No es dudoso, es inmoral
Por Lorenzo Gonzalo, 7 de diciembre del 2011
Hablando de represiones en contra de Cuba viene a colación un hecho insólito que, con total impunidad y autorización del gobierno de Estados Unidos, se llevará a efectos el próximo 9 de diciembre.
Se trata de una flotilla compuesta por un puñado de embarcaciones, que partirán desde el mismísimo sur de La Florida, desde un puerto llamado Conch Harbor Marina, situado en Cayo Hueso.
A pesar de su interés por reducir tensiones entre Cuba y Estados Unidos, y haber prohibido una provocación similar en el año 2003 alegando que eso crearía tensiones entre los dos países, la actual Administración ha autorizado este novedoso show que ya es viejo. Entre otras cosas, en aquella época, La Comisión Federal de Comunicaciones advirtió que todo intento de transmitir señales televisivas a Cuba desde una embarcación sería considerado un acto ilegal.
Lo curioso es que cuando se produjo esa prohibición fungía como Presidente de turno George W. Bush, quien se destacara por establecer todo tipo de prohibiciones para que los cubanos emigrados no viajaran a la Isla a visitar a sus familias e incluso definió el tipo de personas que se considerarían como tales, basándose en los lazos de consanguinidad. Su gobierno es este aspecto fue extremadamente radical e hizo todo lo posible para empeorar las relaciones entre los dos países.
Con Obama esas prohibiciones terminaron, relajándose las medidas de viaje y anunciando una nueva era de esas relaciones, menos distendidas y dispuestas al diálogo. Entre otras cosas se puso en práctica, de manera muy liberal, el acápite de la Ley Torricelli que favorece el llamado “contacto de pueblo a pueblo”, el cual consiste en estimular que diversos sectores, especialmente académicos, científicos, profesores, culturales, deportivos, religiosos y otros, de ambas orillas, viajen entre ambos países para estrechar vínculos relacionados con sus respectivas actividades. No ha faltado incluso la expresión oficial referente al Bloqueo, diciendo que debe eliminarse. No obstante esta andanada de buenos deseos, en medio de una campaña internacional que convierte en multitudinarias pequeñas algazaras callejeras que son típicas y habituales en cualquier nación, el gobierno de Washington, través de su representante para asuntos cubanos en el Departamento de Estado, autorizó que dicho acto agresivo y provocador se realizara.
El plan en cuestión es aproximarse a las costas cubanas, con la única advertencia del gobierno estadounidense de no cruzar más allá de las aguas internacionales. Al llegar, procederán a hacer una demostración de fuegos artificiales y luces, las cuales entre otras cosas pueden interferir y crear peligro para la aviación civil. El objetivo es pedir la “democracia” en Cuba. Ya hemos explicado qué significa democracia en el concepto de los participantes de ese “ejercicio naval”. Se trata de hacer elecciones al estilo estadounidense previa creación de una base de poder que será avalada y protegida por el poderoso vecino del Norte. El resultado no tenemos que contárselo a Uds. Una vez “elegidos”, se crearán leyes para que las corporaciones “internacionales”, con preferencia hacia aquellas pertenecientes al “buen vecino, compren tierras de cultivo y diversos tipos de propiedades en la capital y las múltiples playas de la Isla. En estas últimas localizaciones construirán edificios y casas que venderán a la avalancha que llegará de fuera, preferentemente a los cubanos transformados en estadounidenses y quienes no tienen hoy ningún lazo de sangre con Cuba. Los de la Isla por carecer de dinero en ese momento, casi sin excepciones de significación, no podrán obtenerlas. No obstante en un gesto humanitario, les otorgarán a un número indeterminado, préstamos blandos para que puedan ser “propietarios”. Como es de esperar la mayoría de ellos no podrá cumplir con las obligaciones de pago y abogados especializados se encargarán de desalojar a los ocupantes y expropiarlos. Más o menos ese es el camino de la democracia que se pretende. No se trata de incorporarse al proceso de reformas que han comenzado en Cuba, luego de largas discusiones con la población y de explicaciones amplias, barriada por barriada, que fueron convocadas por el gobierno cubano este año 2011. Ese tipo de democracia que no da preferencia al dinero no es del agrado de Washington, ni de sus empleados, aunque estos sean “marinos”.
