miércoles, 22 de abril de 2015

QUISIERA RETENER EN MI ALMA LA MUSICA DE MI AMIGO DE SIEMPRE

ATENCIÓN FRANK Quisiera retener en mi alma la música de un amigo de siempre… Félix Sautié Mederos Crónicas cubanas Aquello de que al paso del tiempo, las nostalgias, las historias compartidas y los amigos de siempre en ocasiones nos hacen vivir otra vez, es una reflexión filosófica que a veces la leemos en las novelas o en los relatos que otros escriben, sin pensar que esas improntas cuando hemos tenido una larga vida pueden presentársenos a nosotros también, sin que necesariamente hayamos publicado algún libro testimoniando alguna de esas historias que pueden emocionarnos tanto en la novelas y en los relatos de otros. Me refiero a experiencias que no me abandonan en mis propósitos de ser un cronista de la época que me ha tocado vivir; y que con cierta frecuencia, se aparecen ante mí sin esperarlas ni poderlas prevenir, porque algunas de las vueltas que da la historia son así: espontáneas e inesperadas. En consecuencia, hoy quiero relatar algo que experimenté hace algunos días cuando en respuesta a la gentil invitación que por correo electrónico me planteó un viejo amigo asistí, junto con mi esposa Elena, a un concierto titulado “Todo de Antonio Vivaldi” en la hermosa Sala Ignacio Cervantes, ubicada en el último piso del Palacio de los Matrimonios de La Habana, ayer Casino Español de La Habana jalonada en su techo con los coloridos escudos e insignias de la España de nuestros ancestros; una verdadera obra de arte de La Habana Maravilla. Mi amigo en cuestión es un músico cubano de una muy larga trayectoria profesional y principalmente un profesor de siempre, al que conocí en la década de los años 70 del Siglo pasado cuando me ejercí como Director de la Escuela Nacional de Arte, la “ENA” así como Director General de las Escuelas de Arte del país, y él era un profesor dedicado a la enseñanza de la música en aquel centro educacional de tan larga tradición cultural, docente, habanera y cubana. Mi amigo es un violinista cubano de excelencia. Me refiero a Evelio Tieles, quien junto con el pianista Cecilio Tieles son unos hermanos dedicados a la música de por vida, que prestigian la cultura cubana, de quienes me regocijo ser su amigo y admirador. Evelio vive actualmente en Tarragona, parte de la Cataluña de sus ancestros, allí ha realizado importantes aportes a la música y la cultura local, especialmente en la enseñanza, pero nunca ha dejado de sentirse profundamente cubano también muy comprometido con nuestro arte y nuestra Cultura Nacional la que transpira por sus poros. Que nadie se extrañe de las circunstancias que planteo en que se desenvuelve Evelio Tieles entre Cuba y España, España y Cuba; ese es un flujo de siempre desde las dos orillas de un mismo Océano, del que por cierto surgieron las habaneras canciones cargadas de nostalgias y amor marinero. Orillas lejanas geográficamente pero en lo espiritual unidas por la tradición, la cultura y por unos lazos muy especiales de familia que no se pueden romper; en los que la política y los avatares que constantemente se presentan en el día a día, tienen muy poca influencia negativa. Los dogmáticos y los detenidos en el tiempo de una y otra orilla han intentado afectarlos a contrapelo del más genuino pensamiento martiano quien luchó contra un mal gobierno de España nunca contra lo español valenciano de su padre ni lo español canario de su madre. Lazos familiares cubanos y españoles que la sangre, la tradición y la historia compartida han fortalecido en el tiempo. Reitero que mi amigo Evelio viaja constantemente entre las dos orillas. Pienso yo que en busca del aliento de vida propio de una espiritualidad compartida que es angustia, delirio y pasión sin la cual no le es posible vivir. Yo me la explico así y la encuentro reflejada en los conciertos que promueve y que participa como intérprete en La Habana, en los que quisiera tenernos a todos sus amigos de aquí y de allá como participantes y testigos de su pasión por el lenguaje de su alma que expresa con las cuerdas de su violín, a las que arranca jirones de sus sentimientos y de su vida por describir de alguna manera comprensible la forma en que mueve su cuerpo y exhala sus sentimientos cuando interpreta su música. En aquella ocasión en la Sala Cervantes me encontré a muchos de los amigos compartidos de Evelio y míos también; él nos había convocado a un resumen de su visita en esta ocasión con un programa en el que actuaría en conjunto con el violonchelista Alejandro Rodríguez y los violinistas Augusto Diago, Iresis García y él, acompañados por el Conjunto Instrumental Nuestro Tiempo, toda una muestra de cubanía y excelencia en la que Vivaldi voló por aquella hermosa sala con sus acordes alegres y optimistas, según mi interpretación profana de siempre de su Música que aprecio muy especialmente y que no me canso de oírla en mi ordenador mientras que escribo mis crónicas y artículos; quizás como un estímulo de vida, pero en aquellos momentos sentí a un Vivaldi vivo y activo transportado por la pasión de Evelio y de los demás músicos que magistralmente aprecié que lo acompañaban y que lo rodeaban con un profesionalismo excepcional compartido. Lo relato porque no quiero que se pierda este acontecimiento cultural habanero, en un olvido ingrato hacia quien ha dedicado su vida a la música en Cuba y en la España de nuestros ancestros. La España de nuestras familias y nuestros apellidos, apreciada más allá de los poderosos de siempre que poco tienen que ver con una cultura hispánica compartida que en nosotros es africana, mestiza y castiza a la vez como síntesis del ajiaco cubano de que nos habló Don Fernando Ortiz. Así lo experimenté y así lo siento en mi alma de cubano y habanero de pura cepa, e intento testimoniarlo con mis respetos para quienes piensen diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com Publicado en Por Esto!, el miércoles 22 de abril del 2015. http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=396879

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