domingo, 5 de junio de 2016

ARECHABALA

Arechabala
Ciro Bianchi Ross • digital@juventudrebelde.cu
5 de Junio del 2016 0:30:21 CDT

Aseguran especialistas que Cuba fue el primer país que dio al ron la
categoría de clásico.
Curiosamente Cuba entró tarde en el panorama de la fabricación
internacional del ron. Pero se dispuso pronto a acortar el camino. Si
en 1778 la Isla exportó alrededor de 230 000 litros de aguardiente, ya
a comienzos del siglo XIX, apenas 20 o 25 años después, se producían
aquí más de 4,5 millones de litros. En 1861 existían 125 destilerías,
en la mayoría de los casos parte de fábricas de azúcar y resultado por
lo general de operaciones individuales. Es la época en que Cuba
empieza a producir un tercio del azúcar mundial.
El ron cubano marca una nueva época, un nuevo estilo en la fabricación
de rones. En la década de 1860 se podía beber toda una gama de rones
«británicos» producidos en Jamaica, Guyana y Barbados, a partir de la
melaza y en alambiques de retorta. Fue entonces que Cuba importó una
nueva tecnología, el llamado alambique continuo o de columna, que
permitió a los destiladores cubanos crear un estilo de ron nuevo, más
ligero y dulce.
El primero fue Facundo Bacardí en Santiago de Cuba. Con su innovación,
Cuba empezó a distinguirse del resto del Caribe, y aunque los
alambiques de columna aparecieron muy pronto en el resto de las
Antillas, ya el ron ligero cubano le había ganado la batalla a la
competencia.
En 1878 entró en el juego el vizcaíno José Arechabala Aldama, quien
compró a plazos a los herederos de Joaquín de Zulueta un alambique
establecido en la ciudad matancera de Cárdenas. Destilaba las mieles
de siete u ocho ingenios azucareros de la zona y recibía por mar
materia prima de Sagua la Grande y Yaguajay, y estaba valorado en unos
33 000 pesos oro y 167 000 pesos en billetes. El 1ro. de febrero de
1880, el nuevo propietario lo inscribía en el Registro Mercantil con
el nombre de La Vizcaya. A partir del 18 de enero de 1821 operaría
bajo la razón social de J. Arechabala S. A. Presidía la compañía el
fundador de la firma y obraban como accionistas sus hijos Juana,
Carmela, Mercedes, José Antonio y José Nicolás. Llegaría a amasar un
capital enorme en el campo de la destilación de alcoholes y la
refinación de azúcares y crearía el famoso ron Havana Club.
En 1958 este complejo fabril ocupaba un área de 600 000 metros
cuadrados y lo conformaban plantas de confituras, levadura, sirope y
otras producciones derivadas del azúcar. Contaba con una fábrica de
licores, almacenes de azúcar, terminal marítima, acueducto propio,
servicio de cabotaje y astillero. En sus soleras se mantenían de
manera permanente dos millones de litros añejándose en toneles de
robles.
Producía anís, aguardiente, cremas, coñac y ginebra con la marca
Arechabala, los coñacs marcas Relicario y Tres Arbolitos, el ron añejo
Arechabala 75 y otros tipos de rones, además del ya mencionado Havana
Club.
Representaba, por otra parte, el whisky Chivas Regal y otras bebidas
de importación. Formaban parte de la compañía los centrales azucareros
Por Fuerza y Progreso, ambos en la provincia de Matanzas.

