domingo, 15 de febrero de 2015
LA CONSTITUCION DEL 40 (II Y FINAL)
La Constitución del 40 (II y final)
Ciro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
14 de Febrero del 2015 18:34:29 CDT
Con el pacto Batista-Menocal pierde la oposición la mayoría en la
Asamblea Constituyente, y Ramón Grau San Martín renuncia a la
presidencia del cónclave. Lo sustituye Carlos Márquez Sterling, un
político de 42 años de edad, que ocupó ya la presidencia de la Cámara
de Representantes. Es hábil en el manejo del debate parlamentario y
sabe imprimirles a las jornadas el dinamismo que posibilita que la
reunión llegue a feliz término en el plazo previsto. En efecto, el 8
de junio de 1940 se dan por concluidas las sesiones. Al día siguiente
los constituyentes viajan a Guáimaro en un tren especial a fin de
firmar la nueva Carta Magna en el mismo sitio donde se rubricó la
primera Constitución de la República en Armas. El 18 de julio la
Constitución de 1940 era promulgada solemnemente en una imponente
ceremonia en la escalinata del Capitolio. Entraría en vigor el 10 de
octubre de ese año, en ocasión del aniversario 72 del Grito de Yara.
<>, aseveró Carlos Márquez Sterling. Diría Juan
Marinello en 1977: <>. La elogia asimismo
monseñor Manuel Arteaga, entonces vicario capitular de la
Arquidiócesis de La Habana --tardaría todavía seis años en recibir el
capelo cardenalicio. Le agrada la invocación del favor divino que hace
el texto en su preámbulo, el respeto a la libertad de cultos, el
derecho de la enseñanza religiosa que le reconoce a las escuelas
privadas...
No todos los delegados comparten el mismo entusiasmo. Al liberal
Orestes Ferrara, la Constituyente no le agradó y dice que la mayoría
de sus miembros no estaban a la altura de su misión. <>. Añade que los grupos
dominantes, por su energía y audacia, fueron el comunista y el
abecedario. Del primero, elogia a Marinello y Salvador García Agüero,
pareciéndole <> el resto de la bancada. Precisa:
<>. Ambos grupos, comenta Ferrara, tenían su programa y
coincidían <>.
Decir sí o no
En 1978, Blas Roca, que fuera secretario general de la organización de
los comunistas cubanos, decía al escribidor: <>.
Sobre el papel de los comunistas en la Asamblea Constituyente abundaba
Marinello: <>.
Los auténticos, por su parte, reclamarían como obra propia todo lo
positivo de aquel proceso: <>, escribía en 1987 Miguel Hernández-Bauzá en su libro Grau
San Martín, biografía de una emoción popular.
La revolución del 33 no se fue a bolina, como repiten algunos sin
saber siquiera qué quiere decir exactamente esa palabra en el lenguaje
de los papaloteros cubanos. La revolución del 33 tuvo su puerto,
culminó en la Constitución del 40, que vino a reafirmar, como si no se
supiera, que el país no podía gobernarse ya como antes de la caída de
Machado. Se dice que las sesiones de la Asamblea, al transmitirse por
radio, llevaron a algunos políticos a adoptar actitudes que pudieran
granjearles el favor del electorado en los comicios generales
subsiguientes. Pero no hay dudas de que esas transmisiones radiales,
que fueron seguidas con pasión, hicieron que el pueblo se sintiera
partícipe del proceso.
Ganancias de la Constitución
En lo político, la Constitución del 40 instauró el mandato
presidencial de cuatro años, sin derecho a la reelección. Un
Presidente debía esperar ocho años después de concluido su mandato
para volver a aspirar al poder. En el Poder Legislativo dispuso la
elección de nueve senadores por provincia y de un representante a la
Cámara por cada 17 500 votantes. Sentó regulaciones para garantizar la
autonomía absoluta del Poder Judicial.
En cuando a derechos individuales, estableció que todos los ciudadanos
cubanos serían iguales ante la ley y consideró punibles las
discriminaciones de cualquier tipo. Reconoció la libertad de
movimiento, de reunión, de religión, de pensamiento y de expresión; el
secreto de la correspondencia y la inviolabilidad del domicilio. Se
podría entrar y salir libremente del país. Se suprimía la pena de
muerte. Existiría el registro de presos, la presunción de la inocencia
y el derecho de hábeas corpus, es decir, no se podía mantener detenido
a un ciudadano sin presentarlo en el tiempo establecido ante el
tribunal que lo instruiría de cargos. No habría expropiación de
bienes, salvo por causa de utilidad pública y con previa compensación.
Las leyes no tendrían efecto retroactivo.
En el orden laboral, la Constitución fijó la jornada de ocho horas
diarias y de 44 horas semanales. El derecho a la sindicalización y al
descanso retribuido. La protección de la mujer embarazada.
También garantizaba aquella Constitución el derecho a la resistencia a
aquellas disposiciones que restringieran los derechos que se asentaban
en la Carta Magna.
Se dice, en su contra, que es un documento excesivamente casuístico,
que remitió buena parte de sus provisiones, como la proscripción del
latifundio y la regulación de la banca, a la promulgación de leyes
complementarias, con lo que en algunos aspectos fue más un programa
que una ley fundamental.
Politólogos y estudiosos de todas las tendencias están de acuerdo en
su importancia. Reconocen que <>.
La Doctora Uva de Aragón, profesora de la Universidad Internacional de
la Florida, escribe al respecto: <>.
El Doctor Armando Hart, por otra parte, la conceptúa <>. A su juicio, hay tres o
cuatro aspectos de la Constitución de 1940 que merecen destacarse. <>. Otro aspecto que destaca el Doctor Hart es la definición de la
propiedad en su función social que hizo aquel texto constitucional.
Expresa Hart asimismo: <>.
Fidel Castro, en La historia me absolverá alude a un humilde ciudadano
que pocos días después del 10 de Marzo se presentó ante los tribunales
para exigir la condena de Fulgencio Batista y sus cómplices en el
golpe de Estado que derrocó al presidente Prío y dejó en suspenso la
Constitución de 1940. No encontró entonces eco a su denuncia.
<>.
Dice más adelante: <>.
Retoma el tema del derecho de resistencia consagrado en el articulado
del cuerpo constitucional, y una vez más se convierte Fidel de acusado
en acusador:
<>.
El asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, fue entonces el
más alto y digno gesto en defensa de la Constitución de 1940,
pisoteada por el golpe de Estado de 1952.
--
Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
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