ELIGIO DAMAS
La tesis de las dos izquierdas, una buena y otra mala, ha sido muy difundida en América Latina. Justamente apareció en los mismos momentos que Hugo Chávez hacía los primeros esfuerzos desde el gobierno, por poner en marcha su proyecto. Es un intento de contrarrestar el esfuerzo e ingenio de hombres como aquél, de encontrar dentro de la diversidad, los puntos de unión del movimiento popular. Y al mismo tiempo, una maniobra para envolver a gente progresista y revolucionaria en una estrategia capitalista.
Hace muy poco, en aporrea.org, leí un artículo donde se recomendaba a Maduro “no ser retrógrado de izquierda”. Aquel llamado me recordó algunas lecciones que, sobre el tema, escuché del amigo, Prof. Steve Ellner; de la clasificación que algunos personajes como Teodoro Petkof, y sobre todo el historiador mejicano Jorge Castañeda, ambos ex izquierdistas, aunque se autocalifican de izquierdistas buenos, hicieron con anterioridad.
Para Castañeda, en la época que comenzó a desplazarse rápidamente hacia la derecha, hasta llegar a ser ministro de Vicente Fox, llamado el agente Coca Cola, expresidente mejicano, en un artículo titulado “El giro de América Latina hacia la izquierda”, sostuvo que en este parte del mundo hay dos izquierdas, la de “los buenos, que son los moderados, e izquierdistas malos”, los de la línea dura. Alguien, criticando a Castañeda, sostuvo que para éste, los malos “son los populistas radicales”, como Hugo Chávez y Evo Morales.
Según el excandidato presidencial mexicano, “los buenos o correctos, eran los descendientes de los partidos tradicionales de izquierda, como el partido socialista de Chile”, el cual “aceptó los imperativos de la globalización y, en general, seguir un camino pragmático”. Por muy lego que uno sea, conoce bien en lo que ha derivado el que fue partido de Salvador Allende y ahora es de la señora Bachelet y José Miguel Insulza.
Llegado a este punto, es pertinente acotar que AD, es de esos viejos partidos calificados de la “izquierda tradicional y que “aceptar los imperativos de la globalización”, en el lenguaje de Castañeda, significa someterse a los dictados del capital internacional, FMI y por supuesto de la Casa Blanca.
El discurso del mexicano, corresponde a un ex izquierdista que intenta justificar o “dignificar” cambio de sus posiciones – o salto de talanquera como solemos decir por acá - y encontrar respaldo en la derecha de su país y fuera de éste, para su futuro político, lo que implicaba optar por la presidencia del país de los aztecas.
Es curioso, que uno haya leído en aporrea, a alguien presuntamente desde la perspectiva del chavismo, decir las mismas cosas que antes dijo Jorge Castañeda; lo que no queda en lo de las dos izquierdas, que en el caso que comento serían “la progresista y la retrógrada”, sino que hay más coincidencias. También, dato muy curioso, usó la misma palabra, “pragmático”, para demandarlo como conducta en nuestras relaciones comerciales.
Pata Castañeda, los malos son descendientes del populismo radical y del nacionalismo extremo “con pocos fundamentos ideológicos”. Justamente, en el caso que comentamos, la izquierda retrógrada es “derrochadora y populista”. Para Castañeda, en los comunistas malos “la retórica es más importante que la sustancia”, como se afirma en el caso que aludimos del artículo publicado en aporrea, esa izquierda es altamente “ideológica”. Lo pareciera significar más bien idealista y fuera de la realidad. Finalmente, Castañeda critica a quienes llama izquierdistas malos, “por burlarse de los Estados Unidos”, porque “se anteponen a los interese verdaderos de su propio país”.
Queda claro, que para los creadores de la clasificación de los izquierdistas “buenos y malos”, como Jorge Castañeda, Hugo Chávez es la personificación de los segundos. Justamente, la derecha toda, nacional e internacional, pone énfasis en calificar a Chávez de populista y demagogo.
Ahora bien; en estos días, Elías Juau, recordaba una frase trascendente del expresidente y comandante, palabras más o palabras menos, mediante la cual quiso decir que no había que apresurar los acontecimientos pero tampoco hacerle concesiones a la derecha; para Hugo Chávez, el proceso debía mantener el ritmo que dictara la realidad, la correlación de fuerzas y todos los factores inherentes a la lucha de clases. Pero, no había que darle tregua a quienes se opusieran al cambio en sitio, momento y circunstancia que debía ser impulsado.
Por otra parte, no es un delito, contrasentido, que dentro del movimiento por cambiar esta sociedad, en el chavismo, haya opiniones diversas, apreciaciones discrepantes. Al contrario, esa circunstancia enriquece el proceso y le da más vigor al imperativo de avanzar. Pero traer al frente revolucionario venezolano, en este momento crucial, la idea que dentro de él hay unos “buenos y otros malos”, al estilo Castañeda, no es nada sensato por decir lo menos.
El mejicano se inventó una “izquierda buena”, como arma de doble filo para justificar su salto, dentro del espacio donde antes estuvo y tratar de ganarse la simpatía del mundo “globalizador” al mismo tiempo, intentando matar dos pájaros con una sola piedra; inventó además, entre otras cosas, que no había contradicción entre los intereses de EEUU y los países de la periferia, sobre todo de América Latina. De allí a justificar y defender el ALCA, lo que Chávez combatió a capa y espada, no hay ni un paso.
Finalmente, pienso de la mejor buena fe, que pese a la buena intención que pueda haber en quienes tratan de introducir ese debate entre nosotros, en este crucial momento, llamando a Maduro a integrarse a una “izquierda progresista”, contra una “retrógrada”, no hace ningún bien a la necesidad de unirnos en torno al legado de Hugo Chávez. Pero Maduro, sensato, quizás adelantándose a llamados como esos, recordó que cierta vez, Hugo Chávez, le había dicho con firmeza, “un líder no forma grupo”.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 3/20/2013 04:15:00 p.m.
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