Manual urgente
de periodismo autodidacta
No es cómo hacerlo, todo es cómo entenderlo
Introito:
El año de fundación del diario Panorama es 1909. El de El Universal es 1909. El de El Nacional es 1941. El de Últimas Noticias 1943. Pero la primera escuela de periodismo de Venezuela se fundó en 1947 en la UCV.
Entonces, si cuatro de los primeros diarios de Venezuela (que todavía hoy se editan) nacieron mucho antes que la primera escuela de periodismo, ¿qué clase de periodistas hacía esos periódicos? ¿Eran periodistas sin academia? ¿Eso se puede?
Desde luego, esos periódicos referenciados eran hechos por reporteros empíricos, forjados al fragor de la calle. Es decir, eran reporteros “callejeros” (pateaban calle por vocación).
Esos redactores trascendían en cualidades: eran verdaderos motores de la sociedad, porque el empirismo implica un dominio de las dinámicas y de las interrelaciones sociales. Un reportero, cuando entonces, era un verdadero líder social, con marcado ascendente sobre las masas. Un personaje con una capacidad crítica elevada y clarividente.
La formación de estos empíricos, obtenida extra universidad, los convertía en expertos auscultadores del sentir popular, la especialidad definitiva de los empíricos. Este perfil, al mismo tiempo, los retrataba como unos eficaces vectores sociales progresistas, por un lado, y por el otro y consecuencia lógica del primero, como agentes completa e intelectualmente independiente de los dueños de los periódicos (del capital).
Tan es así, que no resulta casual que la fundación de las empresas periodísticas haya sido producto de la venalidad de periodistas y no de los empresarios.
Con un periodista trasmutado en líder social y renuente a los intereses mercantiles, estábamos en presencia de un profesional incómodo en tanto que inmanipulable. Las épocas doradas del periodismo venezolano.
Pero a partir de entonces los intelectuales a la orden del capital se percataron de ese hecho e idearon una fórmula que progresivamente les permitió desnaturalizar al periodismo: el oficio fue secuestrado por la academia y se tecnificó, como una manera eficaz de banalizarlo y así poderlo controlar.
El oficio fue obligado a una carrera de cinco años rellena de materias muchas de las cuales infecundas al hecho periodístico. Y empezaron a egresar series de periodistas autómatas que sirvieron para diluir el liderazgo y la independencia de los fundacionales. Es decir, mataron la imprescindibilidad.
Ahora las universidades latinoamericanas producen “comunicadores sociales” sin la menor vocación (mayoritariamente). Pero ha sido resuelto también por creadores: en las aulas les colocan un chip en el ego que los egresa convencidos de que deben salir el primer a las calles a ganarse inmediatamente el título de héroes y así, cada vez que un ciudadano o un Gobierno los objeta, es en represalia al hecho de que los periodistas dicen delatoras “verdades”. El sueño anhelado de los empresarios mediáticos: la conquista de las mentes pródigas de una sociedad por medio de un sencillo rapto intelectual.
Así vemos cómo estudiantes de primer semestre, sin haber leído un solo párrafo teórico y sin saber redactar una mínima línea, disertan con escalofriante facilidad acerca de la objetividad, por citar ejemplo. Si hiciéramos una encuesta, resultaría que el 100% de los estudiantes de periodismo afirman, con total convicción, que la objetividad no existe (ni siquiera que es inaplicable) y que es una trampa para disminuir a los “comunicadores sociales” a la simple y denigrante condición de transcriptores.
MANUAL URGENTE PARA EL NUEVO EMPIRISMO
1).- La noticia y el título.
Los valores imprescindibles del titular noticioso son la precisión y la concisión, pues estas dos herramientas están planteadas para que el título tenga una correspondencia infalible con la información que se expresa. Un buen título es aquel que hace prescindible el resto del relato informativo. No obstante, dada las altísimas exigencias que ello supone (requiere una gran capacidad de captación, de resumir y de contracción), titular se ha convertido en un arte al que sólo acceden elegidos, que con su magia para escoger la frase de resumen desencadenan en el lector un proceso que comienza por la excitación, sigue con el clímax y termina con la postración y enajenación del lector.
