jueves, 31 de enero de 2013

ENAMORADO

: Ciro Bianchi Ross [mailto:cirobianchiross@gmail.com]
> Enviado el: domingo, 27 de enero de 2013 18:09
> Asunto: Ciro te recomienda
>
> Enamorado
>
>
> Ciro Bianchi Ross
> 26 de Enero del 2013
>
> ¿De dónde sacó tiempo este hombre que vivió solo 42 años para hacer lo
> que hizo? ¿Dejaron sus tareas políticas y profesionales tiempo para la
> vida privada? ¿Amó?
>
> «Martí era un hombre necesitado de calor. Solo en las lides del amor o
> de la acción encontraba su propia temperatura», dice Jorge Mañach en
> Martí el Apóstol, su biografía del Héroe Nacional de Cuba. Un hombre
> que a veces se enamoraba del amor más que de la mujer.
>
> Tuvo un matrimonio contrariado del que le nació un hijo al que dedicó
> un poemario espléndido, Ismaelillo. Pero antes y después y a veces
> paralelamente dejó entrar a otras mujeres en sus fervores de
> desterrado.
>
> DONDE ROMPIÓ SU COROLA
>
> Blanca de Montalvo fue su novia durante la estancia de Martí en
> Zaragoza, donde cursó estudios de Derecho. Ella terminaría casándose
> con el doctor Manuel Simeón Pastor, con quien tendría un hijo al que
> nombró José. Otra joven española, madrileña, que no ha podido ser
> identificada —las cartas que de ella se conservan están firmadas con
> una sola letra, «M»— tendría también relaciones con Martí durante su
> destierro a España, entre 1871 y 1874. Las cartas de ambas están
> contenidas en Destinatario José Martí, del investigador cubano Luis
> García Pascual.
>
> De otros amores da cuenta el propio Martí. Al salir de España, «donde
> rompió su corola la poca flor de su vida», como confiesa en un poema,
> vive en Southampton, Inglaterra, con rumbo hacia Veracruz, «una media
> hora luminosa» con «una inglesita suave» que se topa en el puerto. Más
> tarde, en camino hacia la capital guatemalteca, «animada de sueños la
> frente y frío de destierro el corazón», una india que se baña desnuda
> en un arroyo le propicia un idilio en la selva. Amé y fui amado, diría
> después.
>
> Rosario de la Peña, La Musa, la George Sand de México, merece figurar
> en esta lista. Le llamaban Rosario la de Acuña porque un poeta de ese
> apellido se había suicidado por ella. La orlaba una aureola fatídica.
> Era alta y morena, de ojos insondables, y Martí, con 22 años de edad,
> se sintió vivamente impresionado. «En ti pensaba, en tus cabellos,/
> que el mundo de la sombra envidiaría. Y puse un punto de mi vida en
> ellos,/ y quise yo pensar que tú eras mía», escribe a la de Acuña en
> su álbum íntimo, y desde el Congreso le envía billetes nostálgicos
> cuando debía estar acopiando datos para la crónica de la sesión
> parlamentaria. No parece que La Musa respondiera a esos amores, pero
> los dejaría correr porque le parecía emocionante verse cortejada por
> un poeta proscrito que tenía un modo muy cálido de soñar amores.
>
> Con la actriz, también mexicana, Concha Padilla, parece haber tenido
> un idilio de «bruscas alternativas de beatitud y borrasca». Ella fue
> la protagonista principal del drama Amor con amor se paga, que el
> público mexicano pagó a Martí con largos aplausos. Afirma Mañach que
> de tanto enseñarle en los ensayos cómo dejarse amar por Julián, el
> protagonista de la pieza, Concha se enamoró de Martí y el Maestro de
> ella. Fue, sentencia el autor de Martí el Apóstol, un vendaval
> amoroso, sin literatura ni tristeza.
>
> Era muy celosa la Concha y tenía motivos para ello. Se mostraba cada
> vez más avara con el galán mientras él se prodigaba en atenciones con
> las demás mujeres. «Hombre galante» le llamaba un amigo, y él
> confesaba que quería dividirse «en cachitos» entre todas.
>
> Doña Leonor, la madre, no veía con agrado los amoríos de Martí con
> Concha Padilla, «que podrá ser todo lo decente que se quiera, pero es
> una cómica», esto es, una actriz. Tampoco los veían con simpatía
> muchos de sus amigos. Manuel Mercado, su hermano mexicano, le mete por
> los ojos a la cubana Carmen Zayas Bazán, fina y elegante, que atraía,
> a su paso por la Alameda, las miradas de todos los jóvenes.
>
> De cualquier manera, otra actriz entraría en la vida del desterrado.
> El acucioso investigador Luis García Pascual, que reitera que no
> existen pruebas de los amores con la Padilla, publica en su libro
> Destinatario José Martí varias cartas que ilustran su romance con la
> actriz camagüeyana Eloísa Agüero, a quien Martí conoció en el teatro
> Principal, de México, en 1875, estando ella ya separada de su esposo.
> Vale advertir que en determinado momento se montan las relaciones con
> Eloísa y Carmen; marchan de manera paralela. Eloísa descubrió las
> cartas de Carmen a Martí e hizo, con ironía y desprecio, esta
> acotación en una de ellas —nota que dirigió a él, no a ella. Dice:
> «Qué esquelitas amorosas tan monas. De veras perdías tu tiempo a pesar
> de que tú creías amarla firmemente algún día. No vale la pena
> contestar…».
>
> Pero Martí no perdía el tiempo con Carmen. Pronto empieza a visitarla
> y no demora ella en tratar de poner normas en la relación. Al menos le
