viernes, 8 de junio de 2012
!POR JODER HOMBRE, SOLO POR JODER!
¡Por joder hombre, sòlo por joder!
Eligio Damas
Me he venido haciendo durante algùn tiempo esa pregunta. Junto con la de ¿quièn es el gran rascador de ese maruto?
Si nos atenemoos a los tèrminos planetarios, a lo astronòmico, seguimos los cursos perpendicular del eje polar y horizontal del ecuatorial terrestre, ambos se cortan en tierra de suramèrica, justamente en un espacio donde las cosas han venido cambiando, se siente el resonar de los cascos de los caballos de los libertadores, se percibe el destello de los sables de aquellos nobles soldados combatientes y el vomitar fuego y lava de grandes volcanes. Justo en el sitio donde los originarios habitantes, liderados por gente como ellos, de los suyos, con otros del mismo origen y cuànta gente buena de toda pinta hay en Bolivia, han decidido tomar el control de sus intereses y destino. Pero, en tèrminos polìticos, ese ombligo suele desplazarse y puede que ahora le tengas cerca pero mañana, si no te percataste a tiempo o no pudiste rasguñar debidamente, podría ponerse a miles de millas.
Veamos un ejemplo sencillo y reciente, conocido defintivamente esta mañana, me refiero a la victoria de Francois Hollande sobre Nicolàs Sarkozy. Antes de eso, sobre todo cuando se pensaba que el presidente podìa ser reelegido, sobre todo porque se hizo todo lo derechista y xenòfobo que pudo para restarle votos a la señora Le Pen, se daba como un hecho que los planes econòmicos de Europa, con la orientaciòn del FMI, lo que es lo mismo darle duro a los trabajadores y explotados, marcharìan por un sòlo carril, pese las profundas y amplias protestas, sobre todo en Grecia y España. Pero las urnas se empeñaron en confirmar lo que venìan diciendo las encuestas – ojo, las encuestas- ganò Hollande. La señoa Le Pen, pese su mayor cercanìa a Sarkozy, quizàs por que èste quiso robarle sus consignas y no querer jugarse su futuro en una polìtica que sabe incierta, optò por no respaldarle. El triunfo del socialista – socialista a lo europeo – pudiera cambiar las cosas. Decimos pudiera, porque con esos socialistas uno no sabe a què atenerse. Uno se alegrò sobre manera unos cuantos años atràs, cuando Francois Mitterrand, lìder del socialismo francés ganò las elecciones, pero no tardò en llegar la desiluciòn, vièndole apoyar a los britànicos en la guerra por Las Malvinas. En todo caso, por ahora, el triunfo de Hollande, es un estremiciento y un mover el maruto.
Casi todo aquèl con dos dedos de frente, sabe bien que el 7 de octubre en Venezuela, el maruto estarà en cada una de las urnas electorales que ponga el CNE, porque en gran medida se juega el destino inmediato y hasta el provenir del continente. Y eso no se queda allì, por distintas circunstancias, tendrà una relativa importancia a nivel planetario. No es una simple concha de ajo. Se sabe, siente, no es necesario que a uno, con dos dedos de frente se lo digan y por eso no dirè que lo dijo èste o aquèl, es fàcil. Tener las reservas probadas más elevadas en materia de petróleo y de las primeras en gas, agua, etc., hacen del país nuestro una atractiva presa, socio o amigo respetable de primera línea. Como también formar parte activa de una política regional que apunta a la integración de manera exitosa.
