- El Duende
- 23 febrero, 2017
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Almagro sin poder bailar en la casa del trompo.
El títere saltó a la escena del circo montado por la prensa enemiga de Cuba. La marioneta se llama Almagro. Un personaje de esos que no se cansan de vivir del cuento que son defensores de la “Democracia “en América Latina, cuando en realidad no pasan de ser otra cosa que unos parásitos vulgares al servicio de los intereses imperiales .
Este es el caso de este personajillo de poca monta que se presenta arropado con el traje de flamante Secretario General de la Organización de Estados Americanos, la tristemente célebre OEA cuya sola mención produce nauseas.
El señor Almagro se escandaliza y protesta a todo dar porque el gobierno cubano no le dio autorización para ir a La Habana “a bailar en casa del trompo” como protagonista de un show político provocador concebido con la idea de presentar a Cuba ante el mundo como un país como ningún otro enemigo de las libertades civiles, buscando así la oportunidad de llamar la atención del nuevo gobierno de Estados , a ver si el Presidente Donald Trump en uno de esos arranques muy suyos, se hacía eco del reclamo del señor Almagro y dispara desde la Casa Blanca un dardo envenenado contra el gobierno cubano para enturbiar de nuevo las relaciones diplomáticas ente los dos países.
Ese y no otro es el objetivo del señor Almagro. Los otros títeres que han aparecido en la escena no vale la pena mencionarlos. Son todos de la derecha más reaccionaria que se hacen pasar por devotos cristianos como si no supiéramos de qué pata cojea cada cual. Para darles publicidad a ellos es que están El Nuevo Herald, las emisoras cloacas de Miami y el País de Madrid.
En tanto los enanitos del coro brincan alborotados en Miami, esperanzados de que Mr. Trump se fije en las piruetas que hace el títere Almagro para llamar la atención sobre Cuba con un show provocador orquestado desde el exterior y al que el pueblo cubano le ha dado el silencio por adecuada respuesta. Se cierra el telón y a otra cosa mariposa. Al Diablo con “Almagro”. Digo yo.
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.
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