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Se les acaba el tiempo a los dueños de los relojes
Por Pedro González Munné *
Hoy en día, cuando en todas partes se cuestiona el mejor lugar para disfrutar de la visa para un sueño, sigo creyendo que éste no lo es y aunque los cubanos seguimos llegando, tal vez por aquello de los beneficios del ajuste, privilegio negado a los negritos de Haití o los indios de Latinoamérica, como tan mal vociferan estos exiliados racistas que nos gastamos en la calle Ocho y sus emisoras.Sin embargo, estos mismos exiliados, ratas del imperio desde que arribaron a esta ciénaga en los 60, ahora se revuelven contra su propia sangre y califican, al Ajuste Cubano de Ley: “anacrónica e injusta”.¿Por qué? Pues porque el exilio se diluye, sus pretextos de ser emigrados políticos se acaban y se esfuman las subvenciones de decenas de millones de dólares del dinero de los contribuyentes a sus organizaciones de cuatro gatos, destinadas a payolas a periodistas, políticos y pagar programas de radio, páginas internet e interminables diatribas de octogenarios héroes de la estampida.Nunca, hasta hoy, se acordaron del privilegio de esa Ley al inmigrante cubano, con residencia legal en Estados Unidos y beneficios desde pagos de seguro social hasta sellos de alimentos, con la posibilidad de hacerse ciudadanos a los cinco años, lo cual no podían obtener otras comunidades de honestas familias, como los nicaragüenses, los venezolanos, mexicanos o centroamericanos -los indios de marras- o los negritos haitianos.Su gritería se basa, esta vez, en la diferencia con los cubanos nuevos, emigrados de las oleadas a partir de los años 80, los cuales tan pronto legalizan su situación viajan de vuelta a la isla a visitar a sus seres queridos -si el Gobierno cubano les permite la entrada-, lo cual, es su derecho según la constitución norteamericana, al ser residentes legales, o ciudadanos.Luego de muchos años de ser los preferidos del imperio, los exiliados pierden el lustre de auto declararse titanes de la estampida y también, lo que más les duele en el ocaso de sus vidas, va raleando la payola.La realidad duele y también el hecho de la osadía del cubano en favor de su Revolución, lo cual no demuestran como dóciles seguidores del palo y la zanahoria -ejemplos frecuentes sobran en Miami-, sino de constructores afanados por un sistema social donde la educación, la salud y la protección son derechos y no promesas de políticos, todo a pesar de la constante amenaza real y un genocida embargo del mayor imperio del mundo.Por la otra parte, no existe justificación para el control de una burocracia obsoleta y absurda sobre los destinos de un pueblo, o del mantenimiento de figuras -con su justo pedestal en la historia-, pero hoy muestra de atraso y resabio, demostrando en su abstrusa contención a lo nuevo, todo lo contrario de la imagen proyectada por sus acciones pasadas.Los extremos se tocan y a la vez como cambian las fronteras políticas de uno y otro lado, la apología del inmovilismo, la loa ilustrada por la prebenda y el ocio impuesto al productor, nos convocan al desastre, abonado por aquellos ecos de una estampida cobarde, solidarios contra el pueblo, a los ejemplos de fatiga de quienes fueran, o nunca fueron, los revolucionarios que hoy necesita la Patria.El imperio no osa invadir a Cuba, no por aquello de tecnologías y prepotencias en demasía, sino porque la estrategia debe contar con la respuesta del tsunami internacional de apoyo a la Revolución cubana y del combate viril de un pueblo constructor de esa sociedad, ni con mucho perfecta o acabada, pero sí la base de las esperanzas, esfuerzos e ideales de todos los cubanos, donde quiera que estemos.Es hora de enfocar los cañones a los verdaderos enemigos, de adentro y de afuera, del concierto unido con la convocatoria de todos los cubanos desperdigados por el mundo y sobre todo, de escuchar el alerta del poeta que con su verbo, su pluma y su sangre forjó el acero de una Revolución aplazada: levantemos al fin una Nación con Todos y por el bien de todos.* Director de La Nación Cubana. Diez libros publicados. Cuatro premios nacionales de periodismo en Cuba, Vanguardia Nacional del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Cultura de Cuba.
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