Quien se la dè de totalizador, tanto que se totaliza a sì mismo, recordando a Sartre, actùa y analiza como tal, no puede tener una respuesta apriori, armada, por aquello del gusto y las simpatìas infantiles, de cuando hubo quièn creyese que era suficiente pegar un leco, dejarse crecer la barba y las masas correrìan tras suyo como la mosca a la leche. Mientras los chinos y màs tarde los vietnamitas, definieron aquella lucha como de largo alcance, estando en sociedades predominantemente campesinas y siendo ellos, los simples combatientes y comandantes, campesinos, por algunas experiencias como excepcionales, màs de un iluso creyò aquello como una jornada menos complicada, que se resolverìa igual que aquellas cayapas, de cayaperos urbanos, organizadas para ayudar a recoger la cosecha en las poblaciones campesinas aledañas, pese que, siempre copiando, dijese como quien cumple un ritual, “la lucha es larga”. Es màs, el proyecto se dio el lujo de dejar a la gente esperando en las ciudades, con sus cùmulos de problemas y una burguesìa urbana parasitaria, sin aliento, fuerza, talento para seguir ganando en el juego que ella puso como condiciòn y se fueron quienes aquèl abrazaron, justamente al ùnico espacio donde podìan derrotarles, porque era como màs cuchi y el transitado por quièn querìa copiar y le copiasen, pese a lo que antes, mucho antes, advirtiese Simòn Rodrìguez.
La guerra frìa les atrapò en su fuego y fueron inocentes figuritas de barro, soldaditos de papel cabalgando escobas que no eran de malojo y monte, de las suyas, sino importadas con un programa que las hacìa marchar con ritmo, horizonte indefinidos, que nada tenìan que ver con quien creìa y juraba por este puñado de cruces, que todo lo tenìa bajo control, entre sus piernas. Quienes todo aquello armaron se divieron en tres lotes, lo que suele suceder en las derrotas; unos se entregaron y volvieron sobre los viejos pasos, como a pedir perdòn o hacerse perdonar, otros se atrincheraron en sus espacios ganados, a esperar no para volver por sus fueros, sino que alquien les sacase de aquel atolladero, abrieron huecos de todo tamaño por paredes, puertas y cercas y aguaitaban de vez en cuando para ver còmo iba la vaina allà fuera; mientas aguaitaban y dejaban de hacerlo, pasaban vainas y ellos no se enteraban o simplmente no podìan hacer nada, sino esperar que despuès de la lluvia escampase y los terceros se sentaron a esperar que soplasen nuevos vientos para volver con los mismos brìos. Pero pasaron los vientos, las corrientes de aguas y juzgaron mal, que no eran esas; porque sus còdigos y recetas culinarias hablaban de unos signos y los hechos se identificaban con otros.
Y algo de eso sucediò; porque parece formar parte del engranaje de la vida. El inventor de la rueda no tiene nada que ver con este asunto. Aquella gira sin pedirle permiso a nadie y sin presentar cèdula de identidad y los obligados a identificarla a tener el ojo pelao, el olfato alerta pero suelen distraerse; cuesta mantenerse en tensiòn todo el tiempo.
Menos mal, que despuès de la experiencia del caracazo, sin contar las infinitas derrotas y no sòlo en combates fieros, pero desiguales, sino por obstinaciòn de las pulgas, el hambre, saberse sin nadie que te cuidase las espaldas y recogiese con euforia tus banderas, presiones propias de quienes tienen familia y ven pasar los años, Chàvez hizo el ùltimo intento, pero desde dentro, rodeado y en consecuencia aislado de quienes allà afuera, dos o tres años antes, de modo contingente, multitudinario, enviaron la señal de “aquì estamos esperando”. Hubo quienes vieron acontecer aquello y no se percataron de nada y volvieron a hundirse en las sombras.
“Por ahora” sonò duro. Pero màs dentro de la conciencia de quien pronunciò la frase. Pensò, debatiò con muchos, rompiò con quienes insistìan en seguir en la misma morisqueta, sabiendo que los enemigos querìan y esperaban eso, porque era repitièndola que podìan derrotarle y al fin saliò a retarles en su propio juego, con sus reglas de oro. El caracazo seguìa sonando todavìa y su mensaje decìa “aceptales el reto, nos conocemos el juego y en èl les ganaremos, luego, en el camino emparejamos las cargas. Les sabemos todas las señas y por eso podemos anticiparnos a sus jugadas. Sobre todo, porque ellos, no sòlo ignoran esto, sino que nos creen incapaces de hacer lo que podemos.”
