MIAMI. Hoy, la Madre Tierra Gaia* está en grandes problemas. Quiero decir hoy. No mañana, sino ahora mismo. Tiene enemigos mortales. La codicia, ante todo. Eso y la ciencia falsa que trata de ocultar la verdad al servicio de la codicia. Las probabilidades para Gaia son mucho peor desde que el régimen de Trump llegó al poder.
[Domingo, 21 de mayo de 2017, The New York Times: “Pruitt’s EPA Is Boon to Oil and Gas.”]
Los intereses corporativos que ya se están beneficiando de esta bendición dicen alto y claro que el titular del Times no es una noticia falsa: “Ni en nuestros sueños más salvajes, nunca, esperábamos conseguirlo todo”, dijo Kathleen Sgamma, presidenta de Western Energy Alliance, una asociación de compañías petroleras y de gas de Detroit.
The New York Times, Sábado, 20 de Mayo: “Expediciones antárticas: un continente en peligro”
“La plataforma de hielo Ross, un trozo flotante de hielo del tamaño de California, es estable por el momento. Pero una rápida desintegración del hielo antártico podría hacer que el nivel del mar subiera hasta seis pies hacia mediados del siglo, inundando las principales ciudades costeras, incluyendo Nueva York”.
El desafío a Gaia viene con un costo abrupto: Miami, Savannah, Charleston, Nueva York y otras ciudades más pequeñas y a lo largo de la costa oriental, así como las principales ciudades y pueblos a lo largo de la costa del Pacífico. Como los ciudadanos de Miami Beach saben muy bien, el aumento del nivel del mar está sucediendo ahora. Yo mismo he estado pensando en comprar un kayac.
Esto es demasiado serio para la irreverencia cubana; muy serio para el choteo, esa palabra intraducible que describe el humor a menudo usado para sacar provecho de los desastres menores y mayores, y para burlarnos de la autoridad ilegítima.
Si este asunto no fuera tan grave, el choteo sería una táctica perfecta para hacer frente a los desastres menores que ya tenemos y los muchos peores que se ven en nuestro horizonte. Para Pruitt, un oponente feroz de la agencia que encabeza y un servil de la industria energética, la táctica es la encarnación de la autoridad ilegítima y los conflictos de intereses que permean la administración de Trump.
Con Pruitt a cargo de proteger el medio ambiente, usted no tiene un caso semejante al del zorro que cuida el gallinero. Es más grave que eso, como un dragón de Komodo que pastorea una manada de ciervos, el alimento favorito de esta temible criatura, el lagarto más peligroso y más grande de la Tierra, que crece hasta diez pies y pesa hasta 150 libras.
El curso de la colisión a la que Gaia y la avaricia se dirigen no podría ser más claro.
Por un lado, usted tiene la política ambiental de Trump-Pruitt de dar a las empresas energéticas casi carta blanca, de revertir las restricciones de la era de Obama y las regulaciones promulgadas para frenar las emisiones de gases invernadero, para reducir la contaminación del agua y el aire y para prevenir los efectos adversos para la salud humana. Para colmo, la administración está incluso considerando abrir áreas protegidas, tales como monumentos nacionales, a la explotación minera.
En pocas palabras, Trump está diciendo a la industria energética: quema, nena, quema, y las consecuencias ambientales serán obviadas; que la Antártida se derrita, junto con Groenlandia y los glaciares. Así, la avaricia, personificada en la representante de la industria, del que manaba toda aquella incredulidad extática al estilo “en nuestros sueños más salvajes, nunca, esperábamos conseguirlo todo”, está ganando la lucha contra Gaia, imponiéndose.
Por otra parte, a menos que Estados Unidos y otros grandes contaminadores hagan un cambio radical en la política pronto, la Madre Tierra tendrá su venganza. Será de una magnitud única, que afectará más no sólo a los osos polares y pingüinos sino a toda la humanidad.
Las generaciones futuras que sufrirán las peores consecuencias juzgarán la no-administración ambiental de Trump y Pruitt justamente como criminal. Porque, en este momento, el destino de la Tierra está colocado en el filo de un cuchillo. La mala política medioambiental podría rápidamente inclinar la balanza, desencadenando fuerzas indetenibles.
El colapso de la Antártida, con sus terribles consecuencias, se encuentra en una etapa temprana pero acelerada. Los científicos discuten si el proceso puede ser ralentizado o ya ha cruzado el punto de no retorno. Todos están de acuerdo, sin embargo, en que, si las políticas como las de la actual administración en Washington continúan por cualquier período de tiempo, el colapso será imposible de detener.
