DIA DE LAS MADRES EN MI NICARAGUA
MADRE DE MI MADRE
(Para Lina Valenzuela mi mamá)
ligia guillen
Soy la madre de mi madre,
la vida me dio esa oportunidad.
Ahora la cuido como a mi niña pequeña.
Ella también me siente como su mamá
y me lo dice. Depende de mí como yo lo hice
hace mas de 60 años.
Al verla tan indefensa a sus 96 anos
la ternura me invade,
quiero tomarla en mis brazos, acunarla
en mi pecho, decirle cuanto la amo,
amamantarla mientras le cuento la historia
de una niña –mi madre– que hablaba con los pájaros
y al nacer recibió maravillosos dones.
Esa niña después fue una mujer de fábula
que honró su origen. Le recuerdo que debe
estar orgullosa de mi madre,
una persona fuera de lo ordinario.
Ahora que estamos juntas quiero que vea
mi cariño ya que la vida que es tirana
no le dejaba tiempo para esas cosas.
Quiero darle lo que le gusta, evitar lo que le molesta.
Acordarme de comprarle los pañales,
los caramelos de naranja y los pasteles
de manzana del McDonald que le encantan.
Este compartir ha sido una ventana
para que yo descubra sus debilidades que nunca noté
pues su temple fuerte y su carácter indomable
me hicieron suponer que no le temía a nada.
Pero le teme a la oscuridad, a dormir sola,
a las tormentas, a los rayos, y a los huracanes.
He conocido las cosas que disfruta:
le gustan los pájaros, las mariposas,
las flores del campo. Le encanta comer tortilla con
cuajada, rosquillas con cafè y elotes asados.
Juntas vemos muchas películas.
Sus predilectas son las del oeste norteamericano,
mejor si trabaja John Wayne, su héroe favorito;
quizá porque le recuerda a papa con su sombrero de lado,
las pistolas al cinto y su carácter desabrido e indiferente.
Ademas, le gustan las de acción y las románticas, como
“Lo que el viento se llevó”.
Por las mañanas mientras tomamos café con rosquillas
nos contamos nuestros sueños, Nos hacemos confidencias
y repasamos recuerdos de mi infancia y la suya
y nos sorprendemos al encontrar coincidencias.
Lo que más me gusta son los ratos al final del día
cuando nos sentamos en la terraza para ver los celajes.
En esos momentos le pregunto sobre la familia,
la de ella y la de mi padre que ella conoció bien.
sobre el abuelo Manuel Guillen y Marin
y las abuelas y los bisabuelos, y hablamos y hablamos
y hablamos….
También me cuenta anécdotas de cuando
mi padre era joven y vivía allá,
en el pueblo del Jícaro, perdido
en las montañas de Las Segovias.
Los Ortez de papá eran originarios de Susucayán
–gente de tez blanca, rubia, de ojos azules–.
Solo se casaban entre ellos. Mi bisabuelo Pablo Guillén Ortez
fue el que rompió la tradición y casi ocurre una tragedia.
Mi niña recuerda también historias de sus padres.
Mi abuelo Felipe Valenzuela y su encuentro con los 2 cadejos,
El cadejo blanco y el cadejo negro.
Pero mi pequeña también cree en los Ángeles,
en el cielo, en el Demonio y en el Infierno
y eso es lo que más teme.
En sus recuerdos está el hombre sin cabeza
que en noches de Luna llena se paseaba
por el jardín de la abuela, vestido todo de blanco.
Mi pequeña reza a todas horas, ha rezado toda su vida,
pero ahora tiene mas tiempo para hacerlo.
Es devota de San Antonio y cada vez que
se me pierden cosas le ruega que aparezcan.
Es muy curiosa, quiere saberlo todo,
los inventos nuevos, los adelantos científicos,
los escándalos políticos.
Me preguntó como funciona la Internet y al explicarle
recordó que mi abuela Eudoxia -su madre- cuando
conoció la radio dijo que nunca se imaginó llegar
a ver semejante maravilla.
Se asombró la primera vez que vio y habló
por Skape con mi hija que vive en Guatemala.
Reconoció que es una suerte ser testigo de
estos adelantos y le da gracias a Dios.
Ella, como todo niño, tiene sus caprichos
y sus manías. Las tortillas las come solo con queso
y las rosquillas solamente con café negro.
Antes de acostarse tiene que tomar una taza
de leche agria. Se cura el dolor de garganta con miel.
La irritación de los ojos con enjuagues de agua con sal.
Ella tiene un remedio para todo.
Así van pasando los días, y nosotras pasamos
con ellos, sólo el tiempo permanece.
La vida fue generosa conmigo
porque en estos años me trajo a mi niña.
Quiero creer que cuando se vaya,
estaré a su lado y la despediré en mis brazos.
Cabo Coral, Península de La Florida, mayo 2009
NICARAGUA
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