No obstante, distraìdos o naufragos aùn no percibieron de la manera debida aquellos hechos emanados de los cuarteles. La ceguera que prodiga la ortodoxia, la maña de hacer todo de acuerdo con el librito y los diseños previos, quizàs tambièn los acuerdos que se derivan del cansancio y la impotencia, llevò a unos cuantos, no sòlo a unos como nosotros, del montòn, sino a quienes es dificil aceptar que les vayan esos rolincitos, a ignorar aquella señal, definirla como de mal augurio y hasta la audacia de condenarla.
Pero luego se emparejaron las cargas. Los soldados ya hechos, en los cuarteles, que antes habìan sido incitados a estar en contra y a favor de ellos, pese a lo que habìa percibido Nicolàs Guillen, “soldado soy tù y tù eres yo”, con el pueblo apechugados, salieron a rescatar a Chàves el 13 de abril. Aquello de me uniformo, porto un fusil y reto a los soldados porque ellos son lo contrario de lo que soy, se volviò un simplismo, como lo intuyò el poeta cubano: “Tu eres yo, yo soy tù”.
De quienes con las primeras derrotas se atrincheraron esperando que alguien les restacatase del naufragio y hasta los màs “osados” que aguardaron por nuevos tiempos que nunca percibieron, por su historial se creyeron con derecho a que se les llamase al puente de mando, al lado del maruto para rascarle, no todos tuvieron esa suerte. A algunos se les pasaron por alto sus errores, y con razòn, generalmente se cometieron de muy buena fe, pero se les volviò a la vida nueva con exceso de prerrogativas y algo de mando. Otros fueron ignorados porque como aquèllos nunca se acercaron al mingo y menos fueron acertados como para clavar un boche o de respondones se volvieron demasiados conformes con todo; por frustraciòn y despecho, una parte se sumiò en el anonimato y otra cambiò de rumbos y cogiò para donde siempre estuvieron sus enemigos. Otros, escasos, se refugiaron en su “Barca de Noè”, sin saber hacia dònde enrumbarla y cuando vieron pasar el bajel joven, con ideas nuevas, tiraron sus cordeles y se engancharon. ¡Què sortarios! Poco tiempo despuès, en la mansedumbre que sucede a las tempestades, aparecieron al frente, dicièndole a todo el mundo, cual fuesen Fray Luis de Leòn, “Como decìamos ayer”. De estos, de vez en cuando, alguno se desprende del racimo; otros entendieron que habìan perdido el tiempo en el andèn equivocado y se conformaron con que otros emprendiesen la tarea ¿inconclusa? o que debieron hacer.
De quienes no pudieron responder acertadamente y siguieron la moda, pero en fin se mantuvieron dignos y desafiantes, pero luego se sumaron a regañadientes, pero en actitud de reconocimiento que no era como habìan creìdo, ha habido tambièn tibios reconocimientos, entre los vivos, pese el calor ardiente del torrente sangunineo que les anima; no obstante, a los muertos, se les està rindiendo meritorios reconocimientos, con entusiasmo. Es natural, ya no se les puede pedir prueba alguna ni esperar que pretendan imponer sus visiones sobre la estrategia ni haciendo guardia sepan identificar el santo y seña.
Entonces uno y unos cuantos, muchos que van y vienen, otros que ven pero no se fijan mucho, comprendieron que en el vientre del mundo comenzò a moverse el gran maruto, pareciò fragmentarse y se mostrò que habìa màs de uno. Pero tambièn que no todos los marutos son iguales de importantes ni merecen que se les rasque al mismo tiempo. Tampoco que aquel què parecia ser el ùnico y màs importante no lo es. Porque no es que uno tenga una bella historia, una limpia biografìa y hasta goce de una simpatìa ancestral y còmplice, sino que el maruto sea el pertinente y el rasguñador quièn puede hacerlo de verdad porque tiene con què.
El ombligo del mundo entonces està cerca o al lado del gran rasguñador, para que pueda alcanzarle. El mundo pareciera agitado por una contradicciòn fundamental, determinado por los factores que parecieran accionar para liquidar al planeta y quienes pudieran presentar una salida contraria. El capitalismo no parece estar dispuesto a hacer concesiones o aminorar sus practicas rapaces y destructivas porque eso es contrario a su esencia y los paìses que le tienen, pese a decir lo contrario, como relaciòn determinante y no sujeta a cambio, son mayorìa y muy poderosos. El capitalismo se las juega todas porque los grandes propietarios, quienes creen tener en manos las manijas del mundo, por individualistas, esperan poder comprar a tiempo un boleto que les lleve a algùn sitio donde continuar lo que han venìdo haciendo.