¿De qué estamos hablando exactamente? El 60% del agua dulce en la Tierra consiste en las inmensas capas de hielo de la Antártida. Lo que les puede estar sucediendo es de importancia crítica y global. Hay muchos científicos que todavía no lo saben, pero están viendo señales siniestras:
The New York Times, citado anteriormente señala: “Se inició un amplio monitoreo por satélite en los años 90 y, en una década, surgió la evidencia de que la capa de hielo se aceleraba, retrocedía y se desestabilizaba. Desde entonces, la velocidad a la que algunos de los glaciares están arrojando hielo al mar se ha triplicado. Más de 100 mil millones de toneladas se pierden cada año”.
Al ver que es un número inconcebible, 100 mil millones de toneladas, una Administración que valorara la razón y la ciencia sobre la codicia y los delirios de grandeza nacional se alarmaría y actuaría rápidamente para detener la fusión. Esta Administración en su lugar se está moviendo rápidamente para acelerar el gran derretido. Eso es un error, un crimen de importancia histórica mundial.
El artículo del Times señala que, a partir del siglo XIX, los antropólogos notaron que casi todas las civilizaciones antiguas, desde la primera registrada en la épica Gilgamesh hasta las civilizaciones bíblicas, han tenido un mito de inundación. Terence J. Hughes, un glaciólogo jubilado, cree que estas historias de origen antiguo no son sólo mitos: “Creo que ocurrió una gran inundación en todo el mundo y dejó una huella indeleble en la memoria colectiva de la humanidad…”
Los cambios drásticos en los niveles del mar han ocurrido antes, pero por razones naturales y principalmente relacionadas con procesos solares. Esta vez está en nosotros. “Quema, nena, quema” es ahora la política oficial de los Estados Unidos de la avaricia. Tenemos que luchar como poseídos para acabar con el dominio republicano de Trump en Washington, por nuestro bien y el de la Madre Tierra, de la cual estamos hechos.
(*) En la mitología griega, Gaia (/ ɡeɪ.ə/ o / ɡaɪ.ə/ del griego antiguo es la personificación de la Tierra y una de las deidades griegas primordiales. Gaia es la madre ancestral de toda la vida: la diosa primitiva de la Madre Tierra.
Progreso Semanal/ Weekly autoriza la reproducción total o parcial de los artículos de nuestros periodistas siempre y cuando se identifique la fuente y el autor.
[Domingo, 21 de mayo de 2017, The New York Times: “Pruitt’s EPA Is Boon to Oil and Gas.”]
Los intereses corporativos que ya se están beneficiando de esta bendición dicen alto y claro que el titular del Times no es una noticia falsa: “Ni en nuestros sueños más salvajes, nunca, esperábamos conseguirlo todo”, dijo Kathleen Sgamma, presidenta de Western Energy Alliance, una asociación de compañías petroleras y de gas de Detroit.
The New York Times, Sábado, 20 de Mayo: “Expediciones antárticas: un continente en peligro”
“La plataforma de hielo Ross, un trozo flotante de hielo del tamaño de California, es estable por el momento. Pero una rápida desintegración del hielo antártico podría hacer que el nivel del mar subiera hasta seis pies hacia mediados del siglo, inundando las principales ciudades costeras, incluyendo Nueva York”.
El desafío a Gaia viene con un costo abrupto: Miami, Savannah, Charleston, Nueva York y otras ciudades más pequeñas y a lo largo de la costa oriental, así como las principales ciudades y pueblos a lo largo de la costa del Pacífico. Como los ciudadanos de Miami Beach saben muy bien, el aumento del nivel del mar está sucediendo ahora. Yo mismo he estado pensando en comprar un kayac.
Esto es demasiado serio para la irreverencia cubana; muy serio para el choteo, esa palabra intraducible que describe el humor a menudo usado para sacar provecho de los desastres menores y mayores, y para burlarnos de la autoridad ilegítima.
Si este asunto no fuera tan grave, el choteo sería una táctica perfecta para hacer frente a los desastres menores que ya tenemos y los muchos peores que se ven en nuestro horizonte. Para Pruitt, un oponente feroz de la agencia que encabeza y un servil de la industria energética, la táctica es la encarnación de la autoridad ilegítima y los conflictos de intereses que permean la administración de Trump.
