ELIGIO DAMAS
Sebastiàn Piñera (Chile) |
La lógica del capital lo dice. Los negocios que no ven ganancia en bagatelas, simplezas, bolserías como la educación, arte, cultura, deporte (¿¿??), salud y bienestar colectivo en general, imponen considerar simple gasto, y hasta innecesario, todo lo que en ello se invierta. Tanto que cuando haya que rebajarlos, aunque se trate de echar trabajadores a la calle, congelar o disminuir monto de pensiones a viejos trabajadores jubilados, se hace sin pararse en hueso.
Vicentte Fox (Mèxico) |
Ricardo Martinelli (Panamà) |
La palabra deporte la acompañé de signos de interrogación, por una simple lógica. Muchos que esto lean y quienes no también, ven en cierto empresariado, una especie de mecenas del deporte. Una institución abnegada que invierte “sus dineros”, como aquellos mecenas del Renacimiento, por el solo placer de ver crecer el arte. Entonces algunos empresarios de ahora serían como aquella familia Medici, de Florencia, que financió creadores, artistas como Donatello o Miguel Ángel. Sólo que estos de acá se tomaron para sí la tarea de “proteger” al deporte y los deportistas, según su propaganda que se aprovecha de la ingenuidad de la gente. No obstante, debo llamar la atención cómo son de cuidadosos al decidir, que relegan todo deporte que no goce del respaldo o afición de las mayorías. Porque no se trata de incentivar al deporte sino llegarle a cuanta gente se pueda; en fin de cuentas, a los consumidores de todo tipo de mercancías hasta de la propaganda política.
Lo que se suele pasar por alto es que en la lógica empresarial, del capital, no hay espacio ni recursos para regalar, menos en esas pendejadas si no hay por detrás un filón del cual aprovecharse. Si el capital procediese de manera tan simple y dadivosa, lo del sólo dar por placer o bondad, dejaría de ser capital y hasta serían los capitalistas como “hijos de María”, adoradores de Teresa Calcuta y hasta de Chávez. Capitalista que regale se niega a sí mismo y su razón de ser. No obstante, una de las críticas más internalizadas en el discurso opositor, político y empresarial, contra el chavismo, es la manera como este sector optó por repartir el ingreso petrolero que, en buena medida, en muy grande medida, lo hizo intentando favorecer, según su concepción, a los más débiles y procurando que los poderosos, los capitalistas, dejasen de seguir recibiendo la mejor tajada. Claro, el gobierno no pudo hacer eso tan bien como quería, tanto que la acumulación de capital en Venezuela ha sido tan intensa como en la IV República y los corruptos parecen haber salido hasta debajo de las piedras. En cierta medida, ese exceso de bondad, la caída de los precios del petróleo, la guerra de los grupos económicos que incluye robarse las divisas bajo cualquier trampa, pusieron al gobierno en serias dificultades y condujeron al “redescubrimiento” del deber de romper con el rentismo petrolero.
Empresario no regala nada. Invierte para sacar beneficios. Cuando invierte en deporte lo descuenta del Impuesto Sobre la Renta; es decir, ese dinero lo saca de los bolsillos nuestros. Pero eso va más allá. Invierte en publicidad para hacer creer que la gente se entere que “patrocinó el deporte” por el deporte mismo y generosidad empresarial. Pero hasta los gastos de esa publicidad también los extrae de nuestro bolsillo, a través de lo que deja de pagar por Impuesto Sobre la Renta (ISLR) al Estado; es decir, deja de pagarnos lo que debería por sus ganancias. Entonces se queda con las ganancias y el impuesto. Eso además, se revierte en la idea que siembra en la mente de la gente de ser mecenas, desprendido, abnegado por proteger el deporte. Los Mecenas del Renacimiento pagaban con sus reales y no descontaban eso de los impuestos.
La publicidad y la buena imagen colectiva que alcanza la empresa pasa a formar parte intangible del capital; es una ganancia que se acumula. Por eso, no es extraño que capitalistas que procedan como hemos expuesto, alcancen prestigio y alta consideración entre la mayoría de la gente que tiene mucho “sentido común”, para decirlo como una vez lo comentó Gramsci. Ese “sentido común”, les lleva al leer esto, comentar hasta irónicamente y sin que ello sea totalmente ajeno a la verdad, “bueno, es mejor que el empresario haga eso y no que la burocracia se engulla los reales sin hacer nada”.
