Revoluciones siglo XXI
Por Lorenzo Gonzalo, 18 de Junio del 2012
Hemos dicho muchas veces que las llamadas izquierdas se renuevan. Como lamentable contraste, también señalamos la congelación del pensamiento que padecen los partidos políticos conservadores para actuar con igual realismo ante la crisis económica actual. Una crisis, creada unas veces por su falta de coraje y otras por complicidad, para regular aunque fuese de manera mínima, las especulaciones financieras causantes directas del desastre económico que enfrenta el mundo desde fines del año 2006.
En ese proceso de renovación hay un hecho característico. Los partidos políticos de Latinoamérica han mostrado que responden realmente a un fraccionamiento de la sociedad, permitiendo una representatividad más real de dichas contiendas en esas naciones. Este es uno de los contrastes que también indicamos oportunamente, respecto a Los Estados Unidos, donde los Partidos Políticos son una fracción del Poder y no una representación de los segmentos sociales como ocurre en Latinoamérica.
El desarrollo asimétrico ocurrido en Suramérica, estimulado por una economía dominada por las grandes corporaciones y especialmente por los bancos, ha limado las asperezas entre el típico obrero, el indígena, los pequeños empresarios, los técnicos, los profesionales, incluyendo a determinadas empresas nacionales quienes sobreviven bajo la amenaza de ser absorbidos por transnacionales que nacieron a deshora. Esto ha dado lugar a un agrupamiento de esos sectores o al menos a un movimiento de consenso, frente a un Poder que realmente no está sustentado en el devenir de una historia ocurrida por procesos normales. Los encontronazos de intereses en Latinoamérica no han respondido a las típicas luchas clasista que en el Siglo XIX hizo pensar que la historia estaba impulsada por la lucha de clases, cuando en realidad es movida por las mismas leyes del desarrollo nacidas de los requerimientos surgidos de sus necesidades.
Como paréntesis y sin extendernos en el asunto, señalaremos que cuando decimos que las transnacionales nacieron a deshora, significamos que en condiciones ideales de probeta, si semejante fenómeno fuera posible, un crecimiento paralelo de todos los países, no hubiese permitido que el desarrollo de determinadas zonas impusiera sus normas a otras, apropiándose de la mayoría de sus aportes económicos. El comentario donde decimos que las transnacionales nacieron a deshora es una hipérbole lamentando esa forma de desarrollo que escogió el devenir de pueblos dispersos y alejados. Sabemos que esto es incontrolable y que la casualidad jugó su papel, originándose, sin que nadie lo quisiera, una problemática que dio lugar a un desarrollo traumático para la mayoría de los países. Unos países se desarrollaron más, crearon fuerzas militares y se dejaron guiar por las ansias de poder y riquezas que han caracterizado la historia de la humanidad.
Pudiera ser que el nacimiento forzado de esos Estados débiles latinoamericanos, cuya estructura le fue impuesta por extrapolación de la experiencia política española, los alejó de la posibilidad de contar con bases sólidas de crecimiento, como fue el caso de Los Estados Unidos de América, donde la casualidad circunstancial permitió un esquema económico casi perfecto.
Las nuevas experiencias recibidas en esos países por la influencia de las sociedades europeas y estadounidense, donde el liberalismo se impuso como respuesta a sus realidades concretas, han sido asimiladas por un mundo donde los factores productivos nacieron dispersos, dando por resultado un Poder que no se estructuró sobre bases productivas reales. De aquí que esta fuerza se ha visto desafiada por la sociedad en su conjunto, agrupadas ambas en Partidos Políticos que son una disección de sus sociedades donde se refleja una realidad que parece comenzar a colocarse sobre sus pies.
Esta circunstancia del desarrollo en esos países ha permitido que surja un criterio de cambio en Latinoamérica, adecuado de manera mucho más racional que en el pasado. Mientras tanto, en este sentido el Norte permanece paralizado o quizás en espera de sucesos que definitivamente no serán los mismos que el de nuestros países latinoamericanos.
Superado el autoritarismo, gracias a la resistencia social de la década del sesenta, las fuerzas cívicas y aún muchas de las militares que fueron protagonistas de aquellas luchas, quedaron agrupadas en Partidos que han demostrado ser capaces de desafiar el Poder.
Aun cuando algunos de los nuevos gobiernos critican el capitalismo y hacen referencias a la “burguesía”, “los ricos”, “los pobres”, “los obreros” y hablan de “clases poseedoras” y “clases desposeídas”, recordando pasados tiempos de la Comuna de París y la Toma del Palacio de Invierno por los bolcheviques, no hay dudas que se trata de eventos radicalmente diferentes en su forma y contenido.
De aquí nuestro interés de hacer una disección paulatina de estos fenómenos.
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