lunes, 3 de marzo de 2014
ESBIRROS DEL MUNDO !UNIOS!
Esbirros del mundo ¡Uníos! (I)
Los setenta y cuatro años que estremecieron al mundo
John Reed fue un periodista y poeta americano, de radical militancia socialista, que fue testigo, como periodista, de los eventos iniciales de la llamada Revolución de Octubre.
Como nota curiosa, fue Max Eastman, un intelectual socialista, quien recaudó el dinero para que Reed pudiera viajar a Rusia.
Posteriormente, después de una larga trayectoria como revolucionario intelectual, Eastman detectó desde los años veinte, el desarrollo anómalo de la burocracia, y la falta de democracia dentro del gobierno soviético, lo que motivó que hiciera un giro paulatino hacia posturas menos radicales, convirtiéndose finalmente en anticomunista.
John Reed recopiló bajo el titulo: “Los diez días que estremecieron al mundo” los artículos que había enviado desde la Unión Soviética, narrando los acontecimientos que dieron vida a la llamada Revolución de Octubre.
Reed murió en 1920 en Rusia, a causa de un diagnóstico tardío, y a la falta de medicinas para combatir el ataque una variante de tifus. No obstante, a pesar de no haber presenciado el pleno desarrollo del sistema leninista, amigos cercanos a él, sostuvieron que había muerto desconfiando de la legitimidad del proceso. Fue sepultado en la muralla del Kremlin, y utilizado por el partido comunista soviético como bandera del internacionalismo.
La especie humana, no se recuperó mas nunca de ese estremecimiento inicial, permaneciendo estremecida perennemente durante 69 años.
A pesar de la aseveración de Lenin de que el partido era inmortal, la unión de republicas socialistas soviéticas, fundada por él, y surgida en 1922 dando inicio al más salvaje de los imperialismos conocidos, utilizando el genocidio como instrumento de conquista; perecería, sin pena ni gloria, 69 años después, en 1991.
Ese brote de violencia aparentemente racional, con aspiración de ciencia y de universalidad, y que tuvo intención de establecerse como procedimiento permanente para regir las relaciones sociales a nivel mundial, todavía permanece inaprensible al intelecto humano, como si hubieren elementos místicos en el evento, que fueren necesario descifrar para captar la esencia del fenómeno.
En realidad, no hay componentes místicos en el suceso soviético, lo que si existe, es un error al interpretar la índole del acontecimiento. El alzamiento bolchevique en 1917, que dio lugar al nacimiento de la Unión Soviética y al comunismo internacional, NO se debe insertar en la historia como un fenómeno social, ni político, sino sicológico, que dio a lugar al surgimiento de un nuevo perfil de ser humano, que había yacido sin aflorar, oculto a través de los milenios, en lo más profundo del siquismo humano, como si hubiere sido necesario un maduramiento macabro, antes de asomarse a la realidad humana, para poder disfrutar de consensos por lo menos en una minoría.
Ese nuevo perfil del siquismo humano, se identifica en lo emocional, por un desprecio absoluto hacia la vida de aquellos que no compartan sus criterios, y en lo racional, por la aceptación de verdades artificiales creadas por una dialéctica corrupta, y sostenidas por premisas cuyo origen, no está en la razón, sino en el desprecio que sienten por la vida del prójimo.
El marxismo, no es una teoría de organización social, no es tampoco una interpretación de la historia, ni es la negación del rol del mercado espontaneo sin intervención del estado. El marxismo tiene una cualidad previa a las citadas anteriormente, es una endemia conceptual permanente, que divorcia el siquismo de los afectados, de su condición humana y de su especie.
El hecho de que su membrecía comunista implique el ingreso en la categoría de internacionalista, provoca de inmediato a que visualice a su coterráneo, su paisano, como potencial enemigo, al dejar este de compartir la misma nacionalidad, elemento que introducía cierta fraternidad en la convivencia. Ese fenómeno, es inherente a la militancia. No solo el internacionalista gana el derecho de inmiscuirse en cualquier país, sino que adquiere derechos excepcionales para actuar en su propio país, aun en contra de aquellos que actúan con sentimientos nacionalistas.
La condición de internacionalista, permite al militante, priorizar, sin remordimientos, los derechos de la Metrópolis de turno, para practicar la explotación de su propia Patria. Eso provoca que al que no comparta la membrecía con militantes internacionalistas, estos les parezcan traidores.