Justamente por arte es que miles de practicantes del periodismo quieren hacer literatura en la frase titular, o los hay totalmente desorientados que pretenden hacer títulos interpretativos. Esta deidad del título como arte obnubila al practicante y le hace omitir que las ideales cuatro palabras mágicas que ha de usar en su titular están en el lead (encabezamiento) de su noticia. Quien comprenda esta esencia, habrá descubierto el paraíso periodístico. Habrá entendido el oficio.
2).- La brevedad en el párrafo.
La vieja escuela del periodismo venezolano (protagonista de la época de oro) fue enseñada para atiborrar al lector de datos en el primer párrafo (lead); en tanto, practicaban una carrera de 100 metros en seis y siete líneas iniciales en las que querían apretujar el qué sucedió, a quién le sucedió, cuándo sucedió, dónde sucedió, cómo sucedió y por qué sucedió.
Afortunadamente los tiempos han cambiado y el periodismo contemporáneo ha dado un sensacional viraje para adecuarse al perfil del lector moderno, cuyas características lamentables son las de un no lector, espantando por los bloques de textos.
Los estudios de esos desafortunados perfiles incidieron para que en las postrimerías de la década de los 90 los diarios y revistas se desestructuran para luchar contra una progresiva pérdida de lectorías. Así surgieron los llamados rediseños, que se fundamentaron en convertir una página en varias, aplicando técnicas tales como infografías, columnas falsas, fotoleyendas, recuadros (despiés) etc.
Aunado a ello, el párrafo, estimulado por la influencia de agencias de noticias (principalmente EFE), también fue reestructurado y se le hizo más ágil y amistoso a la mirada y a la comprensión.
En los años recientes, se ha impuesto la doctrina de que un párrafo modelo lleva entre tres o cuatro líneas, y que puede haberlos de un sola línea en la que vaya contenida una cita textual explosiva, desencadenante del tejido narrativo y soporte de la noticia en su todo. Las publicaciones se deshicieron de la soberbia y optaron por subordinarse a las exigentes pero remolonas lectorías.
3).- Las oraciones cortas.
Así como el texto en su todo se ha venido desestructurando (descompactando) para lidiar con la sostenida pérdida de lectorías de los medios impresos, lo mismo ha ocurrido con la unidad conocida como párrafo, en el que antes de amuñuñaban múltiples ideas organizadas mediante de subordinación de las secundarias a las principales. Y esa multiplicidad de ideas parrafales sólo podían lograrse a través de la elaboración de varias oraciones en un solo párrafo.
Empero, el periodismo contemporáneo ha venido comprendiendo la efectividad del párrafo breve expresado en una sola idea comunicada es una sola oración.
De hecho, las técnicas de redacción de las agencias de noticias han venido privilegiando los párrafos de una sola idea mediante una sola oración que contenga una sola frase, siempre que ésta sola frase posea una carga detonante de la oración, por lo que casi siempre será una idea en una oración breve con una frase entrecomillada.
En rigor, esta frase corta de una sola idea procura el mismo efecto que el titular. Es decir, cada párrafo desarrolla una suerte de independencia que lo dota de su propio titular como una forma de mantener en estado de postración permanente al lector, para que no abandone el texto una vez que se ha adentrado en él.
4).- Adjetivos (definición y reconocimiento): caracterizarlo.
El insigne Alejo Carpentier, uno de los grandes oficiantes del periodismo latinoamericano, resumía: “El adjetivo, cuando no da vida, mata”. Ciertamente, la adjetivación en el género noticia debería estarle proscrita al periodista, por lógica, pues esta es la vía exclusiva para impregnar de opinión los supuestos hechos noticiosos.
Cuando adjetivamos, irremediablemente estamos opinando y entonces desvirtuamos la noticia, sobre todo cuando esta desnaturalización se hace conscientemente.
Hay, cómo no, la adjetivación inconsciente y carente de mala fe, que se origina por la ignorancia del redactor en el manejo clarividente de lo que es un adjetivo. El redactor que se cuida de adjetivar, siempre tendrá garantizada la confianza del lector.