Con Pruitt a cargo de proteger el medio ambiente, usted no tiene un caso semejante al del zorro que cuida el gallinero. Es más grave que eso, como un dragón de Komodo que pastorea una manada de ciervos, el alimento favorito de esta temible criatura, el lagarto más peligroso y más grande de la Tierra, que crece hasta diez pies y pesa hasta 150 libras.
El curso de la colisión a la que Gaia y la avaricia se dirigen no podría ser más claro.
Por un lado, usted tiene la política ambiental de Trump-Pruitt de dar a las empresas energéticas casi carta blanca, de revertir las restricciones de la era de Obama y las regulaciones promulgadas para frenar las emisiones de gases invernadero, para reducir la contaminación del agua y el aire y para prevenir los efectos adversos para la salud humana. Para colmo, la administración está incluso considerando abrir áreas protegidas, tales como monumentos nacionales, a la explotación minera.
En pocas palabras, Trump está diciendo a la industria energética: quema, nena, quema, y las consecuencias ambientales serán obviadas; que la Antártida se derrita, junto con Groenlandia y los glaciares. Así, la avaricia, personificada en la representante de la industria, del que manaba toda aquella incredulidad extática al estilo “en nuestros sueños más salvajes, nunca, esperábamos conseguirlo todo”, está ganando la lucha contra Gaia, imponiéndose.
Por otra parte, a menos que Estados Unidos y otros grandes contaminadores hagan un cambio radical en la política pronto, la Madre Tierra tendrá su venganza. Será de una magnitud única, que afectará más no sólo a los osos polares y pingüinos sino a toda la humanidad.
Las generaciones futuras que sufrirán las peores consecuencias juzgarán la no-administración ambiental de Trump y Pruitt justamente como criminal. Porque, en este momento, el destino de la Tierra está colocado en el filo de un cuchillo. La mala política medioambiental podría rápidamente inclinar la balanza, desencadenando fuerzas indetenibles.
El colapso de la Antártida, con sus terribles consecuencias, se encuentra en una etapa temprana pero acelerada. Los científicos discuten si el proceso puede ser ralentizado o ya ha cruzado el punto de no retorno. Todos están de acuerdo, sin embargo, en que, si las políticas como las de la actual administración en Washington continúan por cualquier período de tiempo, el colapso será imposible de detener.
¿De qué estamos hablando exactamente? El 60% del agua dulce en la Tierra consiste en las inmensas capas de hielo de la Antártida. Lo que les puede estar sucediendo es de importancia crítica y global. Hay muchos científicos que todavía no lo saben, pero están viendo señales siniestras:
The New York Times, citado anteriormente señala: “Se inició un amplio monitoreo por satélite en los años 90 y, en una década, surgió la evidencia de que la capa de hielo se aceleraba, retrocedía y se desestabilizaba. Desde entonces, la velocidad a la que algunos de los glaciares están arrojando hielo al mar se ha triplicado. Más de 100 mil millones de toneladas se pierden cada año”.
Al ver que es un número inconcebible, 100 mil millones de toneladas, una Administración que valorara la razón y la ciencia sobre la codicia y los delirios de grandeza nacional se alarmaría y actuaría rápidamente para detener la fusión. Esta Administración en su lugar se está moviendo rápidamente para acelerar el gran derretido. Eso es un error, un crimen de importancia histórica mundial.
El artículo del Times señala que, a partir del siglo XIX, los antropólogos notaron que casi todas las civilizaciones antiguas, desde la primera registrada en la épica Gilgamesh hasta las civilizaciones bíblicas, han tenido un mito de inundación. Terence J. Hughes, un glaciólogo jubilado, cree que estas historias de origen antiguo no son sólo mitos: “Creo que ocurrió una gran inundación en todo el mundo y dejó una huella indeleble en la memoria colectiva de la humanidad…”
Los cambios drásticos en los niveles del mar han ocurrido antes, pero por razones naturales y principalmente relacionadas con procesos solares. Esta vez está en nosotros. “Quema, nena, quema” es ahora la política oficial de los Estados Unidos de la avaricia. Tenemos que luchar como poseídos para acabar con el dominio republicano de Trump en Washington, por nuestro bien y el de la Madre Tierra, de la cual estamos hechos.
(*) En la mitología griega, Gaia (/ ɡeɪ.ə/ o / ɡaɪ.ə/ del griego antiguo es la personificación de la Tierra y una de las deidades griegas primordiales. Gaia es la madre ancestral de toda la vida: la diosa primitiva de la Madre Tierra.
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