El Internacionalismo, fue y es utilizado por los comunistas, como instrumento Imperialista. El internacionalismo, es sinónimo de gobierno mundial, ello explica que los antiguos comunistas y los que sostienen la tesis de un gobierno mundial, estén actualmente colaborando juntos para hacerse del poder en todos los países. A su vez, el planteamiento de gobierno mundial, es sinónimo de esclavitud mundial. A pesar de lo que puedan pensar el Cardenal Ortega, y Jimmy Carter, con sus respectivas sonrisas socarronas.
El espejismo que impide concebirlos como traidores, es que enarbolan la doctrina como máscara, y su interlocutor, se entretiene en analizar la validez de su planteamiento, en vez de cuestionarse su conducta, que nunca tiene relación con sus planteamientos.
En 1995, durante la conmemoración de quincuagésimo aniversario de la ONU, el Dr. Fidel Castro Ruz, luego de un corto viaje a los baños, doblar cuidadosamente su consigna de “Patria o Muerte” y lanzarla al toilette, regresó al salón donde estaban los invitados, y a paso de triunfador, como corresponde a los guerrilleros heroicos, se aproximó a David Rockefeller, rodeó sus hombros con un brazo, mientras dedicaba el otro a estrechar calurosamente su mano, mientras ambos sonreían a las cámaras de los periodistas, que se saciaron tomando fotos que recorrerían el mundo, menos en Cuba, donde los seguidores del Dr. Fidel Castro Ruz, no tenían que enterarse de la noticia, ellos solo tienen que estar atentos a la orden de aplaudir o dejar de aplaudir.
Terminada la fiesta, ambos compartieron dos horas en las oficinas de la Trilateral Comission, organismo al servicio de los que proponen un estado de esclavitud global. Los próximos dos días, los pasaría en la mansión de los Rockefeller en New York, y seis años después (esos seis años transcurridos, tal vez sirvieron para inculcar el cambio en los seguidores inmediatos, y establecer contactos con los nuevos oligarcas potenciales de América) , David Rockefeller devolvería el gesto, visitando la Isla durante quince días, con banqueros, con estrategas del poder mundial, y con algunos personajes de relleno, para enmascarar la finalidad de la visita..
En esas plenarias durante quince días, se planificó la revolución del siglo XXI. Se trazó la estrategia para traicionar al continente suramericano. Y de seguro se establecieron comités de contacto permanentes por ambas partes, para ajustar la estrategia según se fuere desarrollando, y establecer los canales para obtener el apoyo del gobierno norteamericano, para presionar a los líderes locales latinoamericanos, sometidos al imperio del Norte, para incorporarlos a la comparsa. El Dr. Castro, aportaría el apoyo revolucionario a la canallada.
De haberse ambos tratado con absoluta franqueza como es de suponer, no sería de extrañar que el Dr. Fidel Castro Ruz le hubiere comunicado en conversación aparte y personal a su partner David Rockefeller:
“Yo sé mejor que ustedes cómo controlar a los pueblos, de hecho, al mío, yo le he estado prometiendo durante cincuenta años, una bonanza que nunca llegó, más bien he destruido toda la infraestructura productiva del país. Y cada vez que he sentido necesidad de sentirme aplaudido, los he convocado (no importa el procedimiento) lo cierto es que me han aplaudido siempre.
Los he llevado a combatir en guerras, para defender facciones políticas, en países que ellos ni siquiera sabían que existían, muriendo por centenas como héroes anónimos. De los que sobrevivieron, muchos deambulan hoy casi en la indigencia, y aun me admiran.
Yo he colectado para mí solo los meritos de esos soldados, de hecho, los gobiernos y líderes de esos países, me agradecen ese gesto a mi solo, y me ayudan a sojuzgar al pueblo que engendró los hijos que murieron por ellos.
David, puedes estar seguro que todo es como te digo, los pueblos se han deteriorado como entes éticos, hoy solo son una amalgama inerte, no es necesario una doctrina coherente, ni lideres tocados con la virtud del carisma, cualquier imbécil, con un discurso estúpido e incoherente, puede apoderarse del poder. Todo radica en poder vertebrar una masa que aunque absolutamente minoritaria y sin escrúpulos, o con mucha estupidez, una vez que se organiza, logra imponerse a la inmensa mayoría, preocupada solo en vivir, sin afán de controlar a los demás. Una vez logrado esto, el mismo aparato creado se dedica a sembrar el terror en los seguidores inmediatos, y ya está logrado el poder total. El viejo Stalin tiene más merito en esta concepción del poder que el mismo Lenin.”
Pedro Fraga 01 de marzo de 2014
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