Por eso, no es extraño que cierto empresariado alcance la fama de bondadoso y hasta logre que la mayoría de la gente no se entere que muchos de sus trabajadores, como ahora se denuncia, se habla de una cifra de miles, perciben salarios por debajo del mínimo legal.
Ese empresariado audaz, inteligente, bien asesorado y suficientemente claro que el Estado debe ponerse al servicio de la empresa y el capital, llegado al gobierno no sería nunca aliado del pueblo. Sería como un poner perro a cuidar carne o confiar el destino de la mayoría, de los trabajadores en todas sus escalas, en manos de quien procura sacar de ellos el máximo beneficio personal, empresarial o corporativo. El Estado, en manos del empresariado dejaría de ser árbitro en medio del conflicto entre capital y el trabajo y se convertiría un mecanismo más al servicio de los poderosos. La experiencia pasado de Venezuela que desencadenó en el “Caracazo”, es manifestación contundente de eso. Es verdad que, pase lo que pase, digan lo que digan “sólo el pueblo salva al pueblo”.
La idea, cierta o no, que determinado empresario es exitoso y lo es operando dentro del marco de la ley, hace propicio que dada una crisis como la que ahora agobia Venezuela, se pueda pensar en él, para dada su experiencia y hasta eficacia, tome las riendas del poder y resuelva con su magia los problemas y calamidades que confrontamos. Volvemos a aquello del sentido, tenido como sabiduría y hasta ciencia.
Pero empresario, justamente por serlo, sea eficiente o no, respetable o corrupto, siempre pondrá por delante los intereses de su empresa y de sus iguales. El país y la gente poco le importan o nada significan, salvo que le sirvan para hacer crecer sus capitales y fortalecer sus negocios. Hay una enorme brecha entre el interés empresarial y los intereses nacionales y del pueblo.
En América Latina, muy recientemente tres empresarios llegaron a la presidencia de sus respectivos países. Vicente Fox en México, Ricardo Martinelli en Panamá y Sebastián Piñera en Chile. El balance de las labores de ellos como primeros gobernantes es similar. Se preocuparon fundamentalmente por hacer crecer sus capitales en contra del interés nacional. Los tres han sido acusados de corrupción y de haberse valido del cargo en beneficio personal, de su empresa, sus socios y hasta familia. También, basta una muestra, se prodigaron hacer recortes a fondo en lo que ellos llaman el “gasto público”, como lo invertido en educación y en consecuencia en favorecer la escuela privada; lo que significa una agresión a las mayorías.
Es decir, los tres actuaron conforme la lógica del capital. Lo que importa es favorecer la acumulación de riquezas, la sobre explotación de los trabajadores y el recorte de todo aquella que debiera ir en beneficio de las mayorías, sobre todo a los depauperados.
Lo he dejado para el final porque es historia reciente y como diría Walter Martínez, “acontecimientos en pleno desarrollo”; quien de lo dicho antes duda, sólo tiene que leer algo que está fresco, las decisiones que día a día, en Argentina, viene tomando el empresario Presidente Mauricio Macri. Sólo basta decir que por su propia iniciativa está aplicando la habitual receta del FMI, aquella misma que en Venezuela de 1989 desencadenó el “Caracazo”.
Gustavo Rossen, empresario y otras cosas que le hacen aparecer como muy eficiente y competente, fue ministro de Educación en Venezuela durante la IV República; en mis más de 43 años al servicio del sector educativo, mayormente como docente de aula, jamás pude hallarme ante otro tan nefasto funcionario como el mencionado. Su competencia, eficiencia, formación académica y empresarial, la puso en función en aquel ministerio para intentar liquidar la educación pública y fortalecer la privada. Fue el campeón en la promoción de huelgas dentro del ministerio con fines finamente calculados. Sabía bien lo que hacía; que no era otra cosa que dañar al sistema educativo público y reducir al máximo la matrícula y hacer crecer la privada. En fin de cuentas era eso, un empresario privado “exitoso”. Sin importar que millones de niños quedasen fuera de la escuela. Les dejo el primer link para que se informen más sobre las “hazañas” de aquel personaje.
El segundo link para recordar como en aras de los intereses del gran capital se hace la guerra y se destruye tanto que destructores quedan destruidos. Denuncia del veterano de la guerra de Irak Speech Mike Prysner, “el verdadero enemigo es un sistema que hace la guerra cuando es rentable”.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 2/10/2016 05:13:00 a. m.
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