ELIGIO DAMAS
Apreciado y admirado Héctor Navarro. Confieso que estas opiniones que ahora emitiré se fundamentan en la breve reseña de Aporrea de la entrevista que te hizo el periodista de Globovisión a la Una. Es decir, no accedí a los detalles; no obstante, hay allí afirmaciones tuyas, digo esto porque se te cita como textualmente, según las comillas, que son suficientes para opinar al respecto.
Antes de seguir adelante, debo recordarte que soy profesor de historia, o mejor, como gusta calificarme, fundamentalmente docente o maestro de aula. Con esto quiero decirte que mi participación en la política ha estado signada por esa condición. Y por ella, como político, no fui nada exitoso. Nadie me ha tomado en cuenta y suelo parecer como un perro sarnoso a quienes los políticos quieren tener siempre lejos. Imagínate que nunca me han tomado en cuenta ni de candidato a concejal y eso es mucho decir. Y ha sido siempre así – teniendo perfecta conciencia de ello – porque tengo un apego como religioso a la verdad. Maestro mentiroso no lo es. Por eso, es poco probable que un verdadero maestro pueda tener éxito duradero en la política. Podría tenerlo un instante, un breve tiempo, pero cuando la vida lo coloque a escoger entre la verdad, la mentira y el éxito duradero optará por la primera. Estoy pensando ahora en Simón Rodríguez, José Martí, Luis Beltrán Prieto y hasta Juan Bosch. A ellos cuatro, todo el mundo los recuerda como maestros. Ruego porque a nadie se le ocurra pensar que me comparo con ellos; lejos estoy de tamaño atrevimiento, sólo quiero ilustrar lo que es ser maestro.
Por lo anterior y con apego a la rígida disciplina del maestro y de paso uno que ya casi llega a los ochenta años y no anda en busca de nada, ni nada espera porque los del gobierno saben bien la muy baja calificación que les otorga este maestro, empezaré por manifestarte mi desacuerdo al calificar la escogencia de Maduro para presidente, como el “peor error de Chávez”. No, lo siento amigo, ese sólo fue uno de los tantos y no el más importante, porque resultó de otros, de los cuales usted es corresponsable.
Hubo otros y usted, Ana Elisa Osorio, Gustavo Márquez, Giordani y hasta el periodista que te entrevistó, convalidaron. Entre esos estuvo el de no saber o querer diseñar políticas económicas para enfrentar desde 1999 el rentismo y optar por un derroche descomunal, amparados en un populismo sin precedente, que terminó en una fiesta de fanfarrias que los corruptos aprovecharon para fugarse por las puertas todas con las reservas del país, sin que nadie entonces les pusiese un freno. Usted, amigo, sabe bien que esto lo reconoce Giordani y formó parte de sus “desencuentros con Chávez”. Es verdad que con Maduro continuó la fiesta y la incompetencia para rectificar o aplicar aquello que Chávez llamó el “golpe de timón”, de lo que muchos hablan sin concretar en qué consistía aquello, quizás porque Chávez no escogió a quien debíamos.
También habló Chávez de la aplicación de unas tres R, lo que no fue posible, no hubo voluntad y terminó como más tarde los llamados a “Sacudón” y “Revolcón” de Maduro.
Pero Chávez escogió mal porque muchos, incluyendo ustedes, a quienes antes nombré, no hicieron nada para impedir que aquello sucediese.
No voy a olvidar nunca, como “los maestros”, en el sentido completo de la palabra, porque mencionaré educadores, docentes, como Vladimir Acosta y José Luis Monederos, hablaron del peligro del hiperliderazgo. Y por hacerlo fueron víctimas de denuestos y tratamientos de “perros con sarna”. Casi desde ese momento, como solíamos decir los cumaneses de mis tiempos juveniles, “parece cosa de chanza”, fueron tratados de otra manera. Dejaron de ser lo que hasta ese momento habían sido y usted, mi querido amigo, sabe de qué hablo.
Ellos tocaron un tema puntual que tenía y tiene que ver con el concepto del liderazgo y de partido. Y estos conceptos, aunque el presidente Maduro no lo reconozca y se empeñe en elogiar los que usa como valederos, tiene mucho que ver con la tragedia que ahora padecemos.
Pero aquellas prácticas, la del hiperliderazgo y de partido que decirle vertical es poca cosa, porque partido revolucionario como tal no existe ni existió, estuvieron vigentes todo el tiempo cuando usted fue ministro y dirigente nacional del MVR y luego del Psuv. Usted y sus compañeros jamás denunciaron ni han denunciado esas prácticas y si no lo han hecho es porque las compartían y todavía comparten. Y fueron ellas, las que determinaron la escogencia de Maduro. Y ustedes, de eso, nunca dijeron nada.