5).- Géneros periodísticos (básicamente la noticia y el reportaje interpretativo).
Del mismo modo en que se desarrollan e implementan fórmulas químicas para la elaboración de productos (comerciales), debe decirse que también las hay para obtener una noticia (que ello no es producto de la inspiración). Al aplicarse cualquiera de esas técnicas, el resultado será una noticia. Hablamos, literalmente, de una receta que cualquier ciudadano, con una mínima pericia para relacionar datos, puede concretar.
Por ejemplo, una de las fórmulas clásicas es la 5W, cuyo despeje es responder estas elementales preguntas: el qué sucedió, a quién le sucedió, cuándo sucedió, dónde sucedió, cómo sucedió y por qué sucedió. Cuando estas sencillas interrogantes son satisfechas y al mismo tiempo revestidas de un contexto mínimo, el resultado es ¡una noticia!
De modo que si evaluamos la nada compleja estructura de la fórmula de la noticia, indefectiblemente hemos de concluir que cualquier persona, sin necesidad de haber asistido a una universidad y desde luego que sin la exigencia de ser periodista formal, puede redactar noticias. La dificultad, entonces, está en la concepción del oficio. Quien concibe la dimensión exacta de lo que es una noticia, será su correcto oficiante.
La noticia, huelga recordarlo, tiene atributos, factores y características que componen la receta que ayuda a cocinarla (como toda fórmula, al principio se cometen torpezas que la práctica va corrigiendo). Merecería un capítulo aparte el desarrollo de esta idea.
Diferente el reportaje interpretativo (el siguiente templo periodístico), en el que el redactor no sólo debe exponer una cantidad de datos, sino que a partir de ellos debe ofrecer implicaciones bastante precisas, lo que lo hace prácticamente un ritual matemático. Por ejemplo, si en una investigación ofrecemos variables consensuadas (el presupuesto de Venezuela fue calculado a 60 dólares el barril de petróleo (primera variable), pero ha resultado que su cotización ha promediado los 40 dólares (segunda variable).
Estas dos variables anteriores permiten inferir una hipótesis: el Gobierno ha tenido que disponer de sus ahorros (reservas internacionales), y a menos que arriesgue a descapitalizarse en la esperanza de la recuperación de los precios, debe hacer una reconducción presupuestaria (un buen planteamiento del problema): ¿Reconducirá el Gobierno nacional el presupuesto?
Un reportaje interpretativo es aquel que ofrece datos al debate y los va empalmando a través de la lógica de hechos acaecidos y de los previsibles por la inercia de otros. Es decir, se interpreta a partir de lo ocurrido.
6).- Citas directas e indirectas
La mejor arma de la que dispone el periodista son las citas, preferiblemente directas, aunque el cuidado del estilo muchas veces obliga al empleo de citas indirectas. Con ellas, demuestra objetivamente al instante todo lo que escribe (el periodista es un profesional que debe estar en capacidad de demostrar al instante todo cuanto afirma, de allí su delicada función, aunado a su noble rol de mediador social, tan desvirtuado por la política y por la ignorancia).
Con este punto de citas directas e indirectas se intenta orientar al tallerista en la máxima de que los hechos noticiosos jamás son los que están en las febriles mentes, sino los que emanan de los protagonistas sociales. Con este punto también se busca encaminarlo en el arte de la aplicación de elipsis al realizar sus citas directas (no hay que volcar en el texto las palabras totales de una idea de un declarante). Muchas veces se usan las puntos suspensivos para delatar de mejor manera una situación mediante una cita, o se describe una inflexión que informa más y mejor que la cita.
7).- Los párrafos entrecomillados de una sola línea.
El párrafo en la noticia quizá sea uno de los elementos que más haya merecido el interés de los estudiosos del reporterismo en los años recientes. Ello a partir del principio de que con un párrafo de una línea en la que vaya una idea en una sola oración se hace metástasis emocional en el lector (argumento ya citado anteriormente).
