Balance milagroso visita de Benedicto XVI a Cuba.
Por Alberto Muller. (extracto)
Con excepción de extremos intransigentes del escenario cubano, oficialismo como oposición (ya sea diáspora o intramuros) hubiesen preferido no visitara Cuba, me atrevo a pensar el balance de la visita tiene elementos milagrosos para el enriquecimiento moral de la Nación cubana. Paralelo a esta realidad de perfil religioso, el gobierno comunista se empeña con sectarismo excluyente mantener un régimen socialista poco productivo, centralizado y represor. Ambos representan posturas enfrentadas (religiosa y política) que luchan entre sí pero ante conflictos universales tienden unir fuerzas y descubrir posibilidades de mutua buena voluntad.
Benedicto insistió revitalizar los lineamientos principales de la visita de Juan Pablo II en la dirección de promover los temas centrales de la Iglesia, como, la verdad, el amor, el diálogo, la inclusión social, el perdón y la reconciliación. Enfatizó resulta esencial la libertad religiosa y aunque se han dado pasos para poder expresar pública y abiertamente su fe, animó las autoridades avanzar hacia metas más ambiciosas, como mayor presencia de instituciones religiosas en todos los ámbitos, en especial la educacion. Desde que el Papa Benedicto aterrizó en Santiago declaró tenía a los cubanos en su corazón y oró por los perseguidos, los que sufren y los que por enfermedad no podían estar: Ruego al Señor bendiga esta tierra e hijos, en particular los que se sienten desfavorecidos, marginados y cuantos sufren en el cuerpo o espíritu.
Queridos hermanos, ante la mirada de la Virgen de la Caridad del Cobre, deseo hacer un llamado para que den nuevo vigor a su fe de Cristo y para Cristo, con las armas de la paz, el perdón y comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada, mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios. Hagan saber a cuantos se encuentren lejos o cerca que he confiado a la Madre de Dios el futuro de su patria, avanzando por caminos de renovación y esperanza, para el bien de todos. He suplicado a la Virgen Santísima por las necesidades de los que sufren, privados de libertad, separados de seres queridos o pasan por graves momentos de dificultad.
Benedicto XVI se trasladó a La Habana, donde reconoció en la misa que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Insistió en el texto bíblico del evangelio de Juan: «si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Muchos, prefieren atajos e intentan eludir esta tarea de la verdad y libertad. Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad, y se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse. Otros interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y fanatismo, encerrándose en su verdad e intentando imponerla a los demás. Son como aquellos legalistas obcecados que, al ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: ¡Crucifícalo!
Queridos amigos no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y el hombre. Él nos ayuda derrotar nuestros egoísmos, salir de nuestras ambiciones y vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad. Invocando la protección de María Santísima, pidió a los que participaron en la Eucaristía, que nos hagamos testigos de la caridad, que responde al mal con el bien. Caminemos a la luz de Cristo, que es el que puede destruir la tiniebla del error. Supliquémosle con valor y reciedumbre de los santos, dar respuesta libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores. El papa dijo adiós al pueblo pero antes de subir al avión, reclamó nadie se vea impedido por limitación de sus libertades y abogó cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada.
El Pontífice concluyó su mensaje de reconciliación al pedir que Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad. El respeto y cultivo de la libertad que late en el corazón de todo hombre es imprescindible para responder adecuadamente a las exigencias fundamentales de su dignidad, y construir una sociedad en la que cada uno se sienta protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria. Debo decir que si algo faltó a las actividades del Papa en Cuba, fue reunirse con las heroicas Damas de Blanco, y si algo nunca debió ocurrir durante esos días, fue la detención y el maltrato injusto a disidentes, además del corte arbitrario de sus teléfonos celulares.
El balance de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, definitivamente nos parece milagroso en su naturaleza pastoral y sentido teológico. Hoy Cuba está más cerca de Dios que nunca antes, a pesar de las sombras que aún permanecen amenazantes sobre esa tierra hermosa. Al menos esa es nuestra humilde percepción.
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