CUANDO CULMINABA EL MES DE MAYO DEL 2016, DE NUEVO MIS RECUERDOS DE
SIEMPRE Y LO QUE NO PODÍA ENTENDER NI ACEPTAR.
DE LO
QUE HE VISTO, DE LO QUE HE VIVIDO, DE LO QUE PIENSO Y CREO.
Por
Félix Sautié Mederos.
Ya estoy culminando mi testimonio en relación
a lo que fundamentalmente había vivido
en el 5to mes del 2016 con las esperanzas y los anhelos que para entonces me
había forjado desde el Restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre
Cuba y los Estados Unidos y la nueva etapa de perfeccionamiento del sistema
encaminada a cambiar todo lo que debía ser cambiado, conforme a la definición
de lo que es Revolución planteada por Fidel, devenida en su legado histórico
conceptual. .
En estas circunstancias y coyunturas, debo
decir que cada vez que me asomo o arribo en el calendario al mes de mayo, me
asaltan los recuerdos felices, del mayo
florido de los años 40 y 50 del Siglo pasado, en el que en mi época de la niñez y de la juventud,
le cantaba a la Madre de Dios en mi Colegio de los Hermanos Maristas de la
Víbora en mi Habana natal, recuerdo pues algunas hermosas estrofas que decían:
Salve
mayo florido,
salve
mes sin igual,
para
honrar escogido,
a
la Virgen sin par….
Eran canciones de mucha belleza espiritual
que nos llenaban de fervor y fe en un futuro que se nos no presentaba muy
promisorio entonces. Todo ello en la ingenuidad de nuestras mentes
infantiles y juveniles. Nunca las he podido olvidar, tampoco aquellas de los
momentos difíciles como la que decía:
Madre mía, que estás en los cielos,
envía el consuelo a mi corazón,
cuando triste llorando te llame,
tu mano reclame, feliz bendición…
Realmente
fue una época hermosa de profunda formación ética y espiritual que ha quedado
grabada en mi Ser Interior para siempre; pero ahora cuando la recuerdo en la
profundidad del tiempo transcurrido desde entonces, comprendo que si bien
resultó aquella etapa ser espiritualmente muy intensa, en lo temporal en cambio
resultó ser fugaz porque muy pronto las adversidades de la vida me sacaron de
aquella hermosa torre de marfil en que nos encontrábamos entonces los alumnos
de aquel recordado plantel colegial ubicado en la manzana “viboreña” enmarcada
por las calles José Antonio Saco; José
de la Luz Caballero, Vista Alegre y San Mariano.
Quizás
los años y los achaques de la edad, puedan haber borrado en mi mente algún giro o alguna expresión, pero en el fondo de mi alma
en donde habita mi Ser Interior, las guardo y recuerdo muy íntimamente. Quiero
confesar que en muchas ocasiones, me
parece escucharlas de nuevo, cantadas por el Coro Colegial y secundada por
todos los que asistíamos a los devocionales y misas que se celebraban en la
hermosa y amplia capilla colegial, en cuyo altar aparecía una muy bella imagen exenta
de gran tamaño de la Inmaculada Concepción de María, inspirada en algún cuadro de Murillo.
Con los años aquellas hermosas concepciones
con que asumíamos en nuestro colegio viboreño los meses de mayo, mientras que vivíamos
insertados en nuestras respectivas
torres de marfil colegiales, se fueron llenando de encontronazos
verdaderos, angustias inesperadas y sufrimientos inherentes a las verdaderas
realidades de la vida temporal que
consumimos, por así decirlo, en
el tránsito existencial que tenemos que asumir cuando el tiempo nos saca de la
niñez y de la juventud para que tengamos que vivir por nuestra propia cuenta.
Por otra parte reconozco que para muchos esa niñez y juventud que describo
nunca fueron las realidades que ellos pudieron vivir también en mi tiempo. Siempre sus verdaderas
circunstancias muy personales fueron amargas y angustiosas, tal y como me
esperaba a mí más adelante.