Pero quièn comanda una tropa debilitada, sin tàctica y estrategias adecuadas, armamento verbal y medios para mover la tierra y las tribunas, causar grietas al adversario, no puede ni debe aspirar la comandancia. Se puede tener muchas medallas, de esas que se enmohecen en el pecho, haber acertado en momentos cruciales y hasta pasarse el tiempo haciendo y deshaciendo por lograr el punto adecuado en el tejer, lo que muchas cosas enseña por aquello de ensayo y error, pero eso no garantiza que tengamos los sensores adecuados, sin orìn ni moho, para percibir el movimiento de ahora y la capacidad para atraer a las multitudes, las fuerzas que hacen la historia, mueven el mundo y hasta podrìan paralizarle.
Por otra parte, grandes naciones que se definen como contrarias al capitalismo, se ensimisman y autocalifican como el gran maruto y sus dirigentes los ensimismadodos rascadores. Son asì porque estàn o quieren estar sustituyendo a aquellas que andan como en bancarrota y perdida la credibilidad. Si uno se descuida siguen la misma fiesta aunque cambien el furruco.
Pero la realidad es otra. La contradicciòn fundamental, el ombligo mundial, sigue siendo la misma y los rascadores cambian, unos por desasertados, pasados de moda o haber perdido la conectividad con el movimiento y multitudes. La lucha entre el capital y el trabajo, es un asunto cuyo escenario es el mundo y està ligada a la tragedia planetaria que significan el agrandamiento del hueco en la capa de osono, recalentamiento, deshielos, rìos que se secan, tierras que se vuelven improductivas, multitudes que yua no solo reaccionan por un simole sentido o condiciòn de clase, sino piensan, proponen y quieren estar en la linea de rascadores. Son parte del mismo asunto. Explotados y explotadores siempre estaràn del mismo lado.
Los conflictos que azotan a EEUU, Europa y en general a los grandes centros capitalistas, estàn vinculados a los del resto del mundo. De modo que pareciera no haber naciòn ombligo ni hombre ùnico o gran rascador, aunque se haya convencido de ello, sino que todos los ombligos, los infinitos esparcidos por el mundo, son buenos para que los rascadores se afanen en su tarea. Lo que pasa es que cada quien rasca bien en su respectivo espacio y otro de allà no puede presumir de hacerlo dònde no le corresponde y quièn debe rascar aquì o allà, no puede pretender que otro lo haga por èl.
Pero los rascadores son tantos como explotados hay, deseosos de justicia, sedientos de hayar la verdad y el punto por dònde meter al mundo hacia un viaje esplendoroso, reconfortante y hasta reversible en el mejor y màs poètico sentido de la vida. No hay tierra prometida ni de dios que no sea el planeta todo.
No obstante, es cierto que si alguien tiene mèritos por lo que hizo en el pasado - los viejos suelen ser poseedores de esos tesoros - reina, vigila o adorna un espacio lleno de gloria, eso no dice que èste sea el ombligo universal ni aquel el gran rascador. Los oràculos vivientes son un peligro; los muertos, quienes dejaron sus percepciones escritas, se les asume como referencias que podrìan servir para ayudar atrapar la realidad; el vivo, puede tambièn contribuor con eficacia pero con el poder de su presencia y la disposiciòn a no contradecirle a riesgo de ser juzgado desertor y sacrìlego, puede inducir a que uno tome el tren equivocado.
Hay otros espacios y personajes que sin mucha pompa ni las credenciales que se dan de una forma pertinente o no, forman parte de las redes por donde se desplazan los rìos, se nutre la vida y las almas que animan el movimiento de las sociedades. Justamente dònde marutos y rascadores pertinentes coinciden. No es sòlo cuestiòn de rascar sino poder hacerlo en el momento y el sitio adecuado, donde se encuentra el ombligo que mueve.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 6/08/2012 05:27:00 PM
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