SI
LAS PERSONAS NO PROGRESAN, EL PAÍS TAMPOCO,
De nuevo acudo a lo que nos dijo Che.
CRÓNICAS
CUBANAS.
Por Félix Sautié Mederos
Están sucediendo últimamente algunos hechos
significativos que por los momentos
cruciales en que se producen en mi criterio muy personal están ensanchando la
brecha ya surgida desde hace algún
tiempo entre el pueblo de a pie y el sistema establecido centralizado y
autoritario. Estas situaciones anómalas saltan a la vista entre los habaneros
con quienes convivo y las palpo muy directamente con mis vecinos y amistades
así como con quienes me encuentro y relaciono día a día. El pueblo de a pie sufre
calladamente y ya no tan calladamenteen medio de las basuras que mal se recogen
y las desidias que se palpan en La Habana Capital de todos los cubanos,
así como por los desafueros de una burocracia centralizada y autoritaria,
que a pesar de su lenguaje revolucionario para nada lo toma en cuenta y ahoga a
las críticas incluyendo a las quejas, criminalizando indiscriminadamente al
pensamiento diferente en general como obra enemigo.
Incluso muchos de los hechos controvertidos a que me
refiero son descritos y acogidos públicamente en busca de soluciones, en el
periódico Juventud Rebelde en su sección “Acuse de Recibo” así
como en el programa del Canal Habana “Papelitos Hablan” por el egregio periodista José Alejandro
Rodríguez; quien con un magistral
profesionalismo ha podido reflejar estas situaciones día a día con objetividad,
sin estridencias y reconociendo lo que se rectifica cuando se produce. Debo expresar que lo que
valientemente realizadesde adentro sin ubicarse fuera de la Revolución José
Alejandro, constituye una obra periodística ante la cual me quito el sombrero
como dice la expresión popular y la considero ejemplarizante. Este ejemplo que
planteo contrasta con el ejercicio generalizado de otros que caben
perfectamente en la concepción de Che en “El Socialismo y el Hombre en
Cuba”, en donde los identificó y rechazó como asalariados dóciles del
pensamiento ofiicial, Cito textual: “No debemos crear asalariados dóciles al
pensamiento oficial ni “becarios” que vivan al amparo del presupuesto
ejerciendo una libertad entre comillas”. (1)
De nuevo ante las situaciones dañinas que se están
presentado como militante revolucionario convencido y radical acudo al
pensamiento del Che, para contrastarlas con lo que sucede y se publica en
diversos medios, como han sido las recientes justificaciones que han aparecido
en algunos medios oficiales del extraño hecho de la contratación de obreros
extranjeros con muy especiales condiciones de trabajo para culminar algunas
obras turísticas a partir de que según se expresa resultan ser más productivos
que los trabajadores cubanos. Este es un problema de clase que se manifiesta
contra natura, que tiene incidencias e implicaciones de presente y de futuro;
ante el cual se removerían en sus tumbas los líderes revolucionarios obreros
Lázaro Peña, Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Agapito Figueroa y tantos y
tantos sindicalistas cubanos que lucharon a favor de crear empleos y de mejorar
los salarios así como las condiciones de vida de los trabajadores que han sido
capaces de construir todo lo que tenemos en Cuba, incluso obras de
extraordinario valor mundial.
Parece que algunos que citan al Che como un genuino
exponente de la Revolución Cubana, han olvidado su legado de trabajo y los
objetivos de Clase que hay que lograr en vez de desechar a los trabajadores por
mala productividad, indisciplina social etc., sin analizar las verdaderas
responsabilidades y causas de su comportamiento. Ante estos hechos hay ejemplos
y planteamientos del Che, a los que tengo que regresar de nuevo y cito: “Pero
quien hace la historia, quien la hace día a día mediante el trabajo y la lucha
cotidiana, quien la afirma y la convierte en realidad en los grandes momentos
es la clase trabajadora. Son los obreros, son los campesinos, son ustedes compañeros,
los creadores de esta Revolución, los creadores y sostenedores de todo lo que
tiene de bueno; y es para ustedes pues, para todo el pueblo trabajador mi
saludo…Nosotros tenemos que trabajar para que todos nuestros obreros pongan en
cada momento de su trabajo todo lo que de ellos se puede pedir, y un poquito
más, para que en los momentos difíciles la clase obrera demuestre su capacidad
y sea el puntal de la Revolución.” (2)
Y buscando más en los asuntos que planteo de inicio,
incluso en el mismo discurso de Che que he citado encuentro otra reflexión suya
en aquellos momentos, que viene muy al caso con las situaciones que hoy se
presentan. Cito de nuevo: “Esa falta de contacto de lo que debe ser la
vértebra de la Revolución con la masa del pueblo hacía inútiles las voces de
orientación que se pudieran dar desde los ministerios, desde la dirección
política, y hacía sordos nuestros oídos a los llamados de la masa, porque había
una falta de continuidad entre el pueblo y la dirección central que hacían que
las voces de ambos que siempre han marchado unidas, de pronto no encontraran la
forma de comprenderse mutuamente. Parecía como si estuviéramos hablando idiomas
diferentes.”(2)
Esto no le dije yo, lo expresó Che en 1962, y pienso que
aún está presente y da fundamento al rechazo de que sin analizar las causas
profundas de lo que sucede se adopten medidas extemporáneas para resolver
problemas momentáneos, que en cambio en mi criterio aumentarán la brecha con el
pueblo que ya el Che divisaba en su discurso citado. Además, sin tener en
cuenta una verdad esencial en todo este problema, y es que en definitiva el
progreso del pueblo sostenedor de todo lo que se hace en el país, será el progreso
de la nación. Quienes tengan oídos para oír, oigan porque el tiempo ya
se acabó. Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis
respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en
particular.
(1)
El socialismo y el Hombre en Cuba, Semanario Marcha, Montevideo, 12 de marzo de
1965
(2) Discurso de Che en
el acto de entrega de premios a los cuarenta y cinco obreros más distinguidos
en la producción del Ministerio de Industria, el 30 de abril de 1962. Casa de
las Américas Obras 1957-1967. Tomo I, páginas 136 a 153
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