Debo decir que para mí en lo personal,
entonces se inició el calvario cotidiano que me estaba esperando en aquellos
años de felicidad colegial ingenua, con el Golpe de Estado de Fulgencio Batista
en 1952 y con la total ruina de mi padre en 1955, así como con la represión de aquellos aciagos momentos. En
aquellas circunstancias mi decisión fue una respuesta radical, salida de algo que dormía en mi ser
interior hasta esos momentos, a aquello que se abalanzaba sobre mi persona.
Actué con decisión en aquellos momentos cruciales, lo hice en la medida de mis
posibilidades y de mi salud que nunca
han sido muchas. Me uní decididamente a la actividad insurreccional, la que
poco a poco fui haciendo más intensa hasta que el Triunfo de enero de 1959 me
encontró totalmente implicado y
participando en la Toma del Cuartel de la Guardia Rural en la población de
Candelaria en la provincia de Pinar del Río, hacia donde me había tenido que
marchar de La Habana, después de la
Huelga del 9 de abril de 1958.
Entonces,
de haber sido un joven místico, profundamente mariano, que aspiraba a
convertirse en un fraile dominico en el habanero Convento de San Juan de Letrán, pasé a ser un
Revolucionario consecuente y convencido con todos los avatares que ello
conllevaba en la complicada época que vivía. En aquellos dramáticos momentos,
mi urna de cristal en la que había estado encerrado durante mi niñez y durante
buena parte de mi adolescencia, se
rompió abruptamente y tuve que comenzar a asumir con toda la pasión que me
caracteriza las realidades adversas de aquellos momentos. Entre otras cosas
comencé a trabajar y de estudiante a tiempo completo pasé a ser un trabajador
que pretendía estudiar por las noches en el Instituto de la Víbora, que poco
después cerramos definitivamente como parte de una huelga estudiantil contra
los crímenes y desmanes del Gobierno dictatorial de Fulgencio Batista. La
masacre de un importante grupo de jóvenes dirigentes de la FEU (Federación
Estudiantil Universitaria) conocida como de la calle de “Humboldt “, fue el
aldabonazo final sobre mi conciencia que me llevó a convertirme en un
revolucionario radical.
Tengo que reconocer que para aquellas
transformaciones personales fueron
básicas y decisivas mis convicciones forjadas en torno a Jesús de Nazaret y sus
prédicas evangélicas, las que habían sembrado en mi alma unas muy especiales
concepciones de lo que es la verdad, la justicia, el amor por los pobres y los desposeídos, que tomaron como base
lo que se plantea en Mateo 25, 31 en adelante, que tantas veces he
citado en mis crónicas, artículos e intervenciones. Confieso que también resultaron decisivas las
actividades estudiantiles de la Acción Católica, especialmente las de catequesis y las acciones de caridad en lo
que se denominaba entonces “La beneficencia de San Vicente de Paúl” puestas en
práctica en los barrios más pobres de La
Habana como parte esencial de la actividad de la Juventud Estudiantil Católica.
La JEC, en la que llegué a ser un
dirigente a nivel nacional en aquellos años a mediados de los cincuenta del
Siglo pasado. Me tocó realizarlas en Un barrio marginal habanero
denominado “El Sevillano” así como en
otro que se conocía como “La cueva del Humo” que se encontraba por las
inmediaciones del Castillo de Atarés. Aquello fue muy definitorio en mis
convicciones de que tenía que luchar por la justicia social y la equidad
distributiva.
El pasaje del Libro de Los Hechos de los
Apóstoles 2,44 devino entonces en un verdadero paradigma a alcanzar para llegar
a una verdadera justicia social. Confieso que mi filiación revolucionaria de
izquierda y mis concepciones ácratas e incluso comunistas comenzaron a forjarse en aquella etapa. La estocada
fundamental por denominarla de alguna manera fue mi participación
insurreccional y revolucionaria las que confieso que me radicalizaron
sensiblemente.