> prohíbe que en los intermedios de la puesta de Amor con amor se paga
> salga Martí al escenario de la mano de la Padilla. La suerte corre a
> su favor. También la familia del Apóstol, su madre sobre todo. Enferma
> Martí y, convaleciente, echa de menos el maletín que mantenía debajo
> de su cama y que guardaba todos sus recuerdos sentimentales. Sospecha
> que Carmen, que estuvo a visitarlo mientras dormía, se lo ha llevado
> con la venia de doña Leonor, y quiere salir a rescatarlo. Está muy
> débil y la madre se opone; le pasa un cerrojo a la puerta sin saber
> que el hijo escaparía por una ventana. Es tarde. Carmen ha leído ya
> todos los documentos y el incidente se cierra con la cancelación
> definitiva de cualquier romance bajo el pacto de un solo compromiso
> solemne para el futuro: Carmen.
>
> TU NIÑA
>
> Luego de los amores turbulentos con Concha Padilla, Carmen fue un
> remanso. Comprometidos ya, Martí viajó a Guatemala. Allí conoció a
> María García-Granados, hija de un ex Presidente de ese país. Fue una
> simpatía mutua, un acercamiento inmediato a aquella muchacha de 20
> años de edad, rostro pálido y mirada suave. Él le descubrió el amor
> dormido y se le desbordaba la ternura cuando ella interpretaba al
> piano algún vals de Ardite.
>
> Pídele ella que le escriba un poema en su álbum íntimo. Martí lo hace
> y la muchacha lo lee con pesar. Habla de amistad en sus versos, no de
> amor. Quiere él estrecharle la mano y ella se lleva el pañuelo a los
> ojos y huye al interior de la casa.
>
> Se dice que nada había dicho Martí a sus amigos guatemaltecos de su
> compromiso con Carmen, y el poema en el álbum de María, más que una
> mentira piadosa es para ella una cruel revelación. Pero ella sí sabía
> de esos amores porque el propio Martí se los había comentado. Ella
> misma lo reconocería en una esquela que le remite en enero de 1878, de
> regreso él de México, ya casado con Carmen. Escribe María:
>
> «Hace seis días que llegaste a Guatemala, y no has venido a verme.
> ¿Por qué eludes tu visita? Yo no tengo resentimiento contigo, porque
> tú siempre me hablaste con sinceridad respecto a tu situación moral de
> compromiso de matrimonio con la señorita Zayas Bazán.
>
> «Te suplico que vengas pronto,
>
> «Tu niña».
>
> María muere. Martí la inmortalizaría en La niña de Guatemala. Y
> volvería a evocarla cuando en agosto de 1891 Carmen lo abandona en
> Nueva York y regresa a Cuba con su hijo. Humillado y colérico, diría,
> y lamento no tener a mano la cita exacta: Y pensar que por Carmen
> sacrifiqué a la pobrecita….
>
> CON DOS CARMEN
>
> Con Carmen Zayas Bazán las cosas van a veces bien y casi siempre mal.
> Logra el deportado, en 1878, regresar a La Habana, donde nace su hijo,
> pero vuelven a desterrarlo y a partir de ahí la pareja se reunirá de
> cuando en cuando desde 1880, fecha en que Martí se radica
> definitivamente en Nueva York. Si se encuentran, media entre ellos una
> paz diplomática en un hogar difícil por la estrechez económica y los
> continuos reclamos que hacen a Martí sus ideales patrios. Estarán
> juntos entre febrero y octubre de ese año, y vuelven a estarlo entre
> diciembre de 1882 y marzo de 1885. Media otra separación de seis años
> antes de que se junten de nuevo en junio de 1891. Sería por poco
> tiempo. Sin la necesaria autorización del esposo, Carmen vuelve a Cuba
> y trae consigo al hijo. Lo hace con la protección del cónsul español
> que quiere jugarle esa mala pasada a su enemigo. No vale, sin embargo,
> culpar del todo a Carmen. Es una mujer y acaso intuye que otro amor
> «sereno ya y doméstico le ha sustituido a Martí el amor esquivo».
>
> Porque a esa hora otra Carmen, Carmen Miyares, había aparecido ya en
> la vida del Apóstol. Y la llena. Está casada con el cubano Manuel
> Mantilla, enfermo de melancolía y parálisis. Es medio venezolana y
> medio santiaguera, robusta, parlanchina, simpática.
>
> Mucho se ha hablado de esos amores. Algunos los niegan. A María, la
> hija de Carmen y en la que se repite el nombre de la niña de
> Guatemala, Martí la quiso con amor paternal. El parecido entre ambos
> es asombroso si se comparan sus retratos. Ella está enterrada bajo el
> nombre de María Martí, su hijo, el actor mexicano César Romero,
> acusaba un parecido extraordinario con el Apóstol, y las nietas de
> María se proclaman nietas asimismo de Martí.
>
> ¿Fue Martí el padre de María Mantilla? Poco importa precisarlo. A
> María Mantilla escribió Martí cartas desbordadas de cariño y consejos
> para la vida cuando él ya no estuviera. La última de esas cartas,
> escrita semanas antes, la recibió María en Nueva York, el 19 de mayo
> de 1895, el mismo día que Martí, en Cuba, caía en combate frente a las
> tropas españolas. En ella le decía que llevaba su retrato sobre el
> corazón, como un escudo contra las balas.
>
> (Con documentación de Luis García Pascual y Jorge Mañach).
>
>  >
>
> --
> Ciro Bianchi Ross
> ciro@jrebelde.cip.cu
> http://wwwcirobianchi.blogia.com/

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