jueves, 10 de noviembre de 2011

TEMAS MIGRATORIOS EN LATINOAMERICA Y EN CUBA

Temas migratorios en Latinoamérica y en Cuba
Por Lorenzo Gonzalo, 11 de noviembre del 2011

Continuando con el tema migratorio y su importancia debemos señalar brevemente su repercusión en el ámbito latinoamericano

La importancia que reviste para estas naciones se destaca en el comunicado emitido en la XXI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo lugar en Asunción, Paraguay, en estos días.

En dicha Cumbre, los Jefes de Estado pactaron “rechazar la criminalización de la migración”, reconocer la “importancia de su aporte económico, social y cultural”, así como establecer “una gestión ordenada de los flujos migratorios”.

Un aspecto que sin dudas, preocupa a muchos países, especialmente a los Centroamericanos, es precisamente qué tipo de reforma migratoria está dispuesto a hacer Estados Unidos. Una determinación de éste país para deportar a los millones de personas indocumentadas que emigraron hace decenas de años, significaría para Suramérica un desequilibrio social de gran envergadura.

Ningún país latino, tanto de Centro como Sur América, le prohíbe regresar a sus emigrados, con excepción de Cuba y por ende ninguno tiene previsto una situación de esa naturaleza.

Los emigrados que regresan a sus lugares de origen y que cuentan con los medios para sostenerse o para emprender un negocio, constituyen en realidad un activo nacional de mucho peso, porque la demanda a la cual dan lugar una vez instalados en sus respectivos territorios, contribuye a impulsar la creación de infraestructuras que a su vez se transforman en fuentes de empleo y crecimiento. Pero lamentablemente una disposición de Estados Unidos, que obligue a regresar a millones de ellos, resultaría un gran problema, porque la mayoría, precisamente por su carácter de indocumentados, no han podido allegar medios económicos suficientes para no convertirse, de una u otra manera, en una carga pública, si tuviesen que regresar forzados y de manera desordenada.

Estas realidades hacen que el tema migratorio entre a formar parte de las discusiones regionales y cobren cada día mayor importancia.

De todos los países quienes tienen más dificultades para buscar soluciones viables al tema, son los países desarrollados y quizás Estados Unidos, debido a su sistema de alternancia política, que brevemente hemos analizados en oportunidades anteriores, el cual obliga al “establecimiento”, o sea a ese Poder Real que dirige las cosas de Estado, a dedicar un tiempo demasiando largo a querellarse en asuntos secundarios, en aras de garantizar dicha alternancia a su favor.

La dificultad de esos países, comparados con los latinos, estriba en que ellos tienen que lidiar con legislaciones orientadas a extranjeros, gente ajena proveniente de otros lugares, que han resuelto situaciones económicas para Estados Unidos, en diferentes épocas y que, con el tiempo, han conformado grupos de influencia de mucha envergadura dentro del país.

Los países latinos a penas presentan la necesidad de transformaciones profundas en este sentido y con excepción de Cuba, es poco lo que tendrán que hacer en términos de ajustes.

Cuba es diferente, porque la agresión estadounidense sostenida por cincuenta años, caracterizada por actos de terrorismo, invasiones, conspiraciones, guerra diplomática y financiaciones ilegales a supuestos grupos de oposición, la obligó a cerrar sus puertas con el exterior. Al hacerlo quedaron del otro lado aquellos que emigraban.

Al comienzo del proceso revolucionario, un alto porcentaje de quienes se marchaban a Estados Unidos, se convertían en militantes violentos y agresivos. El resto, la mayoría, se transformaba en el apoyo moral de los primeros y juntos todos constituyeron un peligroso cuartel enemigo a menos de cien millas de las costas cubanas, aupados, financiados y protegidos por el país económica y militarmente más poderoso en aquellos tiempos.

Cuando el criminal ataque del 11 de setiembre del 2001 a las Torres Gemelas, Estados Unidos ordenó paralizar todos sus aeropuertos por cerca de 48 horas. Se vio obligado a hacerlo a pesar de la existencia de una tecnología de punta, no imaginada en los años sesenta y a pesar de que el ataque indicaba provenir de una región tan lejana como Medio Oriente. No encontró otros medios, mientras ordenaba su defensa, que cerrar toda comunicación con el exterior.

