domingo, 6 de octubre de 2013
EL PIRATA DE PUERTO LA CRUZ
ELIGIO DAMAS
Cuando en televisión, por primera vez vi a Mónica Jimènez, la percibí agradable, como muy llena de paz y en apariencia ajena a malos pensamientos.
Todos los televidentes quedamos impresionados por la valentía que exhibió una mañana de esas de campaña electoral, ante un congestionado y agresivo político del patio. Y la admiración creció al asociar aquella controversia audiovisual con su salida del canal que prestigiaba con su exquisita presencia.
Pero jamás sospeché que Mónica también tuviese un sofisticado y ácido sentido del humor. Practica el humor negro. Y esta inteligente y aguda forma de hacer reír a la gente generalmente aparece vinculada a personas desgarbadas.
Chaplin fue una de las figuras más encumbradas del género. Y fueron horrendos pero excelentes humoristas del carácter mencionado Francisco Pimentel (Job Pim) y Leoncio Martínez (Leo), quienes a fines de medio siglo, en la era gomecista, desde las páginas de "Fantoches", hicieron reír a los venezolanos. Se hizo un contubernio jocoso entre aquellos dos maravillosos humoristas y sus lectores para vengarse del dictador y su corte de chàcharos.
Antes, pero más acá del medio siglo diecinueve, destacó la espantosa figura de Juan Vicente González, buen poeta y agudo periodista, pero también brillante para encontrar el chiste en la ocasión más solemne.
¿Y quién más peleado con la estética personal que el gracioso Aquiles? ; con una increíble capacidad para la ironía fina y el chiste corrosivo. ¿y Miguel Otero?, uno de nuestros mejores novelistas y poetas, fue también del género. ¿Y Andrés Eloy?, quien según algunos humoristas hubiese sido mejor contando y escribiendo chistes negros que haciendo poesía y a quien Miguel Otero llamó “El hermano Morrocoy” por lo del “Morrocoy Azul”, semanario en el que ambos se reían de medio mundo. Estos dos últimos fueron tan feos como Aquiles.
Quienes conocimos a Moisés Moleiro, el político, hijo del músico del mismo nombre, y tuvimos la suerte de ser amigo suyo y contertulio frecuente, lo recuerda por muchas bellas cosas; una de ellas era su inacabable capacidad para hacer chistes llenos de ironía y picardía. “El Ronco”, a quien así llamábamos por su hablar, era también de figura desgarbada.
Y es que Mónica sorprendió a quienes sabemos de su talento periodístico, formalidad y bella figura, al informar que el corsario o pirata (no sabemos si es una u otra cosa) colocado hoy en el Paseo Colón fue escogido como mascota de la Serie del Caribe que se celebrará este año, 1994, en Puerto La Cruz.
Y dijo la prensa que ese extraño personaje, hasta hace poco colocado como guardián -pirata al fin - de un botiquín, en una escenografía sin ton ni son, fue considerado como símbolo de Puerto La Cruz.
Hay muchas cosas bellas, exquisitas y con sentido histórico que identifican a esta ciudad. Podríamos hablar del mar, la cruz, los peces, los cocos, el uvero de playa y hasta la industria petrolera. Y no hemos mencionado al pescador de sombrero de cogollo y pantalón arremangado, con el dorso expuesto a la inclemencia del sol. Y la raza original de la bahía de Pozuelos.
Pero no es sólo por los pocos años que allì tiene, ni por haber sido portero taciturno de un botiquín de éxito fugaz; es que la piratería y el corso (que en algún momento llegaron a ser la misma cosa, sólo sutilezas dan la diferencia), no puede ser jamás el signo de esta generosa y honesta ciudad oriental.
Como tampoco creo que se trate de un adelantado reconocimiento al Magallanes, equipo que llamaban "bucaneros", descubro, en la aparente solemnidad del anuncio de Mónica, un macabro sentido del humor.
El corsario o pirata, uno u otro a su manera fueron ladrones. Walter Raleigh o Sir Walter, para su majestad británica fue un corsario a su digno servicio. Para España y el resto de los hombres, fue un delincuente. Uno y otro Estado tuvieron sus razones. Ambos robaron y mataron, el corsario y el pirata.
Y es aquí donde advertí, en la periodista de bella figura, el diabólico genio para hacer humor negro.
Hay muchos corsarios y piratas por esas calles y avenidas. Y, en el Paseo Colón, al atender a un turista, entre susurros, se escucha: ¡al abordaje!.
El norte
Barcelona, 18 de enero de 1994.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 10/06/2013 09:19:00 a.m.
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