jueves, 26 de enero de 2012

PRIMARIA, ESTRATEGIA DEL DESASTRE

Primaria, la Estrategia del Desastre
Por Lorenzo Gonzalo, 26 de enero del 2012

Por qué Cuba?

Mientras se prepara la Primaria de Florida, los aspirantes presidenciales republicanos debaten los temas que convencerán o decepcionarán, a quienes voten en las elecciones partidarias del 31 de enero.

Pero la pregunta del inicio debe preceder todo comentario: Por qué de nuevo insistir en el tema cubano en tono de injerencia, cuando la política de interferir en los asuntos internos de otros países, por razones de criterios políticos, es rechazada por todas las naciones.

Hemos estado haciendo una disección de los candidatos aspirantes y como decía un amigo hace poco en conversación privada, mirando el debate sabía qué iban a decir cada uno de los integrantes del panel, por las sinopsis y análisis que hemos escrito en referencia a esta Primaria Republicana.

Pero acertar en los aspectos generales no implica desconocer que existe una aberración en cuanto a la insistencia de sostener una estrategia anti cubana de esta naturaleza. No hay dudas que Cuba no tiene la simpatía del establishment, pero un manejo realista del tema fue precisamente el que le concedió a Obama en las elecciones generales del 2008, un 51% de los votos y en dicha votación, contribuyó decisivamente el voto cubano que mayoritariamente lo escogió por su promesa de eliminar las sanciones impuestas al emigrado cubano, que le prohibían visitar a sus familiares.

El voto cubano, como el de cualquier otra etnia o grupo de magnitud, dentro del gran ajiaco o sancocho que conforma la sociedad estadounidense, bajo la superioridad y mando sajón, es decisivo en cualquier elección. Por consiguiente es tema de obligada atención para cualquier político que venga a Florida y aun en los pasillos del Congreso Federal. Pero que un tema sea de importancia no significa que se le enfoque descabelladamente porque los resultados pueden ser opuestos al propósito

En las elecciones del 2008, el voto cubano se inclinó por Obama, y ocurrió así porque si bien dijo que mantendría el Bloqueo que Estados Unidos llama Embargo (por esa inclinación al sofisma que practican sus dirigentes), dejó en claro que no continuaría castigando a la comunidad emigrada cubana prohibiéndole viajar a Cuba y ayudar a sus familiares.

A los ojos incrédulos del mundo desinformado, esta promesa puede parecer una broma o un planteamiento sin sentido, sin embargo, no lo es así para los cubanos que en la Isla entienden cada vez menos la agresividad del monstruo que habita en su vecindario geopolítico. Tampoco es entendible para una comunidad que ha sido castigada y victimada por la política de agresión practicada por Estados Unidos durante cincuenta y dos años, junto con respuestas muchas veces desmesuradas por parte de Cuba, que como país agredido tuvo que recurrir a una creatividad político-militar de ficción, para defenderse frente a semejante aberración.

Los tiempos habían cambiado y el emigrado cubano en ese año 2008, tenían muy poco de “exiliado”, una entelequia compuesta en realidad mayoritariamente por quienes se dejaron llevar por la inercia de la brutal propaganda desplegada por Estados Unidos contra Cuba durante aquellos azarosos años de la Guerra Fría. En realidad, en su mayoría el exilio está integrado por personas que jamás levantaron un dedo en contra del gobierno revolucionario en sus primeros años. La diferencia de ese grupo con los emigrados llegados a partir de 1970 y 1980, es que estos últimos solamente aceptan del “exilio” los aspectos que les resultan convenientes para la supervivencia dentro del medio. Pero cuando les dicen que todo cuanto existe en Cuba es malo, que sus familiares y amigos deben quedar desamparados y que es pecado viajar a su país, allí termina el amor y la obediencia hacia los rencorosos políticos.

Ese cambio lo tuvo en cuenta el entonces candidato Barack Obama durante su campaña presidencial en el año 2008. Era de esperar que los aspirantes republicanos a la candidatura para la Presidencia del 2012, hicieran otro tanto.

Aunque la esquizofrenia social padecida por un grupo determinado es difícil de curar, pensábamos que al menos estuviese bajo control. Los pronósticos que hicimos siempre fueron bajo la impresión de que la enfermedad continuaba latente en toda su magnitud, sin esperar que la negación de la realidad alcanzase tales proporciones. Hay sectores que parecen tener la asesoría de gente profundamente enferma, que son aceptados por esa tendencia al tecnicismo, dominante actualmente en los ambientes del Estado y en las esferas financieras, culpables de la última crisis económica. Lo que indican estas manifestaciones de conducta es que la campaña por la Presidencia, carecerá de coherencia. De hecho, los representativos de ese partido ni siquiera han podido demostrarla en las Primarias, donde ninguno de los aspirantes ha sido aceptado como dirigente. Los criterios respecto a la política a seguir con Cuba, asumida por los participantes republicanos a este último debate en Florida, condena al desastre la estrategia republicana para la Presidencia en el Sur del Estado y tendrá consecuencias en el norte a la hora de las votaciones generales.