Chávez mismo llegó a recoger la denuncia del partido secuestrado por los gobernantes y al poco tiempo él mismo volvía sobre el mismo error y ustedes solo hacían de mirones.
Maduro ha sido más coherente. Llamó entonces, a quienes desde el Celarg denunciaron como mala la práctica del hiperliderazgo, “habladores de paja”, que si no fue un juicio digno de quien era vicepresidente de la República y de lo que es ahora, por lo menos expresó lo que creía. Es más, de distintas formas sigue creyendo que aquellas prácticas nacidas cuando Chávez, son pertinentes. Veamos cómo, siendo presidente de la República se hizo nombrar o aceptó le nombrasen presidente del Psuv, pese a toda la inconformidad anidada en esa organización contra esas conductas. No se aguanta, porque eso forma parte de su concepción, y menciona candidatos a gobernadores.
También debo decirle que manifestarse a priori contra la constituyente y calificarla de no “chavista y revolucionaria”, no sólo es impertinente, sino que es caer en el juego político de la oposición. Sabe usted que la iniciativa tomada por el gobierno está perfectamente ajustada a derecho. Para saber eso no es necesario ser constitucionalista, de lo que mucho fanfarrón y fantasioso se ufana, sino leer los artículos 347 y 348 constitucionales. Eso no ofrece dudas de ninguna naturaleza. Hasta un analfabeta funcional así lo entiende. Lo que pasa, que para admitir eso, sin ser partidario de Maduro, hay que ser como los auténticos maestros de escuela. No como esos constitucionalistas al servicio de los políticos.
Además, una constituyente no tiene que ser chavista para que sea revolucionaria. Lo de chavista se ha vuelto como una franquicia que le pertenece a un grupo u otro; quienes de paso se la pelean, sólo que para dilucidar eso no se tiene que ir a un tribunal. Ni es pertinente una constituyente si la convocan los chavistas auténticos o disfrazados.
Un amigo, humilde, quien como esto escribe no tiene puesto en las gradas de quienes dirigen, en el gobierno, en el entorno de las del bando opositor, calificó el llamado a constituyente por sector y circunscripción, como un avance que permite a distintos sectores de la sociedad envolverse en ese proceso. Y eso creo. Y eso genera un gran potencial de cambio.
Lo malo es que siempre, sea bien como la convocó Maduro o sólo por circunscripción, serán los poderosos, el gobierno, oposición y hasta empresarios, quienes tendrán las mayores, sino las determinantes posibilidades, de poner en ella a su representantes. Igual si se convocan, como creo debe hacerse, las elecciones regionales y hasta cuando toque escoger nuevo presidente.
No obstante lo anterior, comparto con mi amigo humilde, la idea que la propuesta Maduro abre posibilidades para que esa Constituyente tenga mayores posibilidades o potencial de cambio, depende del comportamiento del elector. No es pertinente descalificarla solamente por el convocante.
Pero amigo Héctor Navarro, para este maestro de escuela, lo importante, lo primordial ahora, es preservar la paz y enterrar las posibilidades que fuerzas extrañas, interesadas en lo nuestro, nos lleven a un quiebre, una guerra o un golpe de Estado, lo que si de verdad llevaría de inmediato a derogar la Constitución. Para evitar esto, es fundamental lograr que la oposición, hasta donde eso sea posible, se incorpore con el gobierno a un diálogo productivo que puede y hasta debe incluir lo del proceso constituyente, pese haya quien diga que este no es negociable, escogiendo justamente la palabra más desacreditada en estos casos para imponer sus opiniones y ponerle trabas al diálogo. Es decir, hay que exigirle al gobierno humildad y actitud absolutas al servicio de esta meta que enunciamos.
También valoro como sustancial, primario, la unidad del movimiento de cambio bajo las premisas históricas. Que no es lo mismo buscar acercarse a quienes siempre se han opuesto a ellas y aquél.
Por lo anterior, amigo Navarro, valoro muy mal que ustedes asuman justamente el mismo discurso del bando opositor, lo que incluye, en primer término, a los más radicales, quienes para nada están interesados en una salida constitucional a la crisis.
Para finalizar, reitero que este viejo ha hablado no con “el corazón en la mano”, lugar común nada despreciable, sino como lo que es, sustancialmente un maestro de escuela. Por eso sé que este trabajo no te gustará, como tampoco al gobierno y a la oposición. A los maestros, esos que siempre procuran parapetarse tras la verdad como un escudo, los políticos suelen rechazar. Estoy curado.
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