lunes, 15 de agosto de 2011
SOLILOQUIO DE UN PRESTAMISTA DEFRAUDADO
SOLILOQUIO DE UN PRESTAMISTA DEFRAUDADO
ELIGIO DAMAS
Nada hago enterrando mi dinero, colocándolo en bancos extranjeros de patas carcomidas, invertirlo allá afuera en empresas que guindan por las frecuentes crisis o jugando como inocente en una bolsa que cada día parece una piñata por reventar ante el sofocante ambiente.
Digo esto por las limitaciones que el gobierno chavista ha impuesto a un ejercicio “antes altruista y como designio de Dios”, para que afligidos y atrapados pudiesen salir con prontitud de atolladeros, respirar hondo aunque fuese un momento. Un tomar aire para volver a sumergirse bajo el peso de camadas de intereses.
No es vida irse a gringolandia, donde “cualquiera puede comprar de todo, cambiar lo nuevo por lo novedoso” porque allá nunca se posee nada, salvo las trampas. Se vive como la nación toda. Con deudas que superan el PIB, o lo que es lo mismo, los sueños llegan, se repiten fiados e impagables. Los intereses de deudas, como antes aquí, crecen cual la espuma. La cuota balón o mejicana, pese ese nombre allá balurdo, es reina y corredora.
Allá, lo que aquí hago, pese la tenebrosa fama que le damos al chavismo, es más difícil hacer y por demás riesgoso. La usura, ésta que practico, si se quiere en pequeña escala, allá lo hacen con libertad y apoyo las grandes corporaciones financieras como el FMI y BM y otras, a quienes nadie piensa en sancionar por hacerlo en magnitudes gigantescas. Al contrario, si tienen tropiezos o bruscas caídas de liquidez, como cuando el segundo gobierno de Caldera, el Estado quita reales a hospitales, escuelas, pensiones y todo que atienda la población. Sólo grita “al carajo los enfermos que el hospital se cayó.”
Pero la cosa allí no queda. El refranero advirtió antes que el dólar controlase el mercado y sistema respiratorio, que “consuelo de muchos, lo es de tontos”. De manera que no satisface decir, si allá andan todos emparejados en las malas y en las buenas, no importa que “cuesta abajo y en la rodada” vayamos. Pues, no obstante lo que soy, un prestamista clase media, que sobrevive como especie en extinción, aquí me queda el consuelo que habiendo pagado o no mis cuotas al IVSS, ya percibo una honrosa pensión y lo que tengo, que es bastante, fuera del capital circulante, que presto bajo toda clase de argucias, es mío y no se lo debo a banqueros que encima de mi están.
El Metropolitano, domingo 14-08-11
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 8/15/2011 05:20:00 PM
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