Cuando un ejército, entrenado y financiado por Estados Unidos, desembarcó en Playa Girón, al sur de la provincia de Matanzas en Cuba, en el año 1961, Cuba tuvo que recurrir a los procedimientos más primitivos, no solamente cerrando sus puertas con el exterior, paralizando virtualmente sus aeropuertos, sino alentando a los desafectos para que se fueran, como una manera de reducir así las labores de quinta columna creadas al amparo de Washington.

De todos los países latinos del Hemisferio americano, Cuba es el más necesitado actualmente de abordar una reforma a su sistema migratorio. Pero en términos realistas, el único aspecto que presentará mayores dificultades para el gobierno cubano, será el relacionado con aquellas regulaciones que controlan el derecho del emigrado a regresar definitivamente a su país de origen, o establecerse con carácter de residente transitorio. Tendrán que legislas entre otras cosas, sobre el derecho de estos repatriados nacionales a comprar vivienda así como de las obligaciones financieras que los mismos contraerán para tener acceso a los beneficios sociales, tales como la compra de seguro médico universal y las variantes que apliquen en cada ciudad o provincia.

Los centroamericanos tienen resuelta esta situación porque no le impiden la entrada a sus nacionales. El problema que podría presentarse está relacionado con una aprobación de deportación masiva por parte de Estados Unidos, pero esto es improbable y cualquier cosa que suceda tendrá una legislación que impida la creación de una crisis en esos países.

En cambio, Cuba tendrá que lidiar con la complejidad creada por sus leyes actuales de inmigración, las cuales semejan un rompe cabezas que de conjunto conforman un Nudo Gordiano.

Los cubanos establecidos en terceros territorios, no regresarán en masa, como tampoco lo hacen las personas de los otros países. En cuanto a una deportación masiva proveniente de Estados Unidos Cuba no tiene nada que temer, porque precisamente lo que se plantea actualmente por el gobierno cubano es que ese país no permita que los cubanos penetren allí ilegalmente y luego les sea reconocido el derecho a la residencia. La Ley de Ajuste estadounidense es sin lugar a dudas una regulación agresiva típica de un estado de guerra.

Independientemente de los aspectos mencionados, la reforma migratoria cubana será mucho más fácil y contará con menos obstáculos que la reforma estadounidense.

La razón es obvia. Estados Unidos lidia con extranjeros que viven en el país y deberá controlar miles de kilómetros de frontera, mientras en Cuba se trata de una reforma migratoria que considere los derechos de sus nacionales a decidir actividades tan manidas como salir y entrar al país, estandarizar el status de los emigrados (actualmente en Cuba hay varias categorías de emigrados todos con una eufemística definición), cobrar los servicios migratorios en base al costo de la gestión, como hacen los demás países y no financiar a través de ellos otras actividades ajenas. Esas prácticas actuales y otras, limitan la decisión de emigrar en el mejor de los casos y en el peor, constituyen una penalización que bordea la criminalización.

Es entendible que Estados Unidos se demore para enfrascarse en una legislación de cómo tratar a los extranjeros, pero sabemos que no hay razones de sostener largas discusiones para legislar los derechos patrios de los ciudadanos y nacionales de un país.

En esto está enfrascada Cuba en estos momentos. Su Presidente, el General Raúl Castro, ya dijo lo que tantas veces mencionamos en el pasado y es que muchas de “las decisiones que jugaron un papel en su momento y que perduraron innecesariamente” deben ser “modificadas”.

El dirigente cubano expresó estas palabras haciendo alusión no solamente a las limitaciones de viaje existentes para los ciudadanos que viven en la Isla, sino en referencia a una emigración que, “en su aplastante mayoría, lo son por razones económicas” y “casi todos preservan su amor a la familia y la patria que los vio nacer”.

No hay dudas que la reforma migratoria cubana es menos complicada que la requerida por Estados Unidos, porque es más fácil reconocer la nacionalidad de quienes la tienen por derecho de nacimiento, que otorgar residencia o ciudadanía a quienes llegaron indocumentados por la frontera.

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