En España hay ochocientas mil viviendas nuevas sin vender y que seguirán muchos años vacías. Estas construcciones inutilizadas consumieron muchos recursos naturales, especialmente metales y energía. Es un ejemplo dramático de cómo las burbujas financieras generan un exceso de inversión que permanece sin utilizar durante un largo período, incluso después de la recuperación. Cuando la capacidad productiva está inactiva, los recursos naturales utilizados en generarla se desperdician. El capital natural que se agotó no es compensado por el capital producido.
La gestión de los recursos, tanto renovables como no renovables, se ha vuelto extremadamente difícil debido a la inestabilidad generada por la financiarización creciente de los mercados de productos básicos. En 2008, el precio del petróleo llegó a ciento cincuenta dólares antes del colapso de Lehman Brothers, pero luego cayó a treinta. Los precios de alimentos tuvieron oscilaciones de casi un tercio en pocos meses.
Las incertidumbres causadas por la inestabilidad financiera fomentan el cortoplacismo en el comportamiento de las empresas y los gobiernos. La búsqueda de resultados financieros a corto plazo, característica de los mercados de valores modernos, contrasta con el principio de sustentabilidad que hace hincapié en las consecuencias acumulativas y largo plazo de las decisiones y acciones.
Más puestos de trabajo son destruidos durante las crisis financieras que los que se crean durante el auge impulsado por las burbujas de activos y de crédito. En tres años de recuperación, Estados Unidos no ha recuperado aún la mitad de los empleos perdidos durante 2008-2009.
En casi todos los países, los ingresos devengados por los activos financieros y la propiedad han crecido más que los salarios y pagan menos impuestos, debido a la capacidad de los capitales de fugar rápidamente.
Las burbujas financieras benefician a unos pocos, pero los costos de las crisis afectan a toda la sociedad y lo mismo sucede con los beneficios y costos de la explotación del capital natural. Los rescates financieros agravan la desigualdad. En Estados Unidos, los bancos rescatados porque eran “demasiado grandes para quebrar” son ahora aún más grandes y sus ejecutivos han vuelto a cobrar bonos mientras que los salarios siguen deprimidos.
Los mercados financieros, las agencias calificadoras de riesgo y las instituciones financieras internacionales ignoran la equidad inter e intrageneracional y la sustentabilidad ambiental, centrando sus decisiones casi exclusivamente en la sustentabilidad de la deuda y la balanza de pagos. El énfasis en la sustentabilidad financiera aumenta la desigualdad y socava la sustentabilidad del medio ambiente, ya que conduce a la aceleración de la explotación de los recursos naturales para equilibrar déficit en ingresos y en divisas.
Es por eso que cualquier programa de acción destinado a promover el desarrollo sustentable debe incluir, como parte integral, la reforma de las finanzas internacionales, para garantizar una mayor estabilidad y reducir la probabilidad de una crisis. En 2009, la conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis acordó que su alcance global “exige una acción rápida, decisiva y coordinada para hacer frente a sus causas, mitigar su impacto y fortalecer o establecer los mecanismos necesarios para ayudar a prevenir crisis similares en el futuro”.
Sin embargo, un balance de las iniciativas y medidas adoptadas desde entonces muestra que “los esfuerzos para reformar y fortalecer el sistema financiero internacional y la arquitectura” no han cumplido las expectativas. Las “fragilidades y desequilibrios sistémicos” que subyacen a la crisis no se han abordado.
Al contrario de lo que muchos piensan, las economías en desarrollo no se han “desconectado” de las economías avanzadas en crisis. Después de saltar de Estados Unidos a Europa, la crisis va a golpear al mundo en desarrollo. De hecho, casi todos los principales países del Sur ahora están viendo la desaceleración de su crecimiento. El FMI señala que “incluso en ausencia de otra crisis europea, las economías más avanzadas todavía se enfrentan a importantes interrupciones en su crecimiento. Y el riesgo de otra crisis aún está muy presente y bien podría afectar tanto a las economías avanzadas como a las emergentes”.
¿Qué se debe hacer? Hasta el momento los enfoques gradualistas no han producido resultados tangibles. Es necesaria una revisión completa, basada en una visión más amplia, consistente con los principios del desarrollo sustentable, en lugar de las estrechas perspectivas financieras que hasta ahora han dominado el debate sobre la reforma en las principales instituciones financieras internacionales, donde comandan grupos
ad hoc como el G-7 o el G-20.
Hay que regular las finanzas y los movimientos internacionales de capital, crear mecanismos ordenados de renegociación de la deuda soberana, organizar sistemas de reservas internacionales. Para eso se necesita una conferencia de las Naciones Unidas que será tan trascendente como la de Bretton Woods que creó al FMI y el Banco Mundial en 1944.
Fuente Red del Tercer Mundo. Yılmaz Akyüz es economista jefe de South Centre.
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