jueves, 16 de abril de 2015
LAS PARADOJAS DE LA HABANA
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From: Mariliana.CastelloGarcia@international.gc.ca
Subject: FW: LAS PARADOJAS DE LA HABANA
Date: Thu, 16 Apr 2015 12:57:47 +0000
PUBLICADO POR: Hector Garcia Soto
To:
Gracias, Virginia.
Y se pueden encontrar varias más.
From:
Mi Habana: Ciudad de las 40 Paradojas
Por Ledo Galano
Malecón habanero. Foto: Juan Suárez
LA HABANA, 12 de abril (Havana Times) — Si vas a La Habana podría ser que las cosas no sean como las ves.
Si vas a Centro Habana o la Habana Vieja para alquilar una habitación, ésta podría estar en una calle deteriorada, detrás de una fachada de un edificio depauperado, pero es posible que dicha habitación esté bien atendida y disponga de agua corriente y aire acondicionado. También podrías hallar en una calle impecable, detrás de una fachada de un edificio pintado y bien conservado, una habitación en condiciones paupérrimas y un calor de todos los infiernos.
Podrías ver un vehículo americano Plymouth de la década 1950, del siglo pasado, con carrocería deteriorada, pero al levantar el capó tal vez puedas ver las piezas de un auto moderno. Podrías ver a una persona de la raza negra con rasgos muy africanos, pero podría ser nieta de un blanco caucásico. También podrías ver a una persona con rasgos muy caucásicos que tiene antepasados africanos. Podrías ver a un taxista o a un cantinero que es ingeniero o licenciado en algo. Pero también podrías ver a un gerente de una empresa que jamás fue a la universidad.
Podrías ver a un negro masón o católico, y podrías ver a un blanco que practica las religiones africanas yoruba o palo monte. Podrías ver el cielo despejado y al momento empezar a llover; podría estar lloviendo y, de momento, el cielo se despeja. Podrías oír a alguien hablar loas del gobierno cubano y luego podrías verle diciendo, en voz baja, horrores del mismo gobierno, y viceversa.
Podrías ver a la gente buscando comida todo el día, como león en la selva, como pez en el mar, como hormiga en tierra, pero es muy raro ver a personas desnutridas. Podrías ver a alguien con expresión de valentía y soberbia, tal vez para ocultar sus miedos; podrías ver a alguien muy sereno que oculta su valentía…
Podrías ver a alguien bailando alegremente, mientras su vida está llena de calamidades. Podrías ver que el precio de un producto te parece barato, aunque es posible lo vendan en divisas extranjeras y para el cubano resulte muy caro. Podrías oír a gente protestando y podría ser gente del gobierno. Podrías oír o leer noticias de crecimiento de la economía nacional, pero podrías darte cuenta de que muchos cubanos peor no pueden vivir. Podrías ver las calles sucias y la gente muy aseada. Podrías ver y oír a gente muy vulgar en los mejores centros culturales de la ciudad, pero también podrías ver gente muy culta en barrios marginales.
Podrías ver una choza que sobrevivió a un huracán y podrías ver un edificio derrumbarse durante un simple aguacero. Podrías creer que has llegado al lugar más democrático del mundo, pero luego verías que no más de un puñado de personas deciden hasta las cosas menos importantes del país.
Podrías andar por una calle bien asfaltada, pero también podrías caer en un hueco profundo en medio de una calle. Podrías encontrar a gente que te brinde comida sin tener qué brindar en realidad. Podrías ver, en numerosos hoteles, a una ciudad del siglo XXI. Pero caminando por las calles de La Habana, podrías ver una ciudad que sigue viviendo en el siglo XX o tal vez en el siglo anterior.
Podrías ver a un médico tapizando sus muebles y podrías ver a un tapicero pagando para que le tapicen los suyos.
Podrías ver a un hombre talentoso padeciendo penalidades y podrías ver a otro hombre de intelecto pobre disfrutando de fortuna y comodidades.
Podrías ver a un médico consultando a un santero, pero también podrías ver a un santero consultando a un médico. Podrías oír a gente hablando con odio o desprecio sobre los estadounidenses, para luego verlos solicitando visas para viajar a Miami. Podrías ver empleados sustrayendo mercancías de una fábrica para después venderlas por su cuenta en su barriada o en un restaurante privado o “paladar”, como le llaman.
Podrías ver a un turista extranjero de clase obrera hospedado en un hotel de buen ver y también podrías ver a un turista millonario hospedado en una habitación de un barrio marginal. Podrías ver a un universitario cubano, tal vez un Licenciado en Química, dirigiendo asuntos del transporte, pero igualmente podrías ver a un ingeniero en transporte al frente de una fábrica de productos químicos.
En La Habana podrías ver muchas cosas tercermundistas, pero podrías también tropezarte con muchas mentes del primer mundo. Podrías ver mucho mar, pero podrías comer pescado importado. Podrías estar en invierno y podrías creer que estás en pleno verano.
Podrías creer que no hay indigentes en La Habana, pero podrías estar hablando con alguno. Podrías ver grandes congregaciones de personas, pero también podrías notar que hay muy pocas uniones verdaderas. Podrías conocer a mucha gente que disfruta visitando La Habana, pero también podrías ver a muy poca gente que quiera quedarse en ella.
Podrías oír a gente decir que le gusta vivir en Cuba, pero también podrías escuchar a otros cubanos que te dicen que en Cuba no se vive, se subsiste. Sin embargo, algunos podrían decirte que hay países donde se vive peor que en Cuba, aunque otros reconocen que hay lugares donde se vive mucho mejor. Podrías escuchar disertaciones sobre el extranjero a gente que jamás ha salido de Cuba, pero también podrías hallar a algunos cubanos que han viajado medio mundo y han regresado a su país.
Podrías ver a personas aparentemente agresivas que podrían ser realmente cristianas. Podrías ver a cubanos celebrando un día festivo y, al revisar la historia, verías que se trata de un día en que ocurrieron muertes. Podrías ver gente caminando por el medio de las calles y podrías ver gente civilizada que camina por las aceras, donde a veces se desbordan las raíces de los árboles. Podrías escuchar a gente de hablar hermoso, pero también podrías oír un argot ininteligible.
Podrías escuchar a numerosas personas que hablan mal del capitalismo, pero llevan encima varios atributos procedentes del capitalismo. Podrías oír a alguien decir que con este artículo estoy denigrando a mi ciudad y a mi pueblo, pero tal vez ese podría amar menos a La Habana que éste que lo ha escrito. Y es que, en resumen, La Habana desafía totalmente el proverbio de ¨ver para creer¨.
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