Quiero expresar, pues que fue la vida misma,
la que me ubicó radicalmente en la realidad que “verdaderamente es” y que tuve
que asumir con toda mi energía para poder sobrevivir en un medio tan hostil e
injusto, como el de entonces.
Imbuido profundamente de nuevo en aquellas concepciones y en aquel curtimiento
existencial que regresa insistentemente a mis recuerdos, fue que viví aquellos
finales del mes de mayo del año 2016, en los que me encontré, rodeado de un
mundo caracterizado por un momento
adverso y cambiante. Traté de explicarme algunas cuestiones básicas que veía a
mi alrededor en medio del más de lo mismo de aquella época, que he estado
describiendo en los capítulos anteriores y con
fecha lunes 23 de mayo del 2016, publiqué en Por Esto! una crónica
titulada “LO QUE NO PUEDO
ENTENDER NI ACEPTAR…” que cito a continuación:
“Escribo
Crónicas Cubanas con la intención de comunicarme con mis lectores a través de
Por Esto! donde actualmente se originan, así como por vía de otros medios y páginas digitales que me
reproducen. Por Esto! las publica puntualmente en virtud de sus conceptos de
democracia, libertad de expresión, dignidad, identidad y soberanía, con que lo
ha creado y mantenido vigente durante 25 años de existencia, su fundador y
Director General el maestro de periodistas Mario Menéndez. Ello es así porque
Crónicas Cubanas coinciden con esos altruistas propósitos, de lo cual me
regocijo y no me canso de reconocerlo, porque en mi caso en cambio vale
perfectamente aquella expresión del Evangelio de que nadie es profeta en su propia
tierra (Ver Mateo 13,56 y Juan 4,44); aunque quizás sí pueda llegar a serlo
algún día cuando me haya marchado ya para la Casa que no se Acaba a donde todos
estamos llamados a ir.
Es mis
Crónicas Cubanas utilizo un lenguaje coloquial, tratando de acercarme lo más
que me sea posible a los lectores, además lo hago con el estilo del ‘yo
teresiano’ que me implica plenamente en lo que afirmo y en lo que expreso, sin
quepan dudas de que es mi propio pensamiento no impuesto por otros y mi derecho
a opinar. Comienzo con todas estas afirmaciones porque vivimos hoy momentos de
inflexión histórica, que quizás en mucho tiempo no se vuelvan a repetir; y
quiero testimoniarlos con mi propio talante porque los considero muy decisivos
para el presente y el futuro. Muchas veces he reiterado que las campanas están
repicando ‘a arrebato’. Llaman a la
conciencia de todos y no deberíamos eludirlas ni como se dice en buen cubano
parafraseando el lenguaje del dominó ‘pasarnos con ficha’. No oírlas una vez
más, en esta ocasión podría marcar para siempre la diferencia, porque pienso
que estamos ya dentro del precipicio del cual nos hablara en un discurso suyo
el Presidente Raúl Castro.
En
nuestras circunstancias, determinan una diferencia esencial: el
restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y todo lo que
está sucediendo en América Latina (el golpe de estado parlamentario en Brasil,
la presidencia de Mauricio Macri en Argentina, la muy compleja situación en
Venezuela, el terremoto reciente en Ecuador, los graves problemas de México
con las desapariciones de Ayopzinapa en
primer lugar, los periodistas asesinados y otros complicados hechos más). No
creo por tanto, que nadie en su sano juicio pudiera atreverse a negar estas
circunstancias tan complejas. Son en consecuencia, esas situaciones las que
definen los marcos de referencias dentro de los cuales nos estamos
desenvolviendo los cubanos hoy.