Esto es tan cierto que ahora están en peligro de extinción aquellos textos informativos que no estén inundados de párrafos breves (dos o tres líneas) y de otros tantos de una sólo y breve línea entrecomillada. Ello, todo hay que decirlo, le confiere la sensación de thriller a la información, es decir, se van goteando los elementos centrales (detonantes) de la información.
8).- Cohesión, coherencia, conectores, sintaxis, síntesis.
Estos cuatro puntos también suelen ser una piedra de tranca en los novicios del periodismo.
Por cohesión entenderemos la hilaridad de un párrafo en sí mismo y en su correspondencia con los demás (totalidad) párrafos. Y por coherencia la hilaridad entre todos los párrafos, que al lograrse decreta la coherencia del texto. Si no hay cohesión (una cadena es algo cohesionado), no hay coherencia (no hay entonces cadena). Y si no hay coherencia es un texto infructuoso, sin eficacia. La selección acertada de los conectores entre oraciones y entre párrafos ayuda a complementar la cohesión y la coherencia del texto.
La sintaxis se relaciona con el acertado uso de los signos ortográficos que permiten la armonía narrativa del texto y su consecuente potencial de comprensibilidad. Un texto sin la sintaxis trabajada costará entenderse. Y la síntesis es la claridad que debemos tener sobre el texto y sus ideas secundarias y centrales, lo que nos permitirá reducir cualquier texto –por muy extenso que sea- a una frase que lo explique todo.
9).- ¿Qué es una fuente informativa?
Una fuente informativa no es un organismo gubernamental que entrega reportes. Una fuente es el hecho en el que se origina la información. Por tanto, no se remite exclusivamente a la persona. Un libro, un periódico viejo, una actitud y/o aptitud de una persona o un animal, una vivencia propia, una premonición propia o ajena, son orígenes informativos, en tanto, son fuentes.
¿El periodista es una fuente?
Naturalmente. El periodista puede ser testigo de un hecho y cuando así lo informa en el texto, queda convertido en una fuente fiabilísima.
¿Es el periodismo para decir la verdad?
No, y mucho menos para decir mentiras. La verdad es un concepto relativo en todas sus esferas (y como en ningún otra lo es más en el periodismo).
El periodismo es para consignar versiones, que el periodista no está en condiciones de sentenciar como verdades (o como mentiras). Si el periodismo es para decir la verdad, entonces la objetividad es irrebatible.
“La verdad en el periodismo” es un principio romántico que sirve para mantener el entusiasmo precisamente en aquellos que sienten añoranza por el periodismo fundacional. Quienes lo hacen para procurar impunidad y esconder incapacidades, simplemente apelan a esta frase para procurar legitimar las opiniones francas y las encubiertas.
10).- Destreza en el arte de atribuir. El verbo lo es todo.
La reducción teórica más exacta del periodismo es la atribución, es decir, hacemos periodismo cuando redactamos algo que alguien nos dijo y cuando dejamos constancia de que ese alguien nos dijo lo que redactamos. Correveidile.
El cómo manejemos ese algo que alguien nos dijo es lo que nos hará profesionales. Si no hacemos notar que lo que escribimos es algo que alguien nos dijo, no hay periodismo allí.
La manera más precaria de atribuir un señalamiento es con las frases “según dijo fulano” o “de acuerdo con fulano”. Si bien es verdad que el periodismo no es ninguna otra cosa que el arte de atribuir, esta función será tanto más efectiva cuando el redactor atribuya sin que el lector lo perciba.
La manera más fácil que tiene el periodista de delatarse en su elementalidad, entonces, es escribir “según dijo fulano” o “de acuerdo con fulano”, o cualquiera de la variedad: “en opinión de fulano”. Lo mismo aplica para la cohesión entre párrafos. “Por otro lado, fulano mencionó que…”… o el uso indiscriminado y errado de verbos que no son sinónimos pero que son asumidos como tales por el redactor.
Cada verbo tiene una adecuada función, pero en la práctica cotidiana observamos cómo son usados indistintamente. Desde luego, el verbo de la atribución es el caballo de Troya del que puede disponer un redactor.
El verbo de atribución es el único acto dictatorial que puede ejercer el redactor. Es la potestad más amplia que tiene y es la única libertad que le es lícita.
