En estos momentos en que comenzamos un nuevo año, todos los hombres y mujeres de buena voluntad elevamos nuestros brazos hacia ti Señor, esperando oigas el grito, no solamente de un pueblo, también el de un mundo que ha empezado a despertar y a luchar por lo que le pertenece.
Nosotros que hemos vivido la represión, la dictadura, la agresión a todo nivel, la indiferencia de magnatarios indolentes. La discriminación. El dolor de tener seres queridos desaparecidos o muertos. La inseguridad de un futuro para nuestros hijos. La muerte una y mil veces de los sueños de libertad de nuestro Libertador. La fiereza de quienes asistían al Panteón para verificar que Simón Bolívar estaba bien muerto, por el terror de imaginar que al pueblo se les abrirían los ojos y tomarían las riendas de su futuro en sus manos.
Éramos tan parecidos a nuestros vecinos, en la necesidad de tener patria, en el hambre de justicia social cabalgaba sobre el viento de revolución que se sentía por todos los campos y ciudades uniéndonos en un solo grito “Libertad al oprimido, justicia para el pobre”
Barinas parió el ser que llevaría a un pueblo, que casi estaba conforme con tener gobernantes, que lo único que hacían era llenarse sus barrigas y sus bolsillos a costa del sudor del trabajador y campesino, a conquistar sus derechos y a unirse en un solo frente para evitar que se los quiten.
Hoy la espada de Bolívar camina por la América Latina y aún existen personas que no se percata que los caminos de nuestros pueblos están invadidos por el amor a la libertad. No les entra en sus cabecitas de que para ellos ya es tarde. Simón Bolívar despierta cada 100 años y en esta época le ha tocado recibir su fuerza y determinación a nuestro Comandante Hugo Rafael Chávez Fría. Estamos decididos a no permitir que nuestros enemigos vuelvan a echar por tierra todos los sueños de libertad que se habían estado guardando bajo llave por los enemigos del pueblo. De hecho no descansaremos hasta ver una Latinoamérica libre del peor error que ha tenido por años “La Desidia”. Es el momento en que los pueblos se alzan y luchan por la herencia que nos dejaron nuestros héroes, pensamientos de libertad. Es la hora de hacer valer la sangre derramada por aquellos que creían en una América libre.
Latinoamérica lo necesita con más fuerza que nunca. Todavía no se ha terminado la tarea por la cual está aquí. Ese niño al que le decían el “Arañero” que fue muy pícaro, que hacía muchas travesuras y que era muy inteligente hoy ha conformado una fuerza política y social en su pueblo.
La fortaleza que ha demostrado nuestro Presidente Chávez, en todos los escenarios en que se ha visto involucrado tiene que darte a ti, mi Señor, una idea de la calidad de ser humano que es este hombre. Mira con benevolencia a este pueblo que estuvo esperando por alguien como él. Permítele terminar su obra y que, como él lo ha soñado, retirarse a su llano y sentarse en una hamaca y ver sus logros y el resultado de sus luchas.
Hoy está enfrentado a su mayor batalla, él lo sabe y su principal pensamiento es hacia su pueblo, Venezuela. Señor el mundo te pide un milagro, se lo merece, aunque no nos lo merezcamos nosotros. Es la oportunidad de convertirnos en hombres y mujeres conscientes de que no somos lo más importante sobre esta tierra.
¡Comandante nuestra vida por la suya!
¡Viviremos y Venceremos!
¡Dios lo bendiga y proteja!
Carmen Pacheco
2 de enero del 2013
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