Las palabras sobre el tema cubano más benignas que escuchamos en ese debate fueron pronunciadas por Mitt Romney, un mormón que practica la monogamia. Las más descabelladas las dijo Newt Gingrich, un cristiano que gusta de la poligamia. Hasta en este aspecto los aspirantes republicanos están chuecos.

Mitt Romney retomó el tema de los viajes y le prometió a la comunidad cubana de emigrados que les prohibiría viajar a la Isla. O sea, Mitt Romney no le permitirá a los cubanos visitar a sus familiares en la Isla y si Cuba por fin acaba de sacudirse y completa la reforma migratoria que anuncia hace meses y que cumple a cuenta gotas, quizás para poder complacer a sirios y troyanos, los emigrados cubanos seguirán condenados a no poder vivir en su país por temporadas o permanentemente. No podrán actuar como el resto de las emigraciones, porque Mitt Romney se los prohibirá.

Newt Gingrich fue peor. No solamente habló en contra del gobierno cubano y de los emigrados, sino que recurrió a palabras que recuerdan los peores momentos de la Guerra Fría. El señor Gingrich dijo que si resultaba electo emplearía “acciones encubiertas” para derrocarlo, los cual significa infiltrar agentes para sabotear, cometer asesinatos, como en el pasado, atentar contra la dirección política del país, en fin, en nuestro mundo este es el significado de ordenar “acciones encubiertas”. Dicho término es más peligroso aún si viene de Estados Unidos, una nación capaz de penetrar sus helicópteros en un tercer país sin permiso de su gobierno y secuestrar o asesinar a quien considere su enemigo. Hablar con ese tono a los estadounidenses, quienes mayoritariamente condenaron la intervención en Irak, independientemente del orgullo que el ciudadano en general siente hacia sus soldados, por ese sentimiento de conquista y fuerza impuesto a su población por los círculos militares, es una locura mayúscula. Estado Unidos en general no quiere que su gobierno se mezcle en asuntos de terceros. Esa es una de las razones, entre otras, por las cuales un loco como Ron Paul, ha llegado a acumular el 20% de la intención del voto de la militancia republicana y seguramente tiene iguales porcentajes en otras filas que no son las de ese partido.

¿Por qué Cuba? Esta pregunta tendrá muchas respuestas, pero ninguna de ellas puede ser cuerda, porque lo que produce el fenómeno nunca ha respondido a una realidad humana.

Desde que el paisaje internacional cambiara radicalmente entre finales del siglo XIX y los primeros veinte años del siglo XX, la humanidad recurrió a preconstrucciones impuestas por una complejidad surgida del acelerado avance tecnológico y la rapidez de una producción que obligó a improvisar cambios sobre cambios. Gran parte de lo hecho en política desde entonces ha sido el resultado de fabricaciones que nada tienen que ver con las realidades del ser humano en concreto. La hegemonía, el dominio, la imposición de conductas de un Estado a otros Estados, son delirios mentales convertidos en verdades axiomáticas.

Pensar que Cuba pertenece a Estados Unidos es una de esos axiomas y el encuentro de los aspirantes republicados a la candidatura presidencial demuestra que hay sectores marginales que aún comparten el delirio.

Quizás por esa inesperada locura que estamos presenciando y el desajuste evidente del Partido Republicano es que apareció en el Congreso el Presidente Obama y le brilló el rostro como impuesto de nuevas luces, desenterrando el estilo profético esperanzador que lo llevó a la Presidencia en el año 2008.

Ojalá que su actitud no sea también el resultado de otro delirio, porque no hay nada peor que la demencia que llega a divorciarse totalmente del entorno. El sector de poder estadounidense, hace tiempo que no toca tierra. Nos referimos a la verdadera tierra, a esa que ellos conocen pero se resisten a reconocerla. Ocasionalmente les quema la mano cuando por circunstancias inesperadas la tocan y los muerden los horrores que no quieren ver. Ellos saben a qué nos referimos cuando decimos esto, porque al escucharnos, estamos seguros que sonríen con ese rictus del loco que descubre que ha sido adivinado por un interlocutor inesperado.

Dijimos que su Mensaje a la Nación este martes, iniciaría seguramente la campaña para la reelección y de acuerdo a la gira que emprende en estos días por diferentes estados, no hay dudas que así va a ser.

Parodiando a Cesar Vallejo, podríamos decir: si Obama saliera electo…digo si saliera… ojalá imponga la agenda anunciada hoy en palabras, pero que propuso hace muchos años, cuando quizás no soñaba aún con la Presidencia.

Ojalá deje de temerle a los fantasmas monolíticos y acerados del Pentágono y a los más temibles aún, a la burocracia que todo lo puede y que todo lo sabe…. porque si no lo sabe…. lo inventa.

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