Ejemplo: si el redactor debe atribuir una declaración torpe de alguien al que desea ayudar, bastará con el empleo del verbo equidistante (cual es DECIR). Y viceversa.
La fuerza volcánica de una declaración puede ser atenuada por el verbo que empleemos. Y en contrario, muchos verbos pueden llenar de vida a un “caliche”.
Instrucción final (por ahora)
*¿Cuál es el propósito de la comunicación?
La función de la comunicación en el hecho periodístico es informar, pero una función no es lo mismo que un propósito. De acuerdo con el comunicólogo Antonio Pasquali, el propósito de la comunicación es afectar, sólo que éste último verbo tiene mala fama por una connotación negativa. En realidad, “afectar” es un verbo neutro. Una afectación puede ser negativa (¡perdiste!) o positiva (¡ganaste!).
En redondeo, debemos concebir en su dimensión exacta la función esencial del periodismo (informar), y su separación del proceso comunicacional, que tiene un objetivo distinto (por lógica, pues se tratan de dos teorías falsamente aparejadas por una convención errónea: teoría de la información y teoría de la comunicación).
Una vez comprendido que la comunicación trasciende enormemente la labor informativa, nos ubicaremos en una plataforma teórica que nos ayude al abordaje de las técnicas de persuasión a través de la retórica de Aristóteles, quien erigía premeditadamente sus mensajes a partir de la naturaleza de lo que él denominó auditorios (audiencias). Aprovechemos para invitar a Gabriel García Márquez en este rollo: Gabo iluminó el oficio al persuadirnos de que todo el periodismo es por definición investigativo. Nosotros aportamos que también le es inherente su potencial persuasivo, es decir, la noticia por sí sola es convence, porque ofrece un dato cierto (constatable). Entonces con el periodismo informamos y persuadimos al consciente y al inconsciente. Justamente por esto es que el periodismo puede llegar a ser un peligro. Como la pólvora.
Las técnicas básicas de persuasión de Aristóteles son ethos, pathos y logos. Al estudiarlas, se comprenderá la utilidad y necesidad de los *contextos en la función informativa y comunicacional. Tales técnicas, naturalmente, deben ser trasladadas en la construcción del género informativo conocido como “noticia”. Un texto sin contexto es un pretexto. Obvio que este aparte merece su propio episodio, pero no viene al caso en esta urgencia.
*Contexto no es necesariamente un extenso recordatorio de un caso o de la vida pasada y oscura de un personaje. Hay elementos que la propia actualidad ofrece como contexto. Muchas veces el contexto es la atmósfera que se inocula en el texto.
AL FINAL DE ESTE VIAJE
Desde hace rato venía escribiendo y ahora comparto estas líneas buscando provocar, es decir, incitar a que levantemos un manual (o anti manual o contra manual) de periodismo revolucionario que se corresponda con la luminosa época que nos tocó en suerte (por tanto para autodidactas). No éste, desde luego, que no se pretende la quintaesencia y es evidente que no lo es, pero uno colectivo que recoja el severo cuestionamiento que el nuevo periodismo del pueblo viene haciendo en la práctica (en las calles) desde hace más de 10 años. Me parece que no pasamos del espiche discursivo, sin ocuparnos de analizar teorías y menos producirlas. ¿Por qué la Revolución Bolivariana no ha elaborado su propia teoría comunicacional? Será porque Chávez no ha querido redactarla. El oficio está anquilosado y poco o nada hemos hecho por rescatarlo. Esta es mi alícuota.
Saludos
Y pese a todo, felicidades a l@s periodistas que aman y sufren en este país, un poquito más a quienes sufren (vainas de afinidad).
twitter@douglasbolivar
Muy buen artículo. Hoy, en el convulsivo 2020 ,se hace más urgente un periodismo libre y autónomo. Ahora están comenzando a surgir los youtubers un fenómeno que tal vez pueda aportar a un futuro periodismo libre pero estamos viviendo una censura muy fuerte. Se necesita con urgencia ese periodismo investigativo y audaz que no se vende.
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