Ante
este orden de acontecimientos, no puedo olvidar que formo parte de las
generaciones que desembocamos existencialmente en el Año del Centenario del
Apóstol (Nací en julio de 1938) y cuando oigo la reiteración sistemática de ese
calificativo existencial como si fuera un mantra que lo abarca y resuelve todo,
me estremezco porque comprendo que muchas veces se repite superficialmente, sin
entender a cabalidad lo que significó ser joven en esa etapa y rebelarse contra
el crimen y la opresión en favor de la paz, la justicia, la democracia y los
derechos inalienables de todos los seres humanos. Lamentablemente eso hoy se
manipula en muchas ocasiones para el mantenimiento de un estatus quo que ya no
se corresponde con el momento histórico, cuando el transcurso del tiempo y el
constante ir y venir de las generaciones con sus propios problemas,
circunstancias, específicos anhelos e intereses de algunos con poder para ello los pasan por alto en vez
de considerar lo que son: una disyuntiva básica para mantenerse o no en
sintonía con el ritmo de la realidad que realmente es y no con la que se nos
quiere imponer que sea o que nosotros queremos que fuera. No me refiero a una
traba lengua, ojalá que fuera solo eso. Me refiero a lo que estoy percibiendo e
incluso experimentando en los personal en estos momentos en La Habana
Maravilla, tan abandonada a su suerte. Lo veo en mi barrio, en sus reuniones y
por todas partes cuando busco y busco. También lo veo en los que fueron y
tratan de ser revolucionarios pero a la
vez devienen conservadores de lo establecido y le niegan elderecho al pensamiento propio del cual
hicimos uso en la lucha a los que han nacido después de nosotros, si como con
nosotros se hubiera iniciado la historia
de la vida.
La falta
de confianza en quienes nos van sucediendo, es un mal que las izquierdas
tenemos que superar especialmente en Cuba, porque nos hacemos incapaces de
reproducimos, se estancan nuestras entendederas y nos incomunicamos con el
presente y el futuro, lo cual es causa y
se convierte en consecuencia a la vez como si fuera una noria existencial, que
tenemos que detener porque su giro marca la vida o la muerte. No puedo entender
ni tampoco lo puedo aceptar, que se quieran anular las dinámicas del
pensamiento propio, que se metan las cabezas en la tierra para no mirar las
realidades que están sucediendo como en nuestro caso bien podrían ser el éxodo
en crecimiento, el hastío de la misma población que se moviliza para las
marchas patrióticas porque se resiste a no creer en la realidad que
verdaderamente es y se aferra a las realidades que queremos que sean, o porque
puede aparecer como otra alternativa el neoliberalismo rampante que la
propaganda nos los maquilla con sus mejores colores artificiales y que a veces
lo tenemos adentro disfrazado. Todo ello
sucede mientras que muchos también con poder suficiente para hacerlo, se afanan
en imponernos realidades y consensos que ya fueron pero que hoy requieren como
nunca antes del cambio, la renovación y el relevo porque el tiempo es
implacable y nadie lo puede detener.
No vamos
a resolver nada por muchos debates que se proyecten si realmente no se
comprende que estamos en otras épocas y que hay que desarrollar verdaderamente
la participación popular sin cortapisas
ni imposiciones contra natura, porque los problemas que aquejan a la población
son otros distintos a los que se enfrentaron cuando las generaciones del
Centenario, porque muchos de aquellos problemas se han reciclado con otras
características derivadas de la realidad que realmente se vive en el momento y
además han aparecido nuevas problemáticas antes no conocidas. Entonces como
afirma una expresión muy popular cubana ‘estaremos perdidos en el llano’. Esas
constituyen imposiciones de realidades que no son, que no las puedo comprender
ni aceptar.
Así lo pienso y así lo afirmo en uso de mi
derecho a opinar, con mis respetos por el pensamiento diferente y sin querer
ofender a nadie en particular.fsmedederos@gmail.com”
(Fin de la crónica citada.
Continuará.
Finalmente les reitero mi correo electrónico
con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y
preguntas: fsmederos@gmail.com,
Unicornio domingo 26 de marzo del
2017
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=24&idTitulo=548599
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