El vizcaíno y el vasco
José Arechabala Aldama nació en Gordejuela, Vizcaya, el 9 de noviembre
de 1847. Las fuentes consultadas no aluden a su niñez ni a su
adolescencia, pero lo seguro es que no fuesen nada boyantes, pues con
solo 15 años buscó en Cuba mejores horizontes. Llegó a la Isla el 21
de septiembre de 1863 y trabajó primero con su pariente Antonio
Galíndez Aldama, radicado en Matanzas, y luego en la casa Bea,
dedicada a la consignación de buques, la ferretería y la banca, algo
frecuente entonces cuando las empresas asumían el papel de los bancos.
Julián de Zulueta era ya para entonces un importante hombre de
negocios y una figura política de primer orden. Marqués de Álava.
Vizconde de Casa Blanca. Coronel de Milicias. Coronel de Voluntarios.
Cónsul del Real Tribunal del Comercio. Consejero de Administración de
Hacienda. Concejal y alcalde de La Habana en varias ocasiones.
Diputado a Cortes. Senador Vitalicio del Reino. Gobernador Político
interino de la Isla de Cuba.
Era propietario de varios ingenios azucareros. Accionista de la firma
constructora del ferrocarril de Marianao. Contratista del derribo de
las murallas de La Habana e iniciador de la construcción del edificio
que sería conocido como la Manzana de Gómez, donde se emplazaría —fue
su idea— un gran centro comercial, similar a los actuales, donde
coincidirían varios establecimientos. Constructor con su propio
peculio del ferrocarril Zaza-Caibarién. Enriquecido con la trata de
esclavos y de chinos, formó parte del grupo de hacendados y
prestamistas de origen español que asumió el control del Diario de la
Marina y lo convirtió en vocero de sus intereses. Una ciudad de la
región central y una calle habanera llevan el nombre de quien fue un
enemigo recalcitrante de la independencia de Cuba y uno de los grandes
promotores del capitalismo en la Isla. No se puede escribir la
historia de la economía cubana del siglo XIX sin mencionarlo.
¿Cómo trabaron relaciones Zulueta y Arechabala?
La importancia económico-comercial que adquiría el puerto de Cárdenas,
por donde Zulueta sacaba las producciones de sus centrales, lo hizo
pensar no solo en el establecimiento de almacenes, sino en fomentar
una destilería que aprovechara las mieles, que mermaban
considerablemente por la demora en ser embarcadas.
Conoció Zulueta de la laboriosidad del joven vizcaíno, de su
dedicación al trabajo, inteligencia y chispa, y en 1873 lo nombró su
apoderado en Cárdenas. Arechabala tenía 26 años entonces.
Durante una visita a la ciudad matancera de Colón, donde tenía también
grandes intereses, Julián de Zulueta cayó del caballo y quedó con la
cabeza enterrada en una alcantarilla. Hubo tiempo para trasladarlo a
La Habana, donde murió, el 4 de mayo de 1878.
José Arechabala lo sobrevivió durante largos años; falleció el 15 de
marzo de 1923. Llegó a ser propietario de la fábrica de gas que
alimentaba el alumbrado público de Cárdenas y dotó a la ciudad de un
teatro que llevó su nombre. Sus actos son reflejo de su devoción por
la cultura y el buen gusto. La propia industria estaba enmarcada en un
vasto conjunto de jardines y paseos, donde se daban la mano lo útil y
lo bello, sin contar que fue una gran fuente de empleo. Cárdenas lo
declaró su Hijo Adoptivo.

Surge Havana Club
El 19 de marzo de 1934 se inauguró la fábrica de licores y comenzó la
producción de ron Havana Club. Más tarde se añadió el Alco-Elite
—alcohol puro, muy demandado con fines sanitarios—. También los
cordiales y el coñac. El 29 de mayo de 1935 abrieron el Bar Privado y
las oficinas de la empresa en el palacio del Conde de Casa Bayona, en
la Plaza de la Catedral de La Habana. El 18 de julio de 1936 pusieron
en marcha la producción de confituras. Para elaborarlas se adoptó la
técnica más avanzada, utilizándose materias primas selectas para
dotarlas de un sabor exquisito y expenderlas con una presentación
atractiva, lo que las hizo muy demandadas dentro y fuera de Cuba.
En marzo de 1934, la compañía comenzó a producir el carburante
conocido como mofuco. Por lo que se le considera pionera del
carburante nacional, utilizando el alcohol como base. Cuando en 1943,
la guerra mundial impuso rígidos controles sobre la gasolina, el
Gobierno cubano reclamó el concurso de la empresa para que el
transporte terrestre no se paralizara, llegando Arechabala a soportar
hasta el 63 por ciento del consumo nacional.
Tuvo J. Arechabala S. A. una activa participación en lograr que EE.
UU. admitiera el azúcar refinado cubano. Fue una lucha denodada que
entre 1928 y 1933 libró, junto con otras firmas, contra las
autoridades norteamericanas, para afincar y esclarecer el derecho de
Cuba a exportar ese producto a EE. UU. y evitar así el cierre de las
refinerías cubanas.
Sus producciones superaban las de sus competidores. En 1956 La Vizcaya
produjo alrededor de seis millones de litros de aguardientes y alcohol
de 95 grados, a lo que se sumaban los casi 800 000 litros obtenidos en
los centrales Por Fuerza y Progreso. Le seguían en orden de producción
la destilería Infierno —más de seis millones de litros— y la Licorera
de Cuba, con cinco millones en las marcas de ron y cremas Aldabó,
coñac Peralta y Anís del Diablo. La Compañía Cubana de Alcohol aparece
con algo más de tres millones de litros, de las denominaciones Santa
Cruz y Legendario, en tanto que Bacardí, en el último de la fila,
aparece solo con 3 118 000 litros.
Claro que hubo contrariedades y quebrantos. El fundador de la empresa
perdió y rehízo su fortuna varias veces. Resultó desastroso para la
ronera el huracán de 1888, que arrasó la costa norte de la Isla por la
zona de Cárdenas y ocasionó pérdidas cuantiosas. Igual ocurrió con el
ras de mar de 1933, causante de daños en almacenes y muelles,
alambiques, tanques y toneles, edificios y embarcaciones, así como
pérdida de materias primas por 258 000 pesos. Perjudiciales fueron
también las dos guerras mundiales, la caída de los precios del azúcar
y las crisis económicas. Y las pesadumbres morales que sacudieron a
esta curiosa familia, en la que los nombres se repiten y sus miembros
terminan casándose entre sí, y de la que formó parte nada más y nada
menos que Carmelina Arechabala, la que dio pie a una frase que
sobrevive en el imaginario del cubano, esa de «vive como Carmelina»,
para identificar a quien lleva una vida regalada, libre de carencias y
preocupaciones.
Algo no claro del todo para el escribidor sucede a finales de los años
50, cuando José Fermín Iturrioz sale o lo hacen salir de la firma que
dirigía desde 1926 y presidía desde 1953, cuando le tocó sustituir a
Carmen Arechabala —no es la Carmelina aludida—, hija de José
Arechabala Aldama, el fundador, y viuda de José Arechabala Saiz,
sobrino de su padre. Para no variar, Iturrioz, que era el propietario
del Retiro Josone, en Varadero, es sustituido por José Arechabala
Arechabala.
Su salida implicó para la firma la pérdida del central Por Fuerza, que
permaneció en manos de Iturrioz. Tenía una capacidad de molida de 250
000 arrobas diarias, 2 650 trabajadores y 768 caballerías de tierras
propias.

Después…
Después de 1959 la fábrica recibió el nombre de José Antonio
Echeverría, y en 1993, cuando se fundó la corporación Cuba Ron, una
parte de su infraestructura se destinó a la creación de la Ronera
Cárdenas. La cartera de producción de esta afamada bodega contempla
los formatos caneca de las marcas Havana Club, ron Cubay y el
aguardiente Sao Can. Produce asimismo los rones Refino y Perla del
Norte; este en sus versiones de blanco, dorado y añejo, que recoge el
buen y genuino saber hacer de esta ronera.









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Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/

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