Título: El tráfico infantil en Europa
Por Hedelberto López Blanch
La unión Europea se ha convertido en plaza para el lucrativo
negocio del tráfico de menores procedentes de varios países, los que arriban a
sus costas o fronteras en migraciones ilegales.
Las cifras son espeluznantes pues según la Oficina Europea de
Policía (Europol) al menos 10 000 niños refugiados han desaparecido al llegar a
Europa, la mayoría en manos de organizaciones de tráfico de personas.
Datos aportados por la Organización
No Gubernamental (ONG) Save the Children, en 2015 arribaron a
Europa cerca de 26 000 menores sin acompañamiento, de un total aproximado de
270 000 niños refugiados; un 27 % del millón de personas que en 2015
atravesaron las fronteras huyendo de guerras y el hambre en otras regiones
cercanas. Save the Children ha denunciado con mucha fuerza el tráfico de
órganos de niños y jóvenes inmigrantes.
Medios de prensa y ONGs aseguran que en medio del enorme
descontrol sobre el flujo migratorio, Europol no ha podido evaluar hasta ahora
las terribles consecuencias de este desplazamiento de los niños.
La peor ola migratoria desde la Segunda Guerra Mundial se
extiende por la vieja Europa lo que se ha convertido en un verdadero caos para
algunos gobiernos y un lamentable infierno para las personas que logran llegar,
las cuales deben enfrentar, en muchos casos, maltratos de las autoridades o
caer en las garras de los traficantes de seres humanos.
L’Osservatore Romano, diario del Vaticano significó en un extenso
artículo “en muchos países desarrollados un elevado número de personas salvan
sus vidas gracias al tráfico de órganos de menores indocumentados, y esos
pedidos están aumentando considerablemente en los países occidentales, mientras
que el número de donantes ha bajado”,
El editorial del periódico argumentó que “el tráfico de órganos
de menores es un crimen organizado relativamente nuevo, debido al mejoramiento
de las técnicas de trasplante en los últimos años, provocando que la demanda
supere por mucho la oferta”.
Con un tono que refleja más indolencia que preocupación, el jefe de personal de Europol, Brian Donald,
declaró que de los 10 000 niños perdidos, “no todos son sometidos a explotación
criminal, algunos han podido quedar en manos de familiares. Pero no sabemos
dónde están, qué están haciendo o con quién están”.
El fatal negocio de los transplantes de órganos ha proliferado
en forma incontrolada debido a que las mafias encargadas de buscar a los
“donantes” bajo coacción, violencia o secuestro, saben que tienen un mercado
seguro en miles de personas ricas que están dispuestas a pagar una elevada
cantidad para tratar de seguir viviendo.
Un reportaje aparecido en la publicación mexicana “Por Esto”,
denunciaba que antiguamente numerosos pacientes ricos de Estados Unidos,
Alemania e Italia viajaban a la
India , Filipinas, Hong Kong y Egipto, para trasplantarse en
condiciones nada seguras, pero después se montaron servicios sofisticados en
suelo mexicano, donde los enfermeros y médicos americanos “cruzan”, y hacen las
cirugías de trasplantes con equipos de alta complejidad y “sin preguntar” el
origen de los órganos.
Esas mafias con impunidad y enorme capital, alquilan aviones que
parten diariamente de algunos países de Latinoamérica para cruzar el Atlántico
hacia mercados clandestinos de Alemania, Suiza, Italia, España donde pagan 102 000 euros por un riñón, 150 000 por un
hígado, 150 000 por un pulmón, 87 000 por una cornea, 165 000 por la médula
ósea, 150 000 por el corazón, 144 000 por un páncreas y 10 000 por venas y
arterias.
Ahora, con la afluencia de una inmensa y desordenada inmigración
ilegal de personas pobres y necesitadas que están llegando a Europa, el macabro
negocio prospera en suelo del viejo continente donde los traficantes esperan
las oleadas de personas acompañadas de menores para realizar sus cacerías.
En mayo de 2015, autoridades italianas informaron que más de 5 000
niños habían desaparecido de los centros de asilo. Para octubre de ese mismo año,
fuentes policiales de Trelleborg (Suecia), dijeron que alrededor de 1 000 niños
y jóvenes refugiados sin compañía de un adulto habían llegado a la ciudad el
mes previo y que desde entonces habían desaparecido.
Se ha creado una poderosa y sofisticada infraestructura criminal
paneuropea que ha puesto su punto de mira en el arribo de los refugiados y
especialmente en los menores de edad, cuyos órganos están más sanos y por los
cuales los traficantes reciben precios mayores. Se ha denunciado que las
organizaciones mafiosas tienen centros de control clandestinos en varios países
europeos y dos de los principales actúan en Alemania y Hungría.
En Turquía la situación es peor pues a pesar de que la Unión Europea entregó ayuda por
3 000 millones de dólares para atender a los refugiados, el descontrol y la
desatención se han convertido en un hecho cotidiano, según las propias
autoridades del viejo continente.
En resumen, la indolencia y la desidia de las autoridades
europeas han convertido en caldo de cultivo a los miles de refugiados que al
llegar al viejo continente no puede encontrar los tan pregonados derechos
humanos.
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