domingo, 13 de octubre de 2013
YO, CRISTOBAL COLON, HABLARE DESPUES DE MI LLEGADA
Yo, Cristóbal Colón, hablaré después de mi llegada
ELIGIO DAMAS
Pese a lo que cree la mayoría de la gente, yo, Cristóbal Colón, fui un hombre empavado, anduve por el mundo con una mavita enorme. Y hago esta declaración, sin rubor alguno, con desnudez, justamente un día después de celebrarse un año más de mi llegada a este continente y que los discursos encendidos, la cohetería y las declaraciones de los pre candidatos, que no están en campaña, que me acusen de apoyarles, impidan que hasta la gente llegue este lamento mío.
Después de deambular por las cortes de Europa, de ser expulsado a empujones y con improperios en más de una de ellas; tildado de loco, soportar los calambres que da el hambre en noches congelantes, llegué a casa de Isabel, quien con firmeza e impavidez se caló mi condición de gorrero viajado y petardista piojoso; su nobiliario feminismo no le paró en absoluto a las objeciones de su esposo Fernando que se mostraba inclinado a invertir en el KINO y me entregó sus joyas, muestra de la limpieza e iliquidez del reino de Castilla. Todo parecía indicar que la suerte se ponía de mi parte, pues hasta el Fondo Monetario Internacional y la banca acreedora desconocían que la soberana tenía guardaditas sus reservas. Y así, "viento en popa y a toda vela”, salí de España y llegué de carambola, el 12 de octubre de 1492 a este lado del Atlántico. Retorné a España con varios de los hombres de estas tierras descubiertas, como "invitados especiales y llevé tantas riquezas que me introduje en la historia también como adelantado y mentor de todo los atracos que contra América hispana se han hecho hasta hoy. ¡Todo iba bien! ¡Cómo a pedir de boca!
Pero de pronto empezó a volteárseme el santo; el viento me soplaba en contrario; el 1.498, cuando por vez primera llegué a las costas de Paria, no pude desembarcar en el continente y hube de enviar en mi lugar al bueno de Pedro Terreros, mi compañero de palos y mi comprador de terminales. Una ceguera, lo que hoy llaman conjuntivitis, me cerró los párpados. Me puse legañoso y no pude cumplir el acto protocolar de posesionarme de esas tierras a nombre de los reyes católicos. Por este accidente, sólo pude pisar la tierra firme de esta parte del mundo, que encontré por pura chepa y porque otros que vinieron antes que yo me “datearon”.
Y para mayores males, los chismosos de palacio, los pegados al cogollo y los envidiosos me pusieron bien pronto en la mala y perdí todos los cambures y los reyes católicos se buscaron otro candidato. Quedó en lugar mío un auténtico tipejo sacado de un poete de avena.
Por último, porque todas las desgracias llegan juntas, un tal Martín Waldseemuller, de profesión cartógrafo, creyendo a Américo Vespucio "descubridor del nuevo continente, propuso que a éste se le llamase América. Los demás, como los obnubilados por medios que sesgan persistentemente la noticia y presentan sólo la “realidad” que ellos construyen, le siguieron sin chistar y para 1550 ya había más de 50 mapas y unos cuantos libros utilizando ese nombre.
Hoy, 24 horas después del 12 de octubre, cuando todos hablaron de mí, he querido hacer oír mi voz y con ella mis lamentos para demostrar que, contra lo que la mayoría piensa, me quedé embarcado para siempre.
Al final advierto que, ese invento funesto de llamar al 12 de octubre, como día de la raza, nada tiene que ver conmigo; por lo menos no me culpen de eso. Yo, sólo llegué allí de pura “chepa” y cuando estaba a punto de cambiar de rumbo de nuevo hacia España. Es posible que haya sido el iniciador de todo el pillaje que se desató sobre esas tierras, pero no fui yo, lo juro por esta, quien escogió ese bendito nombre. Eso pasó después.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 10/13/2013 02:50:00 p.m.
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