Los fieles, la Semana Santa y el Papa Benedicto XVI
Félix Sautié Mederos
Crónicas cubanas
A partir de la proclamación en Cuba del estado laico, en sustitución del ateísmo científico como política de estado, procuro apreciar la participación del pueblo en las jornadas litúrgicas de los templos habaneros y también busco información sobre el resto del país. En estas circunstancias, puedo decir que se observa un ritmo de recuperación en la asistencia a los cultos no sólo católicos, con un sensible incremento después de la visita del Papa Juan Pablo II en enero de 1998.
Me ubico desde muy adentro, incluso como participante y estudioso de la teología, porque me empeño en escribir sobre el tema con propiedad y conocimiento de causa, tratando de diferenciarme de quienes expresan criterios profanos sobre las religiones en general, sin tener en cuenta los sentimientos de sus fieles, así como del pueblo que busca en el sentido espiritual de la vida. La religión, aunque no se puede negar su interrelación con la política, no se debería juzgar sólo sobre la base de lo político sin tener en cuenta la fe de los creyentes, porque se incurrirían en errores de fondo muy significativos, tal y como en mi criterio está sucediendo en estos momentos con muchos que quisieran haber visto reflejados en los últimos acontecimientos con motivo de la visita del Papa sus opiniones por muy justas que pudieran ser, lo cual incluso no las pongo en dudas y las respeto.
Así es que la participación en las misas y oficios religiosos se han ido incrementado en los términos de iglesias casi llenas o llenas aunque no siempre, dejando atrás los viejos tiempos de los ámbitos semi vacíos. Además en esas coyunturas cada “Domingo de Ramos”, al inicio de la “Semana Santa”, los templos católicos se desbordan de fieles y en otras etapas del año litúrgico las procesiones que de nuevo se han autorizado reúnen grandes cantidades de participantes; muy especialmente las de la Peregrinación Nacional de la Virgen Mambisa por todo el país, recientemente culminada. Asimismo, las tradicionales conmemoraciones de San Judas, la Virgen de Regla, la Virgen Milagrosa, la Virgen de las Mercedes y muchos santos patronos se colman de fieles y creyentes, incluso de los cultos populares cubanos. Especial interés tiene la sincrética celebración de San Lázaro en La Habana cada 17 de diciembre, así como las de Santa Bárbara y San Francisco de Asís. Esta relación podría ser muy extensa y considero que debería ser apreciada desde adentro, antes de ponerse a emitir juicios correspondientes a un pasado que ya no es presente.
Los criterios profanos sobre la Iglesia Católica se han intensificado con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, como peregrino de la Caridad, en la conmemoración del Año Jubilar 2012 por el 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre. Ha habido de todo: juicios acertados, desacertados incluyendo insultos y groserías muy al uso, como consecuencia de las pasiones desatadas por causa de las circunstancias que estamos viviendo, en las que se manifiestan represiones, violencias y enquistamientos que tanto daño hacen a la sociedad cubana contemporánea. Quiero decir que no soy un “ingenuo” ni mucho menos un “baboso”, tal y como algunos han clasificado a los que hemos seguido con especial aprecio esta visita papal. Yo respeto el pensamiento diferente y no me canso de afirmarlo en mis crónicas y artículos, por lo que no puedo aceptar esas descalificaciones e insultos. Con independencia de su persona en si misma, Benedicto XVI es el Pastor Universal de los católicos y como tal lo respetamos; en tanto que desde el punto de vista teológico en última instancia, entre Dios y el hombre hay una interrelación única y directa de Padre Creador a criatura o viceversa, que comporta múltiples lazos místicos y religiosos, sin la necesidad de alguna mediación especial que no sea la de Jesús de Nazaret como Dios y hombre verdaderos, camino, verdad y vida según el mismo se definió.
La Iglesia católica cubana no es el sistema político-social, el gobierno o los disidentes; tampoco se le debería confundir sólo con su jerarquía, porque la Iglesia es la expresión en su conjunto del pueblo de Dios. Los que no conocen estas prácticas, esencias y definiciones conceptuales deberían estudiarlas y tratar de comprenderlas para ser más objetivos en sus análisis y no herir a los creyentes. En una anterior crónica, dije algo que ahora debo reiterar sobre lo que hayan hecho durante la visita del Papa, el gobierno, la jerarquía católica o incluso los disidentes, constituye una responsabilidad de conciencia y de obra por la que tendrán que rendir cuentas ante Dios y ante su pueblo. En lo personal repudio la violencia, el uso de la fuerza contra el pensamiento diferente y que se le limite a las personas las libertades de expresión, de movimiento y de asociación. Cada vez que suceda, lo condeno. Eso lo he reiterado en mis escritos y crónicas.
La Iglesia católica es, dentro del país, una importante expresión de la sociedad civil, más allá de las precisiones de cifras porcentuales dentro de la población cubana. Lentamente ha ido ganando espacios y abriendo ámbitos de encuentro, diálogo y reconciliación que si bien quizás no sean los más abarcadores y efectivos, son, en cambio, muy importantes en medio de nuestras circunstancias y coyunturas. Su descalificación e incluso las adjetivaciones y los insultos, así como muy en especial los ataques que algunos han expresado, considero que no benefician a las soluciones que tanto necesitamos en Cuba. Los que sin real conocimiento de causa han vaticinado una disminución generalizada de la feligresía y la influencia católica después de la Visita del Papa Benedicto XVI, deberían haber asistido a la Misa en la Catedral de La Habana con los peregrinos cubanos y de otros países que viajaron a Cuba con motivo de la visita papal; aquella fue una experiencia inolvidable para los que allí estuvimos. También me refiero a las liturgias colmadas de fieles del pasado “Domingo de Ramos” y de “Semana Santa” 2012; o a la reciente convocatoria de la Revista Espacio Laical para un diálogo con el cubano-norteamericano Carlos Saladrigas, repleta de participantes de todas las tendencias e ideas en el más amplio espectro de los últimos tiempos. En ese encuentro todos no estábamos de acuerdo en ideas y proposiciones, pero dialogamos. ¿Eso es desprestigio o aumento de influencia…? Así lo pienso, así lo afirmo y así lo pregunto. fsautie@yahoo.com
Publicado en Por Esto! el lunes 9 de abril del 2012.
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=159257
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