ELIGIO DAMAS
Nota: Hoy 15 de enero es el día del maestro. Como soy maestro, ya sin alumnos y sin escuela, me queda como un estado nostálgico y con unas ganas enormes de tener por delante un poco de muchachos; eso sí con pausa y dándole tiempo al tiempo. Tanto que, como he venido haciendo en las tres o cuatro últimas entregas, se me ocurre colocar este trabajo con motivo de esa fecha y en un momento que esperamos que el gobierno algo nos tire. Hablo del Contrato de los educadores 2015-2017 que parece engavetado. Este artículo fue escrito hace ya casi 28 años, pero pude haber dicho que lo acabo de escribir.
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Yo creo, pese a lo que digan otros, que el desprestigio del maestro añejo está y de lejos viene. Quienes creen que poco tiempo atrás el maestro gozó de gran prestigio, juzgan mal. Creo más bien en el casi natural desprestigio del maestro. ¿Han conocido ustedes, lectores amigos, tipo más desprestigiado en su espacio y tiempo que aquel estrafalario personaje llamado Simón Rodríguez? Apellido propio no tuvo. Los tomaba así, como el que se pone un traje o una camisa. Se llamó además Carreño y Robinson. Y en materia de ocupaciones, fue de todo, hasta
fabricante de velas. I su desprestigio fue tal, que se le tuvo por loco. I que más podía pensarse de un sujeto en constantes meditaciones sobre cosas que no interesaban a sus contemporáneos y éstos menos entendían; más dedicados al devaneo, los beneficios materiales con escaso esfuerzo y las prebendas políticas por encima de sus capacidades y aptitudes ?
Hay que ser bien loco, siempre se ha pensado así, para desperdiciar talento y esfuerzo intelectual promoviendo pendejadas que en nada tientan al grupo que domina. I este Simón, estudioso y abnegado, en su tiempo y aún en la etapa republicana, fue un maestro hasta en lograr el desprestigio. Sucre, una vez que el maestro caraqueño le llegó como un loco hasta Bolivia, le ofreció un alto cargo educativo y pocas horas después hubo de arrepentirse porque muchos influyentes creyeron locas y execrables las proposiciones de Simón.
Y su mayor desprestigio fue su limpieza. Limpieza solemne de bolsillo, lo que es habitual en todo maestro verdadero. Fue, en cierto modo, un petardista o sablista como se dice ahora; y como tal, recorrió medio mundo conociendo cosas. Y pese a que hoy digamos lo más bello de él, en su tiempo muy pocos le tenían en alta estimación. Fue pues, sin lugar a dudas, un tipo desprestigiado por los cuatro costados.
Y es así hoy. La sociedad nuestra asocia la grandeza y el triunfo individual al bienestar material. Justamente por esto, antes y ahora, los asaltantes, mentirosos, especuladores, peculadores o corruptos y los del narcotráfico, gozaron y gozan de las más generosa aceptación. El prestigio es cosa de billetes y cosas raras. Tiene prestigio quien lleva un cuidado peinado hasta en la playa, el traje de moda y del momento; aborda el automóvil que más furor despierta y sobre todo, aquel que si usted "no le reconoce", no pasará por alto jamás su tarjeta de crédito.
Maestro es y siempre ha sido una profesión de limpios. Gente sin lustre, crédito y una buena imagen. La mayoría más bien "disfruta" de una especie de prestigio al revés.
Allá en los tiempos de Páez, voy a confiar en mi memoria, que de paso poco prestigio tiene, hubo en Barcelona un pionero del arte de enseñar que creyendo en la bondad del gobierno del "Tigre de Payara", apeló al "fiao" en las bodegas, mientras el sueldo esperaba. I cayó en el más espantoso desprestigio. Tuvo un buen día o madrugada que salir del Cantón en forma apresurada. Enseñar y saber poco importaba si a él no le llegaba la mesada.
José Rafael Pocaterra, en uno de sus "Cuentos Tenebrosos", también se lo dejo a la memoria, titulado "La Mista", narra las aventuras de un infeliz maestro, hambreado hasta el cansancio, cuyo desprestigio fue tan grande que, por vergüenza con los vecinos, a quienes había ofrecido una escuela de varones y hembras, si las elecciones ganaba el caudillo que apoyaba, se fue resueltamente a medrar a las puertas de palacio a rogar le cumpliesen la oferta. Fue a pedir la escuela mixta que él pensaba dirigir, sin que lograse tan siquiera un saludo tras las rejas del presidente suyo. Loco quedó del hambre y la vergüenza.
No hay duda pues que prestigio y limpieza pocas veces se juntan. Y con esta galopante inflación es poco usual que haya un maestro de prestigio...tan limpio!
Columna "Ayer y Hoy".
"Diario de Oriente"
Barcelona, 30-05-88
el 1/14/2016 04:07:00 p. m.
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