obra. En 2004 la
banda de la Facultad de Música de la Universidad de Shou, en Japón,
estrenó su obra Hiroshima y Nagasaki, en la cual se hace evidente,
afirma la crítica, la dimensión de la tragedia nuclear sufrida por
esas ciudades en 1945. Es autor además de Elegía al mayor general
Antonio Maceo. Publicó también varios libros. Uno de ellos, testimonio
sobre el ciclón Flora, le valió un premio Casa de las Américas.
Almeida nunca olvidó a Lupe, aquella muchacha que una tarde conoció en
el Bosque de Chapultepec. La buscó en cada uno de sus viajes a México,
y le inspiró otras canciones, como aquella que dice:
(…) hoy, con polvo en los cabellos
de andar por los caminos,
en tránsito de nuevo
por México otra vez,
quiero dejarte Lupe
mi más bello recuerdo
por haber sido tuyo
también lo que yo amé.

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Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/

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