Lo que Che dijo…
Ante esas insuficiencias, criterios,
prácticas y prejuicios…
CRÓNICAS
CUBANAS.
Por Félix
Sautié Mederos
Queridos lectores de Crónicas Cubanas, hace algunos días
mientras que me afanaba infructuosamente para enviar un simple correo
electrónico que me era necesario que
llegara a sus destinarios lo antes que fuera posible, me sucedía que cada vez
que oprimía la tecla enviar se caía todo el sistema, algo que me ocurre con
mucha frecuencia. En resumen puedo decir que fue una verdadera batalla campal
en múltiples ocasiones reiterada en los últimos tiempos, capaz de crisparle los
nervios a quien necesite realizarla para intercomunicarse con las nuevas tecnologías de la información
del Siglo XXI que se aplican en todo el mundo contemporáneo; pero que en Cuba
constituyen una verdadera aventura muy demorada en grado extremo o fallida con
reiteración.
Esas son cuestiones de índole “técnica o quizás no tan
técnica” que muchas veces es difícil saber si tienen que ver con el Bloqueo
contra Cuba que se mantiene inexorablemente a pesar del restablecimiento de las
relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, o si son el resultado del
burocratismo y la centralización autoritaria
que está presente como parte de las prácticas y prejuicios al uso, en
que se desenvuelven todas las actividades en nuestro país. Me asaltó entonces a
mi conciencia con mucha intensidad una reflexión que quiero compartir en la
presente crónica: Pensé pues, que con esas insuficiencias, criterios, prácticas y/o prejuicios que han asaltado al sistema y se
mantienen inconmoviblemente en su esencia básica, nada podrá salir bien. No habrá resultados
positivos, por mucho que se trate de alcanzar una eficiencia que actúa contra
lo establecido burocrático cargado de prejuicios, prevenciones, censuras y
prácticas propias de una plaza sitiada, en la que se ven enemigos por todas
partes y que además se encuentra asediada por un criminal bloqueo que causa
daños muy esenciales y que también ha devenido excusa para justificar sus
ineficiencias. Todo un conjunto que afecta seriamente la vida y la convivencia
en nuestro país y que debería ser enfrentado con una creatividad ausente dentro
los más de lo mismo reiterados que los detenidos en el tiempo no se cansan de
proclamar y justificar.
Con lo mismo de siempre no se van a resolver nuestros
problemas, porque para ello es necesario contar con el entusiasmo y el esfuerzo
de la población. De eso estaba muy consciente el Che y nos lo dejó planteado
con toda claridad en sus escritos. El día a día, constantemente pone a ante
nosotros lo contrario, como expresa Silvio en una de sus últimas canciones que
por su impacto tan positivo he citado con reiteración en mis últimas crónicas y
escritos:
“…Y mientras se imaginan
majos
de la conciencia,
la realidad es un relajo
de ineficiencia…”
Últimamente tengo muy presente el legado del Che, quizás sea porque mis sentidos se
conmocionan ante las crisis y las demoras que van siendo ya de muchos años para
que comiencen a resolverse nuestros más
perentorios problemas y se detenga el ritmo galopante de los que optan por
marcharse del país, mayoritariamente jóvenes, hombres y mujeres en los más
fértiles años de sus vidas. Por otra parte, quiero expresar que al Che nunca se
le ocurrió negar a los trabajadores cubanos como esfuerzo para alcanzar la “eficiencia” ni justificó sustituirlos por
extranjeros más productivos, al contrario siempre procuró educar y dar el
ejemplo para movilizar. Hay que estudiar sus escritos e intervenciones y
compararlos con algunos hechos que están sucediendo, para comprender la lucha
de Che por la calidad, por la eficiencia, por la formación profesional, por el ejemplo
de trabajo y movilización junto con todos los trabajadores del país.
Mientras tanto, se reiteran y se reiteran los recorridos
cargados de exhortaciones y palabras devenidas verdades de Perogrullo que por
su uso se convierten en verdaderos mantras y expresiones mágicas que necesitan
de medidas concretas y efectivas. Me refiero a decisiones imprescindibles que
en definitiva no se ponen en práctica por criterios y prejuicios realmente
conservadores que privilegian por encima de todo la preservación de un poder
que ya es tiempo de transferir a las nuevas generaciones que poseen la
juventud, la preparación y la frescura necesaria para enfrentar el futuro.
Estamos ante una situación muy similar a la que nos planteamos los
revolucionarios cubanos cuando el Triunfo del 1ro de enero de 1959; pero que ya
pasamos de los 70 y 80 años de vida para continuar asumiendo responsabilidades
y poderes que corresponden a la nuevas generaciones surgidas con la Revolución.
Son tiempos que exigen un retiro fructífero.
En estas circunstancias recuerdo con mucha fuerza algo que Che dijo y lo
cito con reiteración angustiosa de voz que clama en el desierto:
“…los dirigentes tienen que cumplir su papel de
vanguardia; y , hay que decirlo con toda sinceridad en una revolución verdadera,
a la que se le da todo, de la cual no se espera ninguna retribución material,
la tarea del revolucionario de vanguardia es a la vez magnífica y angustiosa…En
esas condiciones, hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de
sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en
escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Todos los días hay que
luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos
concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización…”(1)
Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar con
mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en
particular. Quienes tengan oído para oír, oigan porque el tiempo ya se acabó; y
a buen entendedor pocas palabras.
(1) El Socialismo y el Hombre en Cuba, Semanario
Marcha, Montevideo, 12 de marzo de 1965.
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