ELIGIO DAMAS
Eran las siete de la noche cuando llegó a su casa de Tronconal Quinto. Ya las rejas, muy discretamente, se anunciaban en su cara. Empujó la puerta que estaba entreabierta, como todas las puertas de los pobres y llamó lastimosamente a su abuela. No obtuvo respuesta. Continuó avanzando hasta llegar al único cuarto de la vivienda. Sin meditarlo, automáticamente se dejó caer como en cámara lenta sobre la colchoneta tirada en el suelo. Se despojó de la camisa empapada de sudor, encogió las piernas lentamente y comenzó a quitarse los zapatos.
En la bodega de la esquina, la vieja Anastasia esperaba que el bodeguero le vendiera el café y la manteca que había pedido para preparar la cena de Orlando José, quien ya estaba por llegar del trabajo. Mientras tanto, depositó su mirada sobre la pantalla del televisor, desde el cual un señor bien vestido hablaba un lenguaje incomprensible para ella. Prestó atención y solicitó al dependiente le explicase lo que informaban, porque le pareció entender que mencionaban un banco.
Y en un banco de Puerto La Cruz trabajaba su nieto.
-¡Por favor! Dígame, señor Baldomero lo que están anunciando.
- Bueno vieja, la televisión dice que el gobierno intervino un poco e' bancos y, pa' más señas, en uno de esos trabaja su nieto.
- ¿Y qué fue lo que pasó? ¿Y qué quiere decí eso de la intervención?
-¡Guá!, quiere decí que el gobierno se va a encargá de ellos. Porque tienen una pérdida grandísima y una deuda externa de un realero. Deben pa' fuera un montón de real.
- ¿Y qué más Baldomero?
- También dice vieja, que el gobierno va a averiguá hasta lo último pa' castigá severamente a los culpables de ese desastre.
La vieja entró apresuradamente a la pequeña casa, atravesó más rápido de lo acostumbrado lo sala-recibo-comedor, muy inquieta por haber observado que la puerta de la calle estaba demasiado abierta. Mecánicamente se llegó hasta el cuarto y allí, tendido en la colchoneta, con la mirada puesta en el techo, todo empapado de sudor y con un fuerte temblor de la cabeza a los pies, estaba el nieto.
- Me descubrieron abuela.
Dijo aquello confesando su miedo, al mismo tiempo que volvía los ojos hacia la anciana.
- No te preocupes mijo, ellos no saben nada.
La vieja le respondió con tranquilidad, mientras con lentitud, por respeto a sus huesos, se sentaba a su lado.
- Hace una hora estuvo aquí María y me aseguró que sus hermanos y el viejo Eusebio no saben que ella abortó de ti.
- No vieja, no es eso. Me llevarán preso; andan averiguando quien es el culpable de lo que pasó en el banco.
- Acuérdate vieja, como a mi primo Rafael, el que limpiaba aquel barco que compraron con patuque, lo zamparon a la modelo cuando se denunció todo. Que al primo segundo Antonio Calanche, lo mandaron pa' la cárcel del Rodeo por llevarse medio metro de cable de Van Dam y lo descubrieron, mientras averiguaban dónde habían escondido los desmantelados tanques que dicha empresa debió repotenciar.
- Si mijo, dijo la vieja como meditando.
- También recuerdo que el negrito Chito, le quitó un clavo al baúl de Gómez López y por eso aún está preso en el retén de Catia.
-Bueno mijo, ¿y qué tiene todo eso que vé con tu miedo de ahora?
-Mira vieja, esta tarde, cuando terminé de limpiá los baños del banco y me venía pa' la casa, llegó un poco de gente. También, con mucho apuro y aguaje, llegó la policía. Fueron a cerrá el banco pa' averiguá una movida. Yo, vieja, estoy asustao, porque la semana pasada me cogí una resma de papel que María me pidió pa' practicá en la máquina de escribí.
Sobre el rostro de Orlando José se afirmaron las marcas de las rejas.
Y en Miami, unos pocos gozan una y parte de otra.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 11/18/2014 05:07:00 a. m.
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