Por Lorenzo Gonzalo, 11 de septiembre de 2012
Buenos oradores demócratas, más los errores de los nuevos republicanos, más el deterioro de las relaciones sociales del país, pudieran dar un buen resultado para el Presidente Barack Obama.
Las contiendas electorales en Los Estados Unidos de Norteamérica y en el resto del mundo donde se aplica el método de votación basado en partidos, son como un desfile de gladiadores en un circo romano.
Desde que se consolidaron las ideas republicanas y el liberalismo logró entronizarse sustituyendo las viejas prácticas feudales de administración pública, aparecieron las facciones que se apoderaron del poder.
En Los Estados Unidos de Norteamérica, donde mejor se organizó esa modalidad de Estado, las cosas no resultaron diferentes. Desde su comienzo, una vez superado el período de provisionalidad donde quedaron sentadas las bases de la organización estatal y sus fundamentos legales, el proceso electoral se convirtió en una lucha por la alternancia y se apartó cada vez más de su esencia administrativa.
Los Estados Unidos de hoy no son diferentes en ese sentido, por el contrario, como ocurre con los demás aspectos del estilo de vida estadounidense, la ferocidad de los candidatos, adornados por el glamour de exuberantes escenarios, es más exagerada que en otras naciones y muestra con claridad la farsa de esta democracia que, en esencia, es uno de las mejores creaciones aportadas por el ser humano.
Las realidades actuales no son las mismas. Las relaciones sociales de hoy, por momentos indican que han alcanzado una nueva etapa y ciertos sectores parecen darse cuenta de ello y reaccionan en consecuencia. Pero al mismo tiempo están reaccionando las fuerzas del pasado con agresividad poco usual.
Pensar que en Los Estados Unidos existe una sociedad apática ante la manera cómo se enfrentan sus problemas sociales, es no conocerla.
Dentro de las realidades de hoy se destacan dos fuerzas ideológicas innegables, cada una de ellas compuesta por una mezcla de diferentes visiones de la realidad, pero predominando en cada una un hilo conductor.
El Partido Republicano que hizo su aparición en la Convención de Tampa, en el estado de Florida, está liderado indiscutiblemente por el sector que se aferra a las viejas prácticas de gobierno. Tal parece el resultado de una formación reactiva frente a problemas que cada día parecen ser más difíciles de resolver, si continúan utilizándose los mismos procedimientos aplicados desde la época del Presidente Franklyn D. Roosevelt.
En la mencionada Convención, los republicanos de nuevo tipo, dieron la impresión de gente que reacciona irracionalmente ante circunstancias que son incapaces de solucionar sin renunciar a viejos patrones. Aunque en la práctica pudiéramos pensar que se trata simplemente de un forcejeo por aseguran el crecimiento de su riquezas personales y el poder de los grupos que componen esa agrupación, por experiencia sabemos y para ello no se requiere de mucha academia, que aceptar los cambios del entorno, necesariamente no significan la perdida de ambos. Por consiguiente, dichos enfrentamientos responden a los estereotipos creados por las ideologías. Son aferramientos, que más bien son la consecuencia de reacciones inmaduras, las mismas que, en un instante, llevan un día a una persona noble a cometer un asesinato o una masacre. De igual manera, pero en una fracción de tiempo que habría que medirla con una escala diferente, reaccionan los grupos de poder que han enfermado en su ejercicio. También es un instante del tiempo social, pero mucho más peligroso por el inmenso poder que los estados administran.
No es casual que los grupos fanáticos, compuestos por nacionalistas rabiosamente excluyentes, racistas, gente de mentalidad solitaria y una masa de ignorantes que aceptan la primera historia que escuchan, hayan crecido en los últimos dos años en más del 700%. Tampoco es casual que alrededor de la dirección de este nuevo Partido Republicano, la mayoría de ellos hayan decidido agruparse.
A fines del pasado Agosto de este año 2012, cuatro militares fueron detenidos y enfrentan cargos por conspirar para asesinar el Presidente Obama.
Tres de ellos posiblemente sean condenados a la pena de muerte. El cuarto hizo arreglos con la fiscalía para cooperar en la investigación. Se trata de personas confesas, pertenecientes a las llamadas milicias, fanáticas y decididas a emplear la violencia para alcanzar sus fines. Poco se ha hablado del caso, pero esto es sin dudas parte del engranaje de las ocurrencias que están cobrando cuerpo aceleradamente en el país. Existe una violencia que aflora por días y que solamente se explica como reacción ante la impotencia que proviene de una inmensa falta de madurez.
Estos soldados estaban destacados en Fort Stewart y están siendo procesados por las autoridades de Long County. El plan consistía en tomar el cuartel de Fort Stewart, matar a una serie de oficiales y destruir un sin número de centros económicos de esa área. Al momento de la detención habían acumulado 87000 dólares en armamento. Todo esto dentro del plan para realizar un golpe de estado y asesinar al Presidente.
No recordamos sucesos de esta naturaleza, donde gente proveniente del sector militar hayan conspirado con la confesa intención de provocar un golpe de estado. No se trata de un loco, sino de cuatro personas, de cuatro militares, en un mismo cuartel con un mismo pensamiento.
El reciente ataque a una iglesia de confesión indú por alguien que se declaró perteneciente a esos grupos se añade a estos sucesos. Otro de ellos es el atentado a una escuela, cuyo autor, previamente había llenado su apartamento de trampas explosivas antes de cometer la horrorosa masacre.
Estas noticias, no tienen mucha cobertura de la prensa, quizás para evitar exacerbar el ánimo demencial que en Los Estados Unidos abunda más que las hamburguesas. Pero si hacemos una búsqueda detallada, descubriríamos múltiples ocurrencias similares en el año 2012 que, por razones estereotipadas, muchos piensan que solamente son patrimonio de los “países subdesarrollados de África, Asia o Suramérica”
Ninguna de los individuos involucrados en estos casos, son los locos típicos paridos por una sociedad incapaz de estimular la vida en común, el amor al prójimo y el trabajo creador que es capaz de ofrecernos felicidad ante lo producido.
Se trata de una nueva faceta que viene desarrollándose desde hace décadas y que va llegando a su punto de madurez para ambos contrincantes sociales: tanto para ciertas fuerzas que cada día se hacen más palpables tanto en boca del actual Presidente como de líderes locales y otras instituciones, como para estos grupos que han quedado empantanados en el fango del devenir.
Por eso, cuando alertábamos en artículo anterior que hay un enemigo social oculto tras las nuevas corrientes que se agrupan principalmente alrededor del Partido Republicano (lo cual no excluye la existencia de gente semejante en otras agrupaciones), no lo hacíamos por el afán de exagerar, sino para llamar la atención sobre la importancia de cobrar conciencia sobre hechos significativos, que eventualmente nos envolverán a todos.
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