domingo, 5 de febrero de 2017

LA DISTANCIA ENTRE MARTI Y NUESTRO ACTUAL PERIODISMO


Saludos,
L eonided Penton
lpenton@my.com
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-------- Mensaje reenviado -------- De: jose.aleman@reduc.edu.cu Para: lpenton@my.com Fecha: domingo, 05 febrero 2017, 08:37PM -05:00 Asunto:

La distancia entre Martí y nuestro actual periodismo

Qué tal si José Martí viviera estos tiempos y fuera el presidente de la Unión de Periodistas y Escritores de Cuba (Upec) en Ciego de Ávila por ejemplo. De seguro el maestro, guiado por la impericia de algunos dirigentes del Partido en la provincia y sus subordinados subordinados, tendría que halarse su cabellera y contar hasta diez.

Eso, en el mejor de los casos, pues si ejerciera el periodismo y tuviera que andar a pie, montado en las guaguas de transporte público estatal, cobrara menos de lo que gasta en lo elemental para vivir y aguantara ciertos jefecitos de pacotillas incidiendo sobre su trabajo, hubiera escrito guapas crónicas, comentarios, reportajes… hasta ser considerado todo un disidente, poco patriota, contrarrevolucionari­o, no lo dudo.

A lo mejor un Martí de la Cuba de hoy haría como Martín Lutero y Las 95 tesis: clavaría en la puerta del Poder Popular y el Partido provinciales algo conocido como Cuestionamiento al Poder y Eficacia de la Prensa en Cuba, en aras de ser escuchado de verdad; o quizás haría un enorme dossier con las palabras que emanan de asambleas, congresos, reuniones, libros…; palabras nada más.

Hay que “decir lo que a todos conviene y no dejar de decir nada que a alguien pueda convenir”, expresaría ofuscado Martí, y aparecería entonces uno de esos que dirigen (no sé a dónde) la prensa para convencer al Apóstol de lo contrario. A esos que administran sin temor alguno objetaría: “odio la pluma que no vale para clavar la verdad en los corazones”.

¿Usted cree amigo que optarían por hostigar, tiranizar, apartar… a Martí tal y como hacen con los periodistas verdaderamente revolucionarios y atrevidos que andan, y cito al Apóstol, “como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano y la espuela en el tacón” para asistir al menor accidente?

A los actuales comunicadores y los que están por venir nos toca sacar de ese foso de la indiferencia en el que nos sumergimos, empujados por algunos anodinos rectores de la prensa. Julio García Luis, maestro de periodistas, refirió que, como en cualquier sector, nos volvemos “cajas de resonancias de la opinión de los dirigentes”.

Luego de terminado el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, es decir, desde que empezó el Período Especial en adelante, el discurso oficial estuvo muy centrado en la apología de lo que se había logrado y lo que se podía perder.

No obstante, hoy reconozco que se han producido algunas transformaciones. En primer lugar, existe una disminución del tono apologético de los discursos oficiales.

También se ha producido una apertura al debate, menos en los medios masivos, pero sí en otros espacios: institucionales, académicos, incluso de organizaciones, hasta de congresos… se habla un lenguaje más claro, más aterrizado, menos abstracto, menos centrado en consignas.

Sin embargo, los medios masivos no están reflejando adecuadamente lo que ocurre en esos espacios de debate, ni generando espacios para la discusión pública de los asuntos de interés general.

Cuando se entenderá por parte de los dirigentes desconocedores del oficio y su praxis que los periodistas cubanos no carecemos de iniciativas para alentar el debate público con opiniones muy propias. Que no nos pueden ceñir ese propósito.

El grado de estrechez o amplitud que enfrentamos los periodistas en nuestros trabajos está generalmente asociado al grado de estrechez o amplitud del debate entre las élites políticas (Poder Popular y Partido), y al grado de sujeción que la prensa tiene respecto a los intereses de esa élite.

Al final diga lo que diga Raúl, Diaz–Canel, Martí… las costumbres seguirán imponiendo límites a lo que puede ser dicho y a la manera de decirlo. Es eso condición de subsistencia de todo poder.

No podemos renunciar a conectarnos con los flujos mundiales, abrirnos, intercambiar y crecer.

Por José Alemán Mesa

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