No quisiéramos explicar de nuevo cosas que decimos, pero como continúan ocurriendo hechos de igual similitud a los que han motivado explicaciones con anterioridad, nos vemos obligados a recordarlas, ampliándolas a veces o expresándolas desde otro ángulo, para que la gente pueda entender. Es importante, porque la opinión pública mundial y los verdaderos emigrados que viven en Miami, con familiares en Cuba y conocedores del significado de los cambios que allí han comenzado a realizarse, precisamente porque vivieron en la época de la concepción soviética, comprendan que se trata de una patraña para alcanzar objetivos claramente inmorales.
No hay nada de dudosa moralidad en los planes de esta flotilla, ni en los premios a Yoani Sánchez por su “genial” dominio del lenguaje (casi ha ganado más premios que todos los grandes escritores del siglo XX), ni se han empleado gases lacrimógenos en Cuba, ni es cierto que las Damas de Blanco que en el pináculo de sus protestas no pasaron de cincuenta (hoy son a penas una veintena) hayan sido reprimidas “brutalmente”. Todo esto es de una absoluta inmoralidad. Es pura propaganda que puede ser costeada porque en el presupuesto de Estados Unidos están contemplados 20 millones de dólares para “llevar la democracia a Cuba”. Con este dinero se pueden otorgar premios a una veintena de intelectuales imbéciles (Yoani no está incluida en la expresión) y se pueden inventar manifestaciones, golpizas, y flotillas “luminarias” que pretenden llevar la “democracia de Washington” a las costa de Cuba.
Señores, vamos a ser decentes alguna vez en la vida y con esto me refiero a quienes se creen o dicen creerse estos cuentos de Yoani, las flotillas, las palizas, los aviones que “rescatan” balseros gordos y fuertes que vienen a Estados Unidos con todo su derecho, porque las leyes de la Casa Blanca les permiten entrar ilegalmente al territorio y quieren buscar otro tipo de vida, aprovechando ese privilegio.
Todo es una inmoralidad para cobrar dinero fácil, proveniente de los impuestos pagados por los ciudadanos buenos de Estados Unidos. Por cierto, ese presupuesto podría ser empleado para atender embarazadas pobres y emergencias hospitalarias de gente que luego quedan empeñadas para toda su vida. (Tres días a base de suero en un hospital, sin ninguna intervención médica puede costar 20,000 dólares). Es una comparsa que vive del cuento, para meterse a los bolsillos dinero fácil
La única explicación, para que algo semejante esté ocurriendo durante un gobierno que supuestamente busca la manera de aliviar las tensiones con Cuba, es pensar que faltan solamente once meses para las próximas elecciones y la Casa Blanca quiera complacer a los fanáticos de Miami. Mientras tanto le van dando un poco de dulce a los emigrados que sueñan todos los días con su regreso al país, aunque no se trate de un regreso físico, pero al menos con las consideraciones plenas por parte del Estado cubano.
Creemos que los fanáticos, quienes se preparan en estos días para un viaje marítimo a las costas de Cuba, no van a votar por el huésped de la Blanca Mansión bajo ningún concepto, ni ante ningún gesto.
También es posible, que el arte de la política, capaz de fabricar puentes donde no hay ríos, decidiera otorgar a estos ardientes defensores de la “democracia”, el derecho a infringir las leyes de neutralidad, con el propósito ulterior de hacer algunos cambios que no sean de su agrado. Ojalá esos cambios pudieran referirse a los Cinco Cubanos injustamente condenados a sentencias improcedentes.
Sabemos que Gross ha recibido mucha atención últimamente y todos estamos conscientes que las tensiones entre ambos países se aplacarán cuando no haya más necesidad de utilizar agentes para descubrir terroristas que se amparan bajo el ala de ciertos “demócratas” de Miami, con la complacencia del gobierno en Washington y que USAID no continúe con sus intentos de subvertir el país.
Si esta es la idea o la razón de la ultrajante autorización a un grupo fanático para que violen las leyes internacionales sobre neutralidad, incluyendo a la propia Constitución de Estados Unidos, la cual prohíbe actos contra terceros desde su territorio, debemos decirle a Obama que pierde su tiempo.
No hay ni habrá complacencia con estos grupos. Son muy ambiciosos y ni siquiera ellos mismos están convencidos de lo que dicen. Con semejante actitud Estados Unidos violará su Constitución y a cambio ni siquiera obtendrá un voto, ni un reconocimiento, de esta gente.
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