Mapire es un cesto, muy bien tejido, de origen indígena, que aún en mi época de muchacho se solía usar para ir al mercado de compras y llevar comida para largos viajes en bestia y hasta a pie. El viajante llevaba en él todo lo que creía necesario para su travesía. En algunos sitios se le llamaba también “porsiacaso”, lo que implicaba una contingencia, llevar algo, incluso alimento que inesperadamente no se hallase. Pensando en ese original envase, viendo cómo marchan las cosas, la frescura y alegría de quienes de un lado y otro tienen las riendas en las manos, he optado por hacer las siguientes reflexiones, después de leer una noticia en un diario regional, según la cual, por las próximas vacaciones escolares, se espera nos visiten cerca de un millón doscientas mil personas. Me refiero por supuesto al Estado Anzoátegui y particularmente a su parte norte que goza del privilegio de playas maravillosas, sobre todo las sucrenses de la zona limítrofe, apenas a un paso de Guanta. La gastronomía de la región depende en buena medida de la arepa; porque los visitantes que, en gran número son caraqueños, como quienes aquí vivimos, la tenemos como un componente de cualquier plato, sobre todo del pescado, lo que más caracteriza nuestra gastronomía. La arepa es pues como un símbolo nacional y hasta más que eso, de necesidad de primer orden. Ella sola es sinónimo de alimento. Por eso usamos frases como “voy a ganarme la arepa”, por voy al trabajo. Tanto como que una de mis nietas, estando una vez fuera del país, apenas un mes, me puso un mensaje por el celular donde me dijo; “¡SOS! ¡Abuelo, tengo una baja de arepa!”. No es la hallaca, en materia gastronómica lo que identifica al país; más bien creo sea la arepa. Como ahora, lo que más identifica al nacional, es alguien haciendo cola para comprar comida o llevando una bolsa con alimentos.
Pero resulta que Polar de Mendoza, que produce una marca muy solicitada de harina de maíz precocida y el gobierno con unas cuantas y muy buenas, no sé a ciencia cierta por qué, no son capaces de satisfacer el mercado como para que los bachaqueros no impidan podamos hallarlas no al precio real, según costos, sino simplemente hallarlas para gozar de arepas de ese origen. Pero esto es válido para una buena cantidad de alimentos.
¡Claro! Uno puede hallar maíz, procesarlo, lo que implica cocinarlo, molerlo y hacer la maza, para finalmente elaborar las arepas. Hasta, para mayor facilidad, en muchas partes se puede comprar la masa ya elaborada y sólo tiene uno que terminar de amasarla y poner en la parrilla, aripo, plancha u otro instrumento pertinente para que el fuego termine cocinar la arepa. Pero el proceso todo no deja de ser complicado. Hay que buscar el maíz y procesarlo o comprar la masa ya elaborada, pero uno no puede almacenarla por mucho tiempo, pues ella se corrompe fácilmente o, como decimos, “se pone piche”. No es igual como comprar una “paca” de harina precocida y tenerla a disposición en despensa. Pero, para caraqueños y toda la gente del país, vale recomendar las arepas de yuca que a mi parecer son deliciosas y su elaboración nada complicada, tanto que no vale la pena hacer una carta. Pero resulta que por esta situación que vivimos que, para un amigo que jugó un rol importante en el aparato del Estado es peor y más dramática que el llamado período especial cubano, conseguir maza, maíz y yuca también se ha vuelto complicado y por demás costosa.
Todo lo anterior, es decir el alto costo de los alimentos, las dificultades para hallarlos, hace muy difícil, para no decir imposible, que el oriental pueda ser tan buen anfitrión como siempre había sido. Una gente y un espacio donde los caraqueños acudían como en enjambre a pasar la Semana Santa y las vacaciones escolares. Muchas, hasta a muy bajo costo y sin preocuparse por asuntos que los anfitriones resolvían sin dificultad y satisfechos de agradar al visitante. Como nos agradaba decir “donde comen dos, comen cuatro” y “aquí en nuestra mesa siempre hay puesto disponible para quien llegue”.
Para empezar, el viajero debe meter en sus macundales jabón, shampoo y papel higiénico. Por sólo estos tres, que podrían ser muchos los artículos de aseo. Sabemos que está sucediendo que en muchos hoteles nada de eso ofrecen como es su obligación o parte del servicio, no sé si para recargar el costo habitacional al turista por esa vía, la del bachaqueo o negocio adicional o si en verdad les cuesta conseguir esos productos. Cualquiera de las hipótesis es valedera.
El caraqueño no está acostumbrado que digamos a comer casabe, y con esa campaña de desprestigio que a este alimento le tiene montada el presidente, pudiera hacerse más resistente a consunirlo. Pero en todo caso, en oriente, por la escasez de pan, maíz, el alto costo que viene alcanzando la maza, las dificultades sobre ella que arriba mencionamos y el descomunal precio del casabe, seguro que sus calamidades serán mayores a las que ahora vive en su espacio capitalino.
Si ese millón doscientas mil personas que esperan las autoridades y los agentes turísticos para bienestar del negocio llegan, deberían venir cargando con todo eso, pues si aquí son ahora mismo escasas y súper caras, cómo será cuando aquí estén. Es decir, al turista debe decírsele “vaya con su mapire lleno”. Al ministerio de turismo le ofrezco la consigna o mensaje sin costo alguno.
¡Tráigase su arepa! Pero esto es un decir, pues no sólo de arepa vive el hombre. ¡Traiga de todo! Porque corre el riesgo, que es una manera de decir, pues parece más acertado, aquí va a pasar el trabajo hereje. No es que el oriental haya cambiado, dejado de ser buen anfitrión y dispuesto a repartir lo suyo con el visitante, sino que ya nada nos queda. ¿Qué va a repartir? Hasta escondemos la media arepa que sobró de la cena para el desayuno de mañana y, por primera vez, entre mis círculos familiares y amigos, he visto guardar en la nevera el café de hoy para mañana.
¿Y los grupos económicos que manejan la economía y la producción que hacen? Pues ganar más real. Han descubierto que las “leyes de la economía” dan para invirtiendo menos, trabajando por debajo de un cuarto de máquina, sin arriesgar mucho se gana más. El esconder, bacahaquear a distintos niveles es la más grande enseñanza de la economía venezolana y hasta más eficiente que el hacer de los políticos en la política.
¿Y el gobierno? ¡Hay el gobierno! Ha optado por ignorar lo que sucede. ¡Ojos que no ven, corazón que no siente! Habla de todo. De glorias pasadas y presentes que sólo ellos atisban pero de la arepa nada.
¿Políticos de oposición que aportan? ¡Nada! Dejar que todo siga como va sin percatarse que si llegan a tomar el poder sólo se encontrarán un esterero o llegar sobre una montaña de cadáveres.
Mientras tanto, unos y otros, todos ellos, se preocupan sí, mucho, por la cantidad de firmas, la pertinencia de las mismas, el revocatorio. Mientras al país todo, de un momento a otro pudiera, como a mi nieta, no darle una baja de arepa, sino de toda cuanta vaina se necesita para subsistir y estalla.
¡Abajo los de arriba! ¡Arriba los de abajo!
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 6/28/2